Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 29 de diciembre de 2020

Nanorrelato Nº 634. A dos horas de avión

Todos los dioses del Olimpo estaban muy preocupados desde hacía algún tiempo. Sentados, cabizbajos, viendo como su jefe, Zeus, daba vueltas y saltos de forma compulsiva. Jamás le habían visto así. Era como si él hubiese perdido la paciencia, algo del todo imposible dada su posición y currículo.
<<Dos horas, dos horas. La distancia…>> exclamaba de forma compulsiva mientras realizaba las extrañas piruetas.
<<No me miréis así ¿No lo entendéis? Pues…, mirad hacia abajo: aquellos dos chiquillos que desde aquí parecen juntos: uno está llorando porque se le ha roto su iphone, y el otro porque su nuevo hermanito ha muerto de hambre, igual que el anterior y el anterior y el anterior…. ¿Comprendéis? Me equivoqué, pensaba que estaban juntos…, y están a dos horas de avión. No le di importancia a ese espacio. No supe verlo desde aquí arriba. Me equivoqué.


domingo, 27 de diciembre de 2020

Nanorrelato Nº 633. La foto

Nada más verla, casi un instante antes exagerando la emoción, cayó de rodillas; en esa posición el éter invisible de la humanidad le arropó y dos lágrimas dulces corrieron deprisa ambas mejillas como si dos esquiadores compitieran en el día de año nuevo. Puso en práctica, como le había enseñado su nieta, descargarla en el portátil y enviarla a la impresora. Hizo todas las copias posibles que le permitió el montoncillo de papel que esperaba su llamada en la bandeja y salió con la foto impresa a toda velocidad. Empezó a llamar a las puertas de sus vecinos que al abrirle les entregaba una y les decía a la par “¡Toma tú regalo! “A los que no le entendían, la cara de sorpresa desaparecía inmediatamente cuando se bajaba un poco el cuello de la camiseta interior y enseñaba la huella de la traqueotomía por la que le metieron el aire de la vida; algunos le abrazaban y otros incluso le enseñaban la misma cicatriz como en esas películas donde los supervivientes del holocausto se muestran los números grabados en el antebrazo; y ante esa imagen sobran las palabras, por eso nadie le dijo nada en su mágico recorrido con su imaginario trineo, o camello….



viernes, 11 de diciembre de 2020

Nanorrelato Nº 632. Humans first!

Ahora que la globalización está extendida y asumida por los seres humanos como una consecuencia inevitable del progreso, hay que hacer lo que hay que hacer: tener claro que lo primero somos los humanos, “Humans first”, como reza nuestro lema. Entonces, ya que todo está en formato digital y han desaparecido aquellos soportes antiguos, como el papel, que impedían o dificultaban el A.C.D, es decir, la libertad de actualización, cambio y desaparición, que es el DNA de nuestra nueva era, vamos a eliminar aquellos archivos que supongan un malestar en la raza humana y en su felicidad, por ende. Empecemos…

Archivo 101B. Este archivo, según el resumen, habla de un ser humano venido a menos, que no se le ocurre otra cosa que montarse en un caballo famélico y ponerse a recorrer un sitio que se llama La Mancha, que además ni se acuerda con exactitud de dónde. Resolución: “Delete file”. Induce a la depresión y a la locura y eso no está en consonancia con “Humans first”.

Archivo 102B. Este archivo es el colmo también. Un adolescente que le echan de muchos colegios, que ya sólo el nombre del archivo tiraba para atrás, creo recordar, “El guardián entre” …. no sé qué cereal, donde ya se ve claramente el poco respeto por la palabra “guardián”. Como el anterior, “Delete file”

 

Se levanta la sesión, queridos colegas.


jueves, 10 de diciembre de 2020

Nanorrelato Nº 631. Los Gestores

Y la civilización, tal y como la conocíamos a principios del siglo XXI, se transformó para mal y desapareció en muy poco tiempo. La causa de dicha extinción no vino, como seguramente el amable lector habrá adelantado, de las malvadas máquinas que adquirieron conciencia como aseguraban muchos libros y películas de ciencia ficción, ni de una terrible y definitiva epidemia como auguraban algunos científicos pesimistas, ni de la guerra termonuclear tan manida en infinidad de textos. No; vino del propio ser humano que, sin darse apenas cuenta, hizo implosionar su propia existencia. ¿Cómo? Pues muy sencillo: todo el mundo dejó de ser útil. Cada vez existían más “Gestores”, que no eran otra cosa que un eufemismo de “No tengo ni puta idea de nada”. Según se iba acercando la inevitable extinción  el número de Gestores fue in crescendo, creando cada vez más Gestores contra la extinción, Gestores de los gestores contra la extinción, y Gestores de los gestores de los gestores contra la extinción. Ni al final, ni en el último instante ese que dicen que toda tu vida pasa en un segundo, fueron conscientes de la verdadera causa de su aniquilación, y el último Gestor murió dejando a medias el nombramiento de un Gestor del gestor del gestor del gestor contra la extinción. FIN.


domingo, 25 de octubre de 2020

Nanorrelato Nº 630. El epidemiólogo

Se adueñó del sueño el mismísimo Groucho Marx, su ídolo de juventud. He de añadir, mientras nuestro protagonista duerme, que se había visto y revisto todas sus películas infinitas veces. Pues lo dicho, se le “apareció” Groucho y le dijo mientras se movía de un sitio a otro con grandes pasos y agitando el puro: “Hijo mío, eres un desastre. A nadie se le ocurre hacerse médico epidemiólogo. Nadie te escuchará jamás…como a mí”

martes, 29 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 629. El directivo

Estimados alumnos: la clase de hoy es la más importante de toda la carrera  ya que os voy a enseñar a diferenciar, de forma rápida y segura , un “directivo” de un “Directivo”. Ya, ya sé que parece estúpido, pero me vais a entender seguro. Eso sí, la decisión es vuestra. Apuntad y memorizad; cuando un jefe os hable y en la misma frase aparezcan los términos: disruptivo, paradigma, transversal, transparencia y liderazgo ….salid corriendo, ya que no tenéis, profesionalmente hablando, ninguna oportunidad. Recordad esto siempre.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 628. Distopía terapéutica

Escribía distinto; no por placer, sino por necesidad, necesidad terapéutica. El tratamiento se lo había pautado su propio subconsciente ante las barbaridades que el consciente le hacía llegar a través de sus distintos sentidos, canales osmóticos a la televisión, a internet... Era tal el asco que le producía todo lo que estaba ocurriendo en tiempo real, que escribía y escribía y escribía compulsivamente futuros aceptables, donde los seres humanos se comportaban …, digamos bien, donde había cabida para el honor, la lealtad y la profesionalidad. Pero por desgracia esos futuros eran distópicos, antagónicamente distanciados de lo que iba ocurriendo en realidad. Y escribía y escribía y escribía…

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 627. ¿Eres antisistema?

 Muy buenos días a todos. Como recién nombrado responsable de todos los Máster en Neurocirugía de la nación, déjenme que les diga unas palabras respecto al que están ustedes a punto de comenzar, antes de entrar en la materia que a mí me compete….

«Psst, oye»

«Dime»

«Este señor no es médico y mucho menos neurocirujano. Es de mi pueblo y le conozco.»

«Este señor, como tú dices de forma un poco despectiva, empezó con 18 años, repito:18 años, a trabajar para su partido y a base de muchísimo esfuerzo, ¡muchísimo!, consiguió ascender en él. Yo creo que ya se ha ganado con creces su nuevo puesto, ¿no? Además, él no va a operar ningún cerebro, como nosotros, sino que nos va a decir cómo se hace de forma más correcta. ¿Tú que eres, un antisistema? Te ruego, por favor, que no me comprometas más; que yo sí creo en este sistema y quiero ascender en mi trabajo, que para eso he estudiado. Gracias»

viernes, 18 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 626. Confinamiento siglo XIX

“…A la entrada le llama a usted ya la atención un pequeño aviso que advierte, pegado en un poste, que nadie puede entrar en el establecimiento público sino los viajeros, los mozos que traen sus fardos, los dependientes y las personas que vienen a despedir o recibir a los viajeros; es decir, que allí sólo puede entrar todo el mundo...."

La diligencia, 16 de abril de 1835, Mariano José de Larra


Nanorrelato Nº 625. La relevancia de los cobardes

Un disparo certero. Justo en el blanco. Oyó perfectamente como el arpón se hundía en la carne de la magnífica ballena y el terrible sonido de su vida saliendo, escapándose cual gas, por el sanguinolento agujero. Su trabajo ya estaba hecho. Ahora comenzaba el de sus compañeros marineros. Le vino a la mente como esas mismas manos, que jugaban al póker en los ratos libres, se convertían en servidoras de la injusticia más acojonante. Llegó a su camarote y se tragó dos tranquilizantes de golpe, necesitaba acallar los gritos de  su puñetero subconsciente. « ¡Yo no me he inventado este mundo! » se contestó a modo de bálsamo profiláctico. Pero antes de dormirse, a su subconsciente le dio tiempo a decirle: Eres un cobarde…, de mierda. Ha sido tu cobardía la que ha matado a esa ballena. No has sido capaz ni de hacerlo tú.


martes, 15 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 624. La importancia del lenguaje

En el año 2020, empezaron a desaparecer algunas palabras. Nadie sabe muy bien el porqué; quizá por la misma razón que en su día les ocurrió a ajofaina, horcate o bernete, por poner algunos ejemplos. Una de las primeras en esfumarse fue el vocablo derecha, que se intercambió con la palabra centroIzquierda también desapareció del habla y de la escritura, pero no se sustituyó por ninguna otra. Y este cambio, que parece baladí, fue realmente terrible, por poner un ejemplo, para el urbanismo. Aquellas casas que estaban en el lado izquierdo de la calle, empezaron a perder valor frente a las del lado derecho, ahora centro. Claro, uno iba en un taxi y ya no podía decir “la segunda a la izquierda”, porque ese vocablo no existía, era del pasado, así que siempre había que parar a la derecha, perdón centro, que no me acostumbro. Eso hizo que aquellas casas, negocios, escuelas, etc, del recién estrenado lado centro progresaran adecuadamente frente a las de lado ******, que acabaron en muy poco tiempo convirtiéndose en un gueto. Imagino que esa misma expresión que se ve en los habitantes del antiguo lado izquierdo, sería muy parecida a la de los herreros cuando el sonido del fuelle de la fragua era silenciado por el ruido del motor de un automóvil.


domingo, 6 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 623. La magia de estos tiempos

Y el brillante recién licenciado en periodismo, en un alarde de valentía posiblemente justificada en parte por su juventud, en parte por su inexperiencia vital, y en otra parte por las inflexibles enseñanzas éticas de sus progenitores, dijo: pero todo esto que vamos a publicar es mentira. Y abracadabra, se hizo la magia de estos tiempos: desaparece una carrera de periodismo y aparece otra de reponedor en un centro comercial.


miércoles, 2 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 622. El representante de Andrómeda.

- Entonces ya estamos todos, que faltaban los miembros del sistema Alfa-centauro por un problema en el plegamiento del espacio. El único punto de la reunión de hoy: Ayuda  al tercer planeta del Sistema Solar galaxia Vía Láctea, a propósito de la pandemia que están sufriendo. Algunos sistemas creen que sería un buen momento.

- ¿En qué consistiría esa ayuda?

- El representante  de la galaxia de Andrómeda hace una buena pregunta. En principio les diríamos la solución a sus grandes problemas: la vacuna del cáncer, solución a las enfermedades neurodegenerativas, síntesis de comida hiperenergética, amortiguación de sentimientos negativos hacia sus congéneres, y cosas de ese estilo.

- Perdón que insista: ¿Y lo sabrían todos a la vez?

- No. Eso es imposible, son unos siete mil millones de habitantes Se lo comunicaríamos a sus dirigentes y ellos se encargarían de extenderlo a todos sus habitantes.

- No estoy de acuerdo. Por eso preguntaba. Voto negativo. Si hacemos eso, sus dirigentes sólo se lo proporcionarían a determinados individuos, como hacen con la comida, el agua potable, la democracia, etc, y haríamos más profunda la grieta de injusticia que ya padecen desde casi que bajaron de los árboles.

- Pues como tenemos que tener absoluta unanimidad, se deniega la ayuda y cualquier comunicación a dicho planeta. Digo esto porque hay que ser más cuidadosos al camuflar  los platillos volantes…, pero eso es otro asunto.Termina la reunión. Que conste en acta. 

martes, 1 de septiembre de 2020

Nanorrelato Nº 621.La humanidad, perdida.


- Estás muy callado, Dextro.

- Porque me inunda una tristeza extrema al ver lo que hacen esos seres de ese planeta azul tan precioso, Levo.

- Somos funcionarios, Dextro. A lo nuestro. Venimos con el platillo, examinamos sin interferir y enviamos informes, que es lo que nuestros jefes esperan de nosotros.

- A eso me refiero, Levo. Justo a eso. Me lo has puesto a huevo. Eso exactamente es lo que hacen los seres de ese planeta una y otra vez. Sólo cumplen órdenes sin sopesar nada. Y así les ocurre lo que les ocurre. En el fondo han perdido una cosa importantísima, y no lo saben.

- ¿El qué?

- Ya no son humanos. Eso es justamente lo que adquirieron cuando bajaron del árbol, lo que les impulsó a ponerse a dos patas y echarse a andar: la humanidad, que es indivisible con decidir libremente; pero por lo visto en algún momento de su evolución la han perdido y están evolucionando a ordenadores. ¿No lo ves? Hacen lo mismo. Un ordenador siempre da la respuesta más segura, que es siempre la más cobarde, la menos libre….

- Como acojonas, Dextro.



jueves, 27 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 620. Coronavirus y negocio

- Y digo yo, Dextro, que a quién le habrás pisado los tres dedos gordos del pie central, en la Dirección General, para que nos vuelvan a mandar de misión a esta mierda de planeta.

- Ya sabes, Levo, que soy un bocachancla. La computadora sigue diciendo barbaridades de esta especie. Yo creo que se va a cansar y se va a reiniciar ella misma, que aunque sea una máquina, estas cosas duelen.

- Pues guarda bien ese informe que he oído que se han filtrado los anteriores y que ya se está vendiendo, a buen precio y subiendo, la superficie del azulado planeta.

- ¿Vendiendo? ¿Para qué?

- Jopé Dextro, con lo listo que eres para algunas cosas…. Para que va a ser, pues para venir de vacaciones. ¿Has visto las playas que tienen?

- Pero, ¿Van a venir y convivir con estos deleznables habitantes?

- Dextro: La computadora central, gracias a nuestros informes, ha cuantificado los niveles de cobardía, sumisión, mentira, deshonor, traición y mediocridad, los ha metido en un algoritmo y:  ¡que van a desaparecer! Eso es lo que se ha filtrado a las inmobiliarias de nuestra galaxia.

- O sea, que nosotros soportamos esta barbaridad como funcionarios sin protestar, para el bien común, y otros hacen negocio…..igual ese es el principio de nuestra desaparición.

- Como acojonas, Dextro.



martes, 25 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 619. Coronavirus y la banalidad del mal.

-    Mira Dextro lo que ha encontrado la computadora. Por lo visto esto que está ocurriendo en ese planeta azul, ya había ocurrido antes.

-     ¿Otras epidemias parecidas?

-     No me refería a eso, vamos yo no, la computadora. Habla de una filósofa, una humana llamada Hannah Arendt, que dejó escrito en un libro que un tal Eichmann, que hizo barbaridades contra los de su especie, pero que cuando le juzgaron realmente él no estaba de acuerdo, que lo hizo por cumplir órdenes sin sopesarlas éticamente.

-      Están perdidos, Levo. Lo que te dije antes: sin jefes valientes y moralmente armados....bueno, que quizá es lo mismo. Con el planeta tan bonito que tienen….

-     Pues eso. Vámonos ya, acelera el platillo, que creo que este análisis es definitivo como para que no nos vuelvan a mandar aquí.





viernes, 21 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 618. Coronavirus......

 

- Pero bueno, Dextro ¿No pasamos con el platillo por este planeta hace unos seis meses?

- Sí. Estaban en medio de una pandemia acojonante, Levo.

- Pues mira los datos: van a pasarlo peor. No lo entiendo; pero si tenían claro lo que había que hacer para evitar que ocurriese lo mismo.

- Ya, pero si te acuerdas del informe que mandamos a nuestra galaxia, quedamos en que una de las causas más importantes de la catástrofe era que mandaban los peores.

- Me acuerdo, Dextro. Pero lo que me llama poderosamente la atención es que los que sí saben no hagan nada.

- En eso estaba, Levo. He analizado sus ondas cerebrales de algunos de sus mandos bien formados del siguiente nivel , y por lo visto hay una cosa que les bloquea: una síntesis elevada de unas hormonas que en esa especie se generan cuando sienten miedo, una preocupación por no perder…, su puesto directivo o algo así. Parece que eso provocaría que no pudiesen pagar todo el dinero que deben a alguien que llaman “Banco”. Eso es lo que dice la computadora.

- Pero vamos a ver ¿Les da igual que se puedan morir sus abuelos? Y eso que tienen solo cuatro…si fueran como nosotros que tenemos veinticuatro, diez maternos, diez paternos y cuatro neutros ¿Qué harían? Porque te digo yo a ti una cosa: te juro por mis ocho antenas que no permitiría que ninguno de ellos se muriera injustamente.

- Pues ya ves. No tienen claro que la cualidad más importante de un jefe es la valentía, seguida de la honradez y la formación. Estoy hasta mis fosforescentes huevos de este planeta. Termino el informe y salto a la velocidad luz, que esta especie da un asco…..


jueves, 20 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 617. Coronavirus y otra vez.

Se desplomó. No, no me refiero a que se cayese al suelo o cosas de ese estilo. Se desplomó de desplomarse, de plomo en su cabeza y en su corazón, de peso, de carga inaguantable, pero que tengo que resistir, y no sé si voy a ser capaz. Otra vez, otra vez, cómo es posible, se decía repetitivamente viendo la pinta de la curva, de la maldita gráfica. Otra vez, otra vez el aire del respirador chocando contra la guadaña. Otra vez esa mirada perdida ante la desesperación. Otra vez el hielo sembrado de cadáveres que no les había llegado la hora, que les faltaban muchos besos y partidas de julepe. Otra vez el terror. Otra vez esa aleación entre gritos y silencio, ese oxímoron inexplicable salvo para quien ha estado ahí. Otra vez sin dormir a pierna suelta. Otra vez que no sé qué voy a llevar a mi casa, a los que amo, esos que me miran con admiración nada más llegar mientras me desnudo casi antes de entrar. Pero si estaba todo muy claro…solo había que hacer caso a los libros. Aplausos…., otra vez. Otra vez.


martes, 18 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 616. Coronavirus y poderoso caballero.....

Y el Covid-19 hizo su siguiente movimiento: invertir en bolsa. Y ganó, ganó varias veces seguidas, lo que en ese mundo se denomina “un chicharro”. Y concomitantemente a ese éxito, y por ende aumento de dinero en su poder,  subió su imagen, y ya no se le veía tan malo, sino que aparecieron voces, sobre todo de los periódicos en los que invirtió ingentes cantidades de dinero, periodistas totalmente independientes (demostrado) que dijeron de él que era un buen tipo, “Duro pero justo”, creo que se llegó a poner en algún titular. Y después vino el premio literario Covid-19, el más prestigioso de la literatura española que ganaban los mejores, los que sus letras eran las más valientes, claro.  También se creó un galardón científico llamado, como no puede ser de otra forma, “I+D+i Covid, sí sí sí” donde ganaban aquellos que su ciencia combatía las enfermedades más terribles, siempre en defensa de la salud. Y los que en su día lucharon en las UCIs, vieron como borraban todo rastro en internet, eso que se llama derecho al olvido, para evitarles problemas….” ¡Qué necesidad de señalarse!”, les justificaron desde el poder político a través de los distintos boletines oficiales, mientras veían indefensos como desaparecían de la pantalla del móvil, como azucarillos en el café, artículos y entrevistas. Y el mundo siguió dando vueltas alrededor del Sol, las vacaciones en agosto, las olimpiadas cada cuatro años, y como decía uno de los pensadores más influyentes de la época: somos un poco mejores.


martes, 11 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 615. Coronavirus y una UCI.

 

Parecía otra dimensión, otro lugar donde las leyes físicas no se cumpliesen, donde arriba fuese abajo y viceversa, donde muerte y vida no estuviesen totalmente separadas, debidamente distantes. Esa fue su primera impresión nada más cruzar, la puerta de la U.C.I. de su hospital. Una vez dentro, de forma inmediata, ya formaba parte de todo aquello, ya sentía la deformidad en inconsistencia de las leyes que habitualmente rigen el universo, y tenía que moverse entre aquellos agujeros de gusano donde la transportaban de un enfermo a otro, instantáneamente. En todos estaba el mismo protagonista, ese ser invisible por su extrema pequeñez, pero de lenguaje atroz, de amenaza real. De uno a otro, detrás de un sinfín de capas de papel, de plástico y las que uno se pone irremediablemente, iba regando con agua de vida para ganarle unos segundos a esa cuenta atrás iniciada por ese enemigo invisible. Y a algunos, ese tiempo añadido, les fue fundamental. A otros, no. Cuando está sola, y se seca las saladas lágrimas que a nadie quiere enseñar, se imagina las risas de los nietos de aquellos a los que su aportación espacio-temporal les valió; y piensa que ese es su mejor premio, el único que conseguirá cicatrizar su alma en carne viva, que duele, que duele.

 

P.D. Dedicado a mi hermana y a todos aquellos que le plantaron cara, muy de cerca, al Covid-19.

Nanorrelato Nº 614. Coronavirus y evolución.

 

¿Veis cómo llevaba razón?, gritó el coronavirus más viejo de toda la división a sus soldados, y responsable de ella con el grado de coronel, que no general, porque era bastante chabacano y muy bocachancla. Os dije que era cuestión de tiempo, de ser resilientes, como dicen ellos. Que ni caso a todos los aplausos que intentaban desmotivarnos. ¡Na! Ni caso. Todo mentira o, para ser justos, verdad temporal, porque al poco, palabras, emociones, juramentos y lo que se os ocurra, se disuelven en el olvido tan rápido como una molécula de glucosa en el plasma. Os repetía una y otra vez el refrán popular, “que más sabe el virus por viejo que por virus”, porque sabía a ciencia cierta que podríamos atacar en una segunda oleada. Os repetí hasta la saciedad que no se quieren unos a otros, que eso del amor que tanto repiten en poemas, canciones y demás, les dura… ¡Na! Y lo peor de todo, y más incomprensible, es que colocan a los más incapaces en los puestos de poder. No me preguntéis el porqué, que ni idea. Y encima se creen, mejor dicho, se apropian del primer puesto en la evolución…jajajajjajajajajajja. Perdón por la risa descontrolada de vuestro coronel.

jueves, 9 de julio de 2020

Nanorrelato Nº 613. Coronavirus y soledad


Hablamos del último, del último virus de la clase Covid-19. Sabía el mal que había hecho…, quizá la soledad le hizo reflexionar sobre sus acciones pasadas, como en general ocurre en los humanos, aunque él era un virus, pero eso sí: un virus humano. La última persona que atacó, y que sobrevivió, le dejó bastante perplejo; tanto que le cambió la vida. En sueños, cuando la fiebre del humano subía desesperadamente ante las oleadas de virus replicándose a todo trapo, le oyó susurrar en medio del delirio que sus dos victorias más difíciles de conseguir habían sido: dejar de fumar y ponerse ortodoncia a los 53 años. Le pareció absolutamente maravillosa esa reflexión de un ser a punto de morir, y por eso, como responsable del ataque, ordenó retirada por unas horas, con lo que ese tiempo fue oro para el sistema inmunológico del exfumador de dientes colocados, y eso acabó con todo su ejército, menos con él, que justo antes de tragárselo un fornido T-Killer, le reconoció y le dijo con voz de Terminator: lárgate, yo no mato seres buenos, va en contra de mi código genético. Ahora, nuestro protagonista, vive en el mecanismo de un aparato de aire acondicionado, muy tranquilo, intentando olvidar las cosas malas que hizo, como cualquiera que está solo.

domingo, 5 de julio de 2020

Nanorrelato Nº 612. Coronavirus y tele-todo.


La nueva situación, tras la pandemia, fue poco a poco asentándose. El teletrabajo, como punta de lanza de esa nueva normalidad, mirado con recelo hasta hacía poco tiempo, fue extendiéndose por todo el mundo laboral. Pero el prefijo griego tele, no sólo se quedó ahí, sino que se unió en matrimonio con otros vocablos que también querían ser muy modernos. Así que al poco se casó con sexo, porque para qué complicarse la vida con flirteos que se podían volver contra uno, con embarazos no deseados o incómodas infecciones, por lo que todo el mundo llevaba la aplicación tele-sexo instalada en el móvil, y se aceptó su uso sin necesidad de dar ningún tipo de explicaciones a nadie, que cabrearse porque le pusieran a uno los cuernos era de la “vieja normalidad”, la cual se quería dejar atrás a marchas forzadas. El amor, fácil objetivo del prefijo, se dividió en tele-ligue, tele-relación y tele-parasiempre, con lo que los hijos y las hijas jamás dejaban la casa de sus padres, porque ¿para qué?, con tener una buena conexión a internet… ¡Qué necesidad!, ante, eso sí, las muecas escondidas de sus progenitores tras la quirúrgica mascarilla, que asimilaban con dificultad estos nuevos tiempos. Claro, también había separaciones, que eran regidas por tele-divorcio, donde se dejaba claro qué y cuantas gigas debían de pasarse al mes para sustento de los hijos, pero que no hacía falta que uno de los ya ex cónyuges se fuese de casa, no, seguían viviendo en el mismo sitio, pero cada uno con su ordenador. Los mendigos se conectaban a las wifis, que la gente piadosa desactivaba la clave por unos minutos, y vagaban por la ciudad con su aplicativo tele-limosna. Hasta los asuntos más complejos como la violencia de tele-género eran gestionadas perfectamente, ya que los jueces eran implacables instalando firewalls para el alejamiento digital sobre la víctima, cuando se daba tal circunstancia.

martes, 30 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 611. Hacia allí vamos.


Estaba aterrorizada con la decisión que había fraguado en su interior, pero no tenía otra. Era ya demasiado tiempo aguantando barbaridades, escuchando cada vez más cerca y más fuerte burdas mentiras, que habrían sido aniquiladas con solo mirarla, no digamos ya escucharla. Pero no, nadie la veía, nadie la oía, nadie la leía. Daba igual lo clarito que dijera esta o aquella cosa, daba exactamente lo mismo. Siempre estéril era la respuesta. A veces era tan ridículo, o eso le parecía, que era como si aquella nefasta restauración, el Ecce Homo de Borja, se confundiera con un emotivo rostro de algún cuadro del genial Murillo. Pero así era “la cosa”, como se dice en el lumpen. Hacía ya tiempo que las noticias iban excluyéndola, porque si llevaban, aunque sólo fueran trazas de ella, el número de lectores disminuía exponencialmente y “el negocio es el negocio”. Viendo su estrepitoso fracaso, ejecutó por tanto su decisión: materializarse en una mendiga. Creo que ella, la Verdad, vaga errante de albergue en albergue, de cajero en cajero, burlando día a día a la muerte, y ya sabemos que detrás de la muerte…está la nada. Hacia allí vamos, pues. FIN

jueves, 25 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 610. Coronavirus y mutación.


Y casi al final de la pandemia, cuando las mascarillas y la lejía junto con su amante la solución hidroalcohólica, tenían acorralado al virus, el último de ellos, no el más listo pero sí el más observador de humanos, mutó. Pero no se convirtió en otro virus más letal, como el de Ébola por ejemplo, que habría sido lo lógico desde un punto de vista exclusivamente vírico, no. Se convirtió en humano, en imitación de conductas humanas, quería decir, que él siguió con su forma de virus. Y así se hizo eterno entre los hombres, ya que su entrada en las víctimas no era mediante ataque a receptores de membranas, ni a bicapas lipídicas, ni nada de eso. Lo hacía mediante la mentira, el engaño, las falsas promesas, curriculums vitae robados, etc, cualidades todas ellas muy humanas. Pero fue de listo, y en el paquete de dichas características mayoritarias de esa especie, también estaba la de la incompetencia, Así que cuando su material genético llegaba al núcleo celular, no tenía ni idea de qué hacer, porque…, no se lo sabía. Así que tenemos un virus indestructible y errante de cuerpo en cuerpo, sin consecuencias para ninguna especie, ni la suya ni la humana, creyéndose muy listo, eso sí, que esa es otra cualidad muy llamativa de la numerosa subclase humana denominada “los mediocres”.

domingo, 21 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 609. ¿A destiempo?


Cuando ya era muy mayor, un enigma se le presentó a destiempo…, o no. Sentado frente al televisor de la residencia sin escuchar nada no porque no se oyese el aparato, sino por falta de interés que es la situación que más aísla a una persona para poder hablar consigo misma, intentaba recordar muchas cosas que en teoría había vivido. Digo en teoría porque hasta él mismo dudaba de si eran recuerdos ciertos o eran implantes, que hasta dudaba de si pudiera ser un replicante como en aquella vieja película, “Blade Runner”. Era capaz de recordar muchas cosas, pero la cara de las mujeres que había amado, no. No entendía muy bien el porqué, y el nerviosismo afloraba a sus manos, que hasta le echaban unas gotas amargas en un vasito cuando ocurría esto; y no quería esa cosa, ya que se le caía la baba y eso le parecía una pérdida de dignidad. Vaya mierda de vejez, que soy capaz de recordar el tono exacto del verde de las judías que comí ayer y la cara de mis amantes no, y así me es imposible decirles…, lo que en su día no pude, pensaba nuestro anciano pintor.

sábado, 20 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 608. Sueños sólidos, líquidos y gaseosos.


Ya tenía una edad, una edad suficiente, quiero decir, como para cosechar alguno de los sueños que habían permanecido dentro de su bóveda craneal, o eso pensaba él. Por lo menos, alguno. Pero parecía que la deseada solidificación de alguno de ellos, o vaporización de otros, no llegaba, y los sueños seguían en ese estado intermedio muy parecido a la mermelada, por no poner otro elemento de parecida consistencia y extremadamente desagradable, sobre todo para la autoestima, cuando se nombra. Pero ungido por la casualidad más rara que se pueda encontrar, algo así como aquello que contaba el humorista de alguien que se cae en un pajar y se clava la aguja, se le apareció un genio, en sueños claro. De inmediato, nuestro protagonista le pidió un deseo, no sea que se fuera a despertar y vuelta a empezar. Pero la petición, dado el nerviosismo del momento, no fue concreta, sino generalizada. Y cuando despertó apareció convertido, igual que le ocurrió al protagonista del genial libro de Kafka, no en un insecto horripilante, sino en el jorobado de la historia de la batalla de las Termópilas. ¡Me pediste ser muy importante, crucial, que tu existencia fuera un antes y un después en el destino, y ahí lo tienes, ya eres aquel jorobado que traicionó al rey Leónidas y gracias a eso perdió la batalla …de su vida!  Ya eres parte inmortal de la historia de la humanidad. ¿No era eso lo que pedías?¡ De qué te quejas, si te lo he concedido…,todo! 

viernes, 19 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 607. Coronavirus y fin.


Todo pasó. Todo fue acabando en tiempo y fecha. La palabra pandemia volvió al lumpen de los términos con sus antiguos compañeros que no son pronunciados prácticamente nunca, y que viven en la máxima indigencia lingüística. Otras como aplauso se recolocaron en su sitio de siempre, enfrente del partido de fútbol televisivo, y nunca más volvieron a los alféizares. Solidaridad y reconocimiento también regresaron a su limbo léxico de donde se las había sacado, lugar inodoro, incoloro e insípido por destacar tres de sus máximas características. Recuerdo perdió de inmediato su recién estrenado, unos meses atrás, carácter social, que parecía duradero, y volvió a ser un concepto tremendamente personal, como siempre había sido, y sobre dónde está…,eso ya depende de la intimidad de cada uno, no se puede por tanto asegurar su significado y posición. Nueva normalidad fue la equis resultante de esa compleja ecuación que se generó en su día y cuyo valor es exactamente el mismo que el de vieja normalidad y que no es otro que: todo atado y bien atado. FIN

miércoles, 17 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 606. El magnífico progreso


« ¡Qué maravilla esto de la informática!», musitó nuestro protagonista. « Puedo ser lo que quiera y no como antes, que me era imposible… ¡lo que sufría por no conseguir mi sueño! Ahora sí que soy…lo que me da la gana, lo que me gusta», siguió diciendo en el mismo tono, ese que solo lo oye uno, pero que parece que está vertido por el altavoz más potente. «El que esté en contra del progreso, vamos es que no tiene nombre. A mí esto que no me lo quiten…». Todo era pensado y dicho más o menos con las mismas frases pero en distinto orden, cada vez que mandaba un correo electrónico. «Puedo soplarle al jefe de todo sin parecer un chivato; sólo tengo que ponerle en copia y ya está: normalizado. Y además, si no quiero trabajar pongo “pvi” (Para vuestra información). Esto es una maravilla; puedo vivir de la chivatería y sin dar un palo al agua…porque claro, siempre hay algún desgraciado al otro lado del mail que lo va a hacer ¡Quién puede estar en contra del progreso!

domingo, 14 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 605. Coronavirus y la genética


Las investigaciones se multiplicaron como setas dada la gravedad del asunto. Un sinfín de universidades, empresas y demás, se lanzaron con la máxima ansiedad científica a intentar diseñar el mejor test que diese una respuesta rápida y fiable ante el coronavirus y los que pudiesen venir en un futuro, que querían dejar bastante allanado el camino en este sentido. Tanto esfuerzo y dinero puesto en juego dio su fruto, y los genetistas avanzaron una barbaridad. Uno de los grupos de investigación, que he de añadir que siempre hay alguien genial que destaca entre los muy sabios, se dio cuenta de que entre los receptores celulares descubiertos había dos cuya existencia era excluyente, es decir, solo podía haber uno de ellos en cada español, bueno, en sus células, para ser más acertado. Uno de los receptores correspondía a personas de izquierdas y el otro de derechas. Por tanto, toda esa libertad de pensamiento de la que los países democráticos presumen hasta el infinito y más allá, como diría el juguete de aquella película, resultó ser completamente falsa: todo estaba dirigido y sentenciado por la genética. Los libros fueron modificados y donde se hacía referencia a esas “dos Españas” se cambió por “alelos de España”. Así que nada se podía cambiar… ¡Y Machado acertó esto mucho antes de que nadie supiera ni tan siquiera de la existencia de la doble hélice…, vaya genio que era don Antonio!

miércoles, 10 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 604. La verdad....


Bueno, hoy vamos a repasar uno de los conceptos más complicados y difíciles de asumir, como ya os dije, pero que ha de quedar muy claro en vuestras dos cabezas, queridos alumnos, que como sabéis este asunto es de obligada memorización para todas las civilizaciones residentes en la Vía Láctea. Insisto en lo afirmado en anteriores clases: El motivo real de la aniquilación de la civilización que vivía en el tercer planeta del sistema cuyo centro es la estrella de tipo espectral G2 llamada el Sol, no fue ni las enfermedades, ni la contaminación, ni nada de eso. Todo lo que acabo de decir existían, pero solo eran síntomas de la verdadera causa, como la fiebre en una enfermedad. El verdadero motivo fue el desprecio absoluto hacia la verdad en todas sus variantes, política, judicial, y sobre todo científica. La verdad dejó de importarles; es más…, la despreciaban. No sabemos muy bien por qué, pero sí que eso ocurrió, ya que hemos encontrado evidencias primarias de época en las distintas expediciones a dicho planeta, llamado la Tierra. Marcaros a fuego esta idea en cada uno de vuestros dos cerebros, para que cuando crezcáis y tengáis responsabilidades, no permitáis que NOS ocurra algo parecido a nuestra civilización. NOS jugamos mucho. Recordadlo.

lunes, 8 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 603. Coronavirus y las máquinas.


Ha llamado usted a la empresa X. Si está nervioso diga “uno”, si está tranquilo diga “dos” «UNO». Si cree usted que el problema que tiene es real diga “uno”. Si piensa objetivamente que es inventado, fruto de su nerviosismo, diga “dos”  «UNO y DOS». Si está angustiado diga “uno” y si esa angustia proviene, como antes se le ha preguntado de algo que usted se imagina pero que no tiene una causa real, diga “dos” «DOS y UNO». Ahora se le pasará con un operador, aunque ya se le avisa que para los problemas inventados la plantilla es muy pequeña, porque en esta empresa nos preocupamos de problemas verdaderos. Nos interesa solucionar y no perder el tiempo en cosas ñoñas. Cuando termine el operador, si es que en algún momento queda alguno libre, le pediremos que nos valore. « ¡Ahí te espero, pájaro! Si he llegado hasta los cien años con una guerra de por medio, hambre y piojos en mi juventud para parar un carro, y a mi edad solo tengo un poco el azúcar alto y algo de reuma cuando hace frío, conmigo no vais a poder, sinvergüenzas.»

viernes, 5 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 602. La "antigua" normalidad.


El chiquillo lanzó la flecha con todas sus fuerzas y su mejor puntería. Blanco. Su abuelo cayó al suelo inmediatamente, ya que la saeta le dio en pleno ojo derecho. Las personas se repartieron en dos: los que fueron a socorrer al abuelo y los que regañaron al niño. ¡Vaya fatalidad!  Con ese ojo tan hinchado no le podemos dejar en la residencia. Al poco, cuando nadie estaba pendiente, el abuelo guiñó el ojo bueno al nieto que le correspondió con el dedo pulgar hacia arriba mientras iba sonriente camino de cumplir el castigo impuesto a su habitación.

jueves, 4 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 601.La verdad y la posverdad


Érase un dinosaurio, un velocirraptor para ser más exacto, que había conseguido llegar vivo hasta nuestra época. No sabe muy bien cómo, sus padres, abuelos, y demás progenitores, pudieron  mantener el anonimato de su especie. Pero así era y además se sentía muy solo como hijo único. Esa soledad  le empujó a entablar contacto con ese mono evolucionado del que le habían hablado sus padres antes de, ¡pobres! , tragarse una bolsa de plástico a medias y morir asfixiados. La verdad es que, salvo un científico que le sacó sangre para hacer más sólida su tesis doctoral sobre la vida en el jurásico, nadie le había hecho ni caso. Eso realmente no le importaba mucho; lo que sí que le chocaba es que esos “hombres” seguían buscando fósiles de dinosaurios y especulando sobre si tenían o no plumas, « ¡pero no me ven a mí!»,  o cómo sería su alimentación « ¿por qué no me lo preguntan...? » Así que no le quedó más remedio que buscar a la única persona que se había medio interesado por él, el científico, y le formuló sus dudas « ¿Por qué no le importo a nadie? ¿Esto es eso que dicen que a la gente le interesa más la posverdad? ¿Es eso, científico?» No, le contestó: creo que es porque eres un dinosaurio. Deberíamos estar pendientes del próximo meteorito que vuelva a caer para ponernos los primeros en su onda expansiva. Los dos estamos fuera de nuestra época.

miércoles, 3 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 600. Coronavirus y el gusanito


El parduzco gusanito, que odiaba profundamente llamar la atención, tuvo que gritar por la injusticia de la situación. Estaba muy harto, harto de sortear asquerosas mascarillas que llegaban volando a su árbol, que parece que a nadie le molestaba. Pero si él entraba en una manzana que “qué asco”, y si no “vaya repugnancia de bicho hay en esa hoja”. No sabía a qué atenerse. Tenía que sortear día sí y día también con las humaredas azuladas de veneno que… «Pero bueno…estos humanos ¿qué quieren que haga, por favor? …, y encima, tengo que soportar que me digan Animal invertebrado sin valor taxonómico con un cerebro simple ¡Y vosotros vais al terapeuta porque no encontráis vuestro sitio en la vida!  Iros a la mierda, enclenques vertebrados de complejo cerebro»

martes, 2 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 599. Coronavirus y la crisis.


No recuerda cuando se hizo asesino ni cuando el mercado le especializó en asesino a sueldo. Pero lo que nunca se le olvidará es cuando llegó la crisis…, ya que las crisis son para todos, para los que venden coches y para los que te meten una bala del calibre 7,62. En la nueva normalidad los encargos estaban muy mal pagados y, al no disponer de cash, sus disfraces ya no eran buenos. Una vez utilizó una peluca que le produjo un sarpullido y tuvo que ir al ambulatorio, donde sin tarjeta, claro está, no le atendían, así que dejó rastro de su identidad, algo impensable antes del COVID-19. Al último lo mató con un garrote. ¡Maldita crisis!, exclamó escondido en una pensión de mala muerte mientras oía a la dueña aporrear la puerta gritando que le debía una semana.

lunes, 1 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 598. Coronavirus y la nueva normalidad


La nueva época se fue colocando poco a poco. Todo el mundo asumió que los cambios eran necesarios para alcanzar lo que se denominó como “nueva normalidad”. Los libros de papel fueron arrinconados por ser posibles vectores de expansión del COVID-19. Nadie se acercaba jamás a uno de ellos, por el pavor de contagiarse…, parecía lógico; aunque no se destruyeron para que su visión, allí amontonados en las esquinas de las principales calles, recordara a todo el mundo que el peligro seguía vivo. Sus homólogos digitales fueron borrados de todas las bases de datos para evitar que ningún terrorista los imprimiese y comenzara otra terrible pandemia. Todos los centros de conocimiento científico fueron desapareciendo, ya que poco a poco la sociedad dejó de consultarlos; cualquier tema médico, ingenieril, o de la índole que fuese era solventado por los call-center de los distintos partidos políticos, que al no referirse jamás en sus respuestas a ningún libro hizo aumentar enormemente su credibilidad. Al final, todos los partidos también se fusionaron en uno solo. La simplicidad era de obligado cumplimiento… en la nueva normalidad.

domingo, 31 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 597. ¡Qué haría yo sin ti!


Su oponente la miraba fijamente mientras vomitaba frases intentando destruir sus argumentos con axiomas ideológicos totalmente falsos: lo que se escondía detrás de ese léxico fácil era dinero, mucho dinero. Muchísimo. Nada de ideología ni cosa que se le parezca. Ella lo sabía, llevaba mucho tiempo en estas lides y no se dejaba seducir por una “manzana”, por muy buen aspecto que tuviese…la serpiente. Sus compañeros, sentados al lado en la enorme mesa de reuniones cuyos brillos parecían ajenos a lo que allí se estaba diciendo, la apoyaban con minimalistas movimientos de cabeza, que lo que expresaban realmente era: a ver si te estrellas y te cesan…lista. Ella también lo sabía, traducía magníficamente en varios idiomas, idiomas amigos y enemigos, lo que se llama bilingüe vamos. Y mientras aguantaba el embate de unos y los puñales de otros interpretando su papel como si estuviese estudiando al mismísimo Beltor Brecht, a punto de desplomarse sonó un wasab:
“Ya no me quieres. Es evidente. Llevas tres horas sin decirme nada. Esto es el final. This is the end, como cantaban los Doors”
Después de sonreír casi imperceptiblemente, sacó fuerzas de donde no había e hizo una exposición que desconcertó a todos, a un lado y a otro; cuando salía de la sala dijo en bajito: gracias, marido pesadilla ¡Qué haría yo sin ti!

jueves, 28 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 596. Coronavirus y guerra civil.


Bueno, queridísimos alumnos, ya casi está acabando este curso de 2199, y ya el próximo que entréis será un poco más emocionante por el nuevo siglo que estrenaremos todos. Por ello, para afianzar algunas materias que hemos estudiado muy importantes, ya no recuerdo si mediante estudio convencional o implantes de memoria, para unificar toda la historia de España que hemos estudiado, me gustaría que, además del examen neuronal que os hará el computador sobre credibilidad y arraigo de los conocimientos adquiridos, me hicieseis un trabajo corto, de unas cinco páginas como mucho, de la siguiente materia: Analogías entre la primera guerra civil española de 1936-1939 y la segunda guerra civil de 2020-2023.

martes, 26 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº595. Coronavirus y derroche de lucidez


La sala de reuniones le parecía muy grande aunque acorde a su categoría, claro está; las banderas enhiestas con su saludo, se encargaban de afirmarlo. Siempre entraba en ella diez minutos antes de que empezase cualquier reunión. Le gustaba ver una  a una, en solitario, con el respeto y la solemnidad que provoca el sonido de tu propia respiración, las paredes en las que un poco más tarde sus palabras rebotarían raudas hacia sus “escuchantes”, superando si cabe la velocidad del sonido, ya que eran suyas, del ¡más importante! Una vez que todo el mundo estaba sentado y justo antes de empezar, siempre el mismo pensamiento mitad y mitad desprecio y regocijo, recorría su bóveda craneal « Estos imbéciles, que se creen muy listos, muy preparados, muy lúcidos, seguro que piensan que soy un mediocre…. ¡Panda de pringaos! Jamás estaréis en mí puesto por eso mismo: por estar preparados. »

miércoles, 20 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº594. Coronavirus y estigma.


Yo he mejorado, se dijo en bajito poniéndose colorado de la vergüenza tan tremenda que sintió al verbalizar esa afirmación…, ¡con la que estaba cayendo!, pero siguió su razonamiento hasta el final, hasta las últimas consecuencias como siempre había hecho, por cierto, con todas y cada una de las cosas que influían en su vida. Si, por ejemplo, veía a alguien, que cada vez iban mejor vestidos se fijaba, rebuscar en la basura en silencio, automáticamente eso le costaba quince días de no salir de casa por la mochila que le había clonado a dicho individuo y se había colgado sin mediar palabra. Su médico parecía un estibador ya que no hacía otra cosa que descolgar cargas y cargas, explicándole que él no era el responsable de nada. Pero era muy cabezón, y como empecé al principio, había mejorado, se encontraba más libre, que digo libre…,infinitamente más libre con la mascarilla quirúrgica puesta siempre, ya que podía hacer algo que no podía evitar y era hablar solo, sin que nadie le mirara raro y se apartara. Ahora siempre estaba a dos metros de cualquier persona, ¡como todo el mundo!, nadie le rechazaba, ninguna persona cogía rápidamente a su hijo y se lo escondía detrás, lo más lejos de él, cuando le veían hablar. He mejorado,volvió a repetir poniéndose más colorado, si cabe.

lunes, 18 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 593. Coronavirus y la química.


Al final, la presión mediática, política, y por supuesto monetaria, fue sosegada incluyendo el número de muertos producidos en las epidemias como un valor en bolsa. Fue aceptado el devenir, que subiera y bajara como cualquiera de las otras acciones, aunque ese nuevo valor creado era repartido entre las grandes compañías que cotizaban en todos los mercados mundiales, de esta forma la responsabilidad no era de nadie, sino de todos, así era imposible que nadie cargase con ningún tipo de culpa, y en este sentido la ciencia siempre dice la verdad, tanto que se la nombra, porque ya se sabe por la química que cuanto más alta es la dilución, menos concentración hay de soluto y menos rasca en la conciencia, claro está. Y el planeta azul (bueno, no tan azul) siguió dando vueltas, un poco más ignominioso si cabe, porque después de haber gaseado a millones de personas, haber dejado morirse de hambre a ni se sabe el número de chiquillos, mirar para otro lado ante la prostitución de niñas y yo que sé cuántas barbaridades más…., y aceptando el destino como madre de todas las ciencias: cada ser humano ocupó su sitio, ganador o perdedor, ya decidido desde el mismísimo momento de la concepción. Como siempre, vamos.

sábado, 16 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 592. Coronavirus e individualismo.


Todo siguió su evolución. El individualismo continuó progresando adecuadamente, y los pocos que avisaron de tal peligro para la especie humana fueron enviados cruelmente a las terribles “sillitas de pensar”, hasta que emergían como nuevos seres no-ciudadanos ya convencidos del pensamiento imperante y único, o eran desechados y empujados al averno de la invisibilidad, si el tratamiento no había dado su fruto. En el fondo, aunque existían pomposos libros con gráficos y frases entrecomilladas demostrando que dicha corriente intelectual era la única posible, era lo que toda la vida se ha llamado “mirarte el culo”. Pero la genética es la genética, y posiblemente por las mismas razones que el genio de Darwin encontró en las islas Galápagos, todas las caras, al ser irrelevantes por la conducta descrita un poco más arriba, acabaron convirtiéndose en culos, ya que la cara era una estructura inválida ante semejante forma de pensar. Lo peor de todo es que al poco tiempo de la global mutación, vinieron muchos seres de otros mundos en plateados platillos, civilizaciones avanzadísimas que tenían la solución al cáncer, a las epidemias, etc, pero que no nos dijeron nada debido el aspecto tan deleznable con el que les recibíamos. Y fuimos el hazmerreír del universo, que los platillos ya ni bajaban: abrían las ventanas, nos miraban, y proseguían viaje desternillándose……y en cada alejamiento, un número elevadísimo de desesperados culos intentaban gritar algo, pero que era verbalmente incomprensible, huelga explicar el porqué.

viernes, 15 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 591. Coronavirus y el poder


En el final de toda batalla hay un perdedor y un vencedor, que nada tiene que ver con lo bueno o lo malo y muchísimo menos con lo justo e injusto. Las batallas son así, se comportan como si fuesen pequeños universos que siguen sus propias leyes físicas. Os explico esto, queridos alumnos, porque eso es lo que ocurrió en un planeta muy lejano, objeto de la clase de hoy. La lucha a la que me refiero se dio entre el poder económico y la ciencia. Y ganó el primero. Y con la rapidez que se dan siempre los vencedores de cualquier liza, empezaron a distribuir su verdad. La primera fue la total modificación de todos los libros de medicina, porque ya sabéis que no hay mejor campo de batalla que la sanidad. Se modificaron los parámetros fisiopatológicos que llevaban siglos demostrando su valía para alargar la vida de aquellos seres. Quedan algunas páginas de algunos compendios médicos, concretamente de cardiología, donde el hallazgo de un infarto de miocardio no dependía de lo que reflejase el electrocardiograma o los datos analíticos. No: el diagnóstico dependía de lo que comunicara su jefe laboral, de si podía faltar al trabajo o no. Ese era el parámetro decisorio. Suponemos que ese libro sería de obligado estudio para todos los médicos de aquel planeta. Y así ocurrió con todos los textos, creemos. Pero uno de ellos, que no se ha encontrado, pensamos que explicaría su extinción: el libro de salud pública, que como sabéis define cómo actuar ante una pandemia. Esa es, según todos los arqueólogos, la causa definitiva de la total aniquilación de aquel mundo. Lo más curioso de todo es que ese valor tan importante que llamaban dinero y que estaba representado por ceros y unos, según algunos restos arqueológicos, no se ha hallado ninguna prueba de su existencia. Es un misterio que algo considerado tan importante, como para jugárselo todo, no quede nada de nada. Como digo, solo hay de aquella maravillosa civilización, esqueletos y algún libro petrificado.

martes, 12 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 590. Coronavirus y otros planetas


Corría el año 343450 de su era. En un planeta alejado del suyo unos veinte mil años luz, un grupo de arqueólogos encontró restos de una civilización extinguida. Sus teorías, respecto a la causa del evento ligado a la extinción, están reflejadas en todos los libros universitarios. La más aceptada es que la infección del virus no pudo ser erradicada ya que aquellos seres poseían cinco narices y claro, mantener correctamente cinco mascarillas sin contagiarse pues debería ser, según el grupo mayoritario de arqueólogos que afirmaba esta teoría, muy complicado. Aunque había un pequeño grupo, muy minoritario, que afirmaba que, al encontrar la mayoría de sus esqueletos petrificados muy juntos, que podían ser semejantes a reuniones “festivas”, lo que en su planeta se llama “botellón galáctico”, la muerte les vino porque necesitaban imperiosamente divertirse, aunque dicha teoría era considerada casi una tontería, ya que no cabe en ninguna cabeza, sea del universo que sea, que nadie anteponga por delante de su vida nada. Por eso era tan minoritaria esa teoría.

sábado, 9 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 589. Coronavirus y La Fuentes


Escuchadme, queridos nietos. Una cosa quería contaros aunque digáis que soy un abuelo pesadísimo, pero entre mis obligaciones está la de la docencia. Ya sabéis que vuestra abuela y yo, hace algunos años, sobrevivimos a la terrible epidemia del Coronavirus. Recordad que lo más importante para que los miedosos, entre los que tu abuela y yo estamos entre las primeras posiciones, sobrevivamos, lo más importante es que los valientes sean valientes, y digan que NO en el momento más difícil. Vuestra abuela y yo lo vimos, vimos ese “NO”, tuvimos esa suerte.  Ha habido muchos hombres y mujeres que lo han hecho a lo largo de la historia de la humanidad, y gracias a ellos y ellas la humanidad ha podido seguir su tortuoso camino hacia el futuro. No lo olvidéis nunca. Y si tenéis la suerte de conocer a alguno, recordad su nombre y darle las gracias si tenéis la ocasión, y si alguno reza, que alguna de sus oraciones vaya para esa persona que la oísteis decir “NO”. Con eso basta. Los valientes no piden nada, de hecho lo que hacen, lo hacen “para sus adentros”.

domingo, 3 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 588. Coronavirus y la pareja


Decidieron darse otra oportunidad, la última; ese fue el pacto. Que era una empresa difícil ambos estaban de acuerdo, casi en lo único. Decidieron aprovechar el confinamiento obligado para esa nueva ocasión. Siguieron a rajatabla y más, todos los consejos de salud pública para evitar enfermar: fregar con lejía al 5% con más asiduidad, llevar guantes en los supermercados, utilización de geles hidroalcohólicos, estornudar en el codo o en un pañuelo y tirarlo de inmediato envuelto en una bolsita a la basura, y por supuesto ponerse mascarilla y hablar a dos metros de distancia. Y, como por arte de birlibirloque, la pareja empezó a sanar. Quizá fuese por la distancia que guardaban, o por el olor a lejía que invitaba a todo menos a discutir, o por no verse casi la cara, que lo mejor también influía el hecho de que la mascarilla amortiguase la voz y casi no se entendían. Lo que fuera, o todo junto. Y la pandemia del covid-19 pasó, pero ellos siguieron con las mismas pautas, que ya se sabe que la pareja es lo más importante y lo que más hay que cuidar, al precio que sea.

miércoles, 29 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 587. Coronavirus y los sueños


Desde pequeñito quiso ser lo que quiso ser. Conseguir abrirse paso con su sueño a cuestas le fue muy difícil, pero ya se sabe que si un sueño es de verdad, es imposible que el ser humano que lo tiene agarrado a sus circunvoluciones tire la toalla. Sus padres, cuando les comunicó su plan “para ganarse la vida”, no pudieron disgustarse más. Pero siguió adelante. No le fue sencillo encontrar maestros en su disciplina, ya que desde hacía tiempo dicho saber estaba un poco…olvidado. Para compensar la falta de docentes, veía y veía una y otra vez actuaciones grabadas, muchas de ellas en blanco y negro, del maestro de maestros, Marcel Marceau, y como él, también llevaba cada vez que actuaba una flor en su sombrero con el mismo objetivo que su ídolo: representar la fragilidad de la vida. Quién iba a decir que su profesión, la de mimo, iba a ser de las más demandadas en estos tiempos en que nadie puede tocar nada ni a nadie. Así que iba empresa por empresa, colegio por colegio, enseñando cómo debían de trabajar y relacionarse sin ponerse en peligro. Y esa flor que brotaba de su sombrero les recordaba a todos, además de la fragilidad de su existencia, lo terrible que puede ser la soberbia aquí, en el tercer planeta del Sistema Solar.

sábado, 25 de abril de 2020

Nanorrelato Nº586. Coronavirus y los débiles


Y el mundo volvió a cambiar. Ya había ocurrido bastantes veces a lo largo de sus varios miles de millones de años de existencia, en forma, por ejemplo, de glaciaciones que obligaban a los seres que poblaban la Tierra en ese momento a dejar sus cómodos y conocidos parajes para adentrarse en lo desconocido. Dicen que el mismísimo mar Mediterráneo se ha vaciado y llenado varias veces consecuencia de los movimientos tectónicos. Pero esta vez parecía distinto, pensó nuestro protagonista. Aunque analizando su reflexión es posible que a quien le toca el cambio siempre le parece distinto, porque no es lo mismo imaginar un recuerdo de otro que vivir tú esa situación. Pensó en lo inútil de su tremenda musculatura, sus varios metros de altura y sus terribles dientes desgarradores ante semejante oscuridad producida por el impacto del asteroide. ¡Creo que los más pequeños sobrevivirán…esos mamíferos chiquitines no necesitan tanta comida como yo!  gritó en el idioma de los Tyrannosaurus rex. Débil o fuerte…depende, como diría la canción de “Jarabe de palo”. A lo mejor ahora, 75 millones de años después de la reflexión de nuestro lagarto gigante y ante otro cambio, es el tiempo de los que se les consideraba débiles.

sábado, 18 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 585. Coronavirus y los extraterrestres.


<< Ni te acerques, Levo. Vamos a dar otra vuelta por este sistema solar, para hacer un poco de tiempo, hasta que solucionen semejante pandemia, y ya tranquilamente cogemos las muestras de esta misión.>>
<< ¿Te acuerdas Dextro, de que en el colegio primario nos explicaron que nuestros planetas sufrieron una epidemia parecida, hace mucho tiempo?>>
<< No muy bien, la verdad, porque yo venía de estudiar dimensiones paralelas y la biología se veía de refilón. >>
<< Pues, te cuento. Hace muchos metrones hubo una epidemia por un virus, que lo denominaron Boinavirus, no me preguntes porqué. Por lo visto fue un desastre, miles de muertos, bueno…, la leche cósmica. Todos los políticos de todas los planetas y distintas regiones no creas, en vez de ayudar, se liaban a hostias todos contra todos con láseres de segunda generación. Así que la solución vino de un pequeño y olvidado artículo de la Constitución de entonces, donde se dejaba claro que, si los políticos iban contra el pueblo,” el pueblo, es su derecho, es su deber, cambiarles de dimensión espacio- temporal y elegir a otros que vayan a su favor
<< ¡Ah!, por eso ahora, para ser político se necesitan tantísimas pruebas psicológicas, culturales, éticas…, por si acaso llegaran gobernar. Ahora que me acuerdo…, a un sobrino clónico mío le pillaron aparcando el platillo en una zona de carga y descarga y ya no pudo seguir con los estudios de político. Y es un chaval majo que siempre lleva las antenas en posición educada, pero…….>>
<<Eso es.>>

martes, 14 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 584. Coronavirus y las mascarillas


Aunque las primeras predicciones de los seres humanos que vivieron la epidemia del Covid-19, apuntaban a una reflexión profunda sobre los errores cometidos en el macroproceso denominado Globalización, no fue así. Una vez superada aquella pandemia, se siguieron cometiendo incluso con más ahínco los mismos fallos. Por ese motivo vino la siguiente oleada de otro virus. Tampoco se aprendió de ella y, dada la obstinación, vinieron muchas más para ya quedarse definitivamente. Desde hace unos trescientos años, por tanto, la humanidad no ha dejado de cubrirse la cara con mascarillas, de tal forma que viendo que dicho elemento de protección iba a ser necesario desde que se alcanza cierta edad, al igual que los implantes dentales se hicieron allá por el siglo XXI una práctica habitual para alargar el beneficio que provoca poseer una dentadura firme y duradera, se practicó la misma idea con mascarillas implantadas. Y esa es la razón por la que, desde que se puso en práctica la técnica que les acabo de mencionar, se abarataron tanto los implantes, ya que su única función era preparar a los alimentos para su correcta deglución, porque el aspecto de dichos elementos daba exactamente igual al estar siempre tapados por la mascarilla exactamente igual de implantada con una técnica que es el núcleo, alumnos de cuarto de Odontología-Mascarillología, de esta necesaria asignatura que vamos a comenzar en este curso de 2327/2328. Es bueno siempre un poco de historia para centrarnos en materia.

domingo, 12 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 583. Coronavirus y el residente


Recuerdo que mi abuela sobrevivió a la epidemia. Estuvo muy malita, pero aguantó. Jamás contó a ninguno de sus hijos ni a sus numerosos nietos nada malo, nada negativo, de aquella experiencia del coronavirus. Cuando mi padre la trajo a casa, se sentó en su sillón de siempre, exigió que se pusiese en la televisión “Sálvame”, y colocándose las gafas se comportó como si no hubiese pasado nada de nada. Pasados algunos años y sorprendido con aquel silencio extendido, estando en mi segundo año de residencia en psiquiatría, pensé que sería bueno que “descargase” alguna emoción para adelgazar su mochila. Me miró fija a través de aquellos gruesos cristales y me dijo: claro que te cuento algo malo, muy malo. Cuando tenía cinco años se me cayó la muñeca de trapo al río…, y se la llevó la corriente. Se me han caído muchas más muñecas a otros ríos a lo largo de mi vida, pero esa fue la más importante. Mi abuela me hizo psiquiatra.

sábado, 11 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 582. Coronavirus y la batalla del Ebro


Fue testigo de todo. Observó la evolución de todos los seres humanos que alcanzaba a ver desde su ventana, pero para él era muy importante porque ese universo parecía suficiente para extrapolarlo al resto de ventanas de todo el país. Vio cómo empezaron un buen día saliendo a aplaudir a todos aquellos que se la estaban jugando para que pudiesen continuar con sus vidas, con sus trabajos, con sus amores o finiquitar sus desamores. Después, esos aplausos fueron mutando en caceroladas. Ya no había risas, ni “hasta mañana vecinos”. No. Eran ruidos metálicos en medio del silencio. Después, unos y otros memorizaban como si estuviesen preparándose un examen, las caras de quienes aplaudían y quienes sacaban cacerolas. Después, apoyados en sus alféizar, unos a otros se disparaban con los dedos índices hipotéticos proyectiles lanzados desde la posesión más absoluta de la razón. Y esta vez, a diferencia de la anterior que fue horizontal, aparecieron verticalmente esas dos Españas sobre las que escribía Machado entre lágrimas. Y la batalla del Ebro siguió su curso, ya que nunca terminó, desde aquel 25 de julio del año 38, a las 0:15 horas. Es lo que afirman…, las ventanas.

viernes, 10 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 581. Coronavirus y "La Fuentes"


Adelante. Suena el despertador; acción absurda porque llevo una hora con los ojos como platos. Lo primero, lo primero: ponerme las orejeras que tengo en la mesilla, para evitar distraerme del objetivo. Nada, ni caso a Twitter, ni Facebook, ni nada. Solo ciencia y ciencia. Ojalá tuviera más, más certezas, más de todo, pero hay que luchar con los datos que tengo. Acordarse de Napoleón, que de esto de luchar entendía un poco, Cuando el enemigo se equivoca no hay que interrumpirle. No me quiero equivocar. Y además no puedo pedir ayuda, porque el planeta está igual…, o peor. Sigo. Órdenes, resultados, órdenes. En su día prometí ser directora general por y para…el pueblo. No voy a faltar a mi juramento mientras me quede ATP disponible. Me caigo un poco, nadie me ve. Soy médico, por tanto me levanto porque la medicina no se puede ejercer de rodillas. Me acuerdo de cosas buenas. Solo un ratito, como para descansar. Las aparco, ya que en el frente pueden ser muy dañinas. Una llamada y otra, una videoconferencia y otra. Un pasito más. Parece que se aplana la curva. Pero..., sorpresa, todavía hay gente que intenta escapar al pueblo. Fuera pensamiento negativo.  El enemigo es muy fuerte. Pero yo también. Soy de arriba de la montaña. Adelante. Y de algo estoy segura, como la vieja canción de aquellos gallegos: “Y bailaré sobre tu tumba……”  coronavirus.

jueves, 9 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 580. Coronavirus y Bukowski


Volvió a leer el poema. Le parecía tan maravilloso que cada vez que se asomaba a él era como si fuese la primera vez, como si en cada una de las lecturas se presentara una obra maestra distinta. “Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir, pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy a permitir que nadie te vea”. Hacía una pausa por la emoción brotada con el comienzo, y después de coger aire.... “Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir, pero yo le echo whisky encima y me trago el humo de los cigarrillos, y las putas y los camareros y los dependientes de ultramarinos nunca se dan cuenta de que está ahí dentro”. Pero de pronto ocurrió algo inesperado, un pensamiento en forma de pregunta eclosionó a bocajarro, ¿Qué habría hecho Bukowski en esta situación?  Al cabo de unos segundos se respondió certeramente: Ponerse una mascarilla para proteger a su amado pájaro azul.



Poema completo "El pájaro azul"

domingo, 5 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 579. Coronavirus y tod@s


A todos. A los que están dentro y a los que están fuera. A los que se les perla la frente de miedo a contagiarse y a los que...ni lo piensan. A los que les dan medicinas a los pacientes y a los que les ofertan la mano virtualmente. A los que no han salido de casa y a los que salieron, y por fin entraron, se dieron cuenta de la maldad de este virus. A los que rezan y a los que solo lo hacen a ratitos, por si acaso. A los que han perdido a alguien insustituible y a los que la suerte les ha tocado con su pluma. A los que se lanzan con los chiquillos al suelo del salón para entretenerles y a los que se tiran encima del paciente para meterle un tubo por el gañote a modo de cordón umbilical con la vida. A los que llaman por teléfono a sus enfermitos para proseguir el tratamiento como sea y a los que llaman a sus padres del pueblo diciéndoles, una vez más, que no salgan a la calle. A los que analizan incansablemente los datos esperando un atisbo de aplanamiento y a los que ya solo ponen la videoconsola. A los poetas que se desesperan porque no les sale un solo verso y no pueden ayudar desde su perspectiva, y a los que lloran al escribir cada parte de defunción. A los que limpian el suelo una y otra vez y a los dejados que no lo han limpiado jamás desde que empezó la cuarentena. A los que reparten alimentos incansablemente y a los que esperan tranquilos delante del súper. A todos y a todas (como se dice ahora): un abrazo. No tengo otra cosa.

sábado, 4 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 578. Coronavirus y el Hospital-Hotel.


Y empezó la metamorfosis, y al igual que para cualquier larva, el comienzo fue difícil. Lo primero que había que desalojar era la palabra hotel y sustituirla por la de hospital, que conceptualmente, aunque parezca extraño, son términos contrarios, aunque he de añadir que las dos empiezan por hache, y…todo ayuda (ya veréis). Y donde hay salón ha de haber almacén de limpio, y donde hay otro salón ha de haber almacén de fármacos, y donde hay caramelitos de bienvenida ha de haber gel desinfectante, y donde hay pomos invisibles ahora deben de tener luz roja por ser uno de los sitios preferidos del virus para jugar al escondite. Y donde hay revistas y periódicos para pequeñas esperas, ahora no debe de haber nada, ya que el covid-19 también le gusta leer y pasar de mano en mano. Y donde antes había una habitación con todo lo necesario para descansar o.…lo que sea, ahora hay tres ordenadores, dos teléfonos IP y una impresora. Y donde hay una televisión, ahora también, pero dando cifras de contagiados. Y donde hay moqueta elegante y silenciosa ahora debe de haber sintasol para limpiar, y limpiar, y limpiar. Y donde hay..., ya llegan los primeros enfermitos: mira, eso es lo mismo, las mismas sonrisas y amabilidad de cualquier hotel de cinco estrellas, porque ahí es donde salen la haches: hache de henfermería, hache de hadministrativos, hache de hacultativos, hache de hinformáticos, hache de himpieza, hache de hocineras , hache de hantenimiento, hache de holicía nacional y holicía municipal, hache de heguridad,.......... << Bienvenidos a este hospital. A curarse se ha dicho>>

jueves, 2 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 577. Coronavirus y el enamorado.


Seguía regando las flores. Todos los días, además de cambiar el agua, les ponía una aspirina, que siempre se ha dicho que es muy buena, pensaba cada vez que desmenuzaba la pastilla en sus ancianos dedos. Pero el ramo de flores cada día estaba un poco más marchito, aunque él no quería tirarlo a la basura, porque era el regalo que le pensaba llevar a su primera cita, justo antes de la declaración del estado de alarma y el confinamiento obligatorio. Cuando todo esto termine, le enseñaré lo que quede de él, que no piense que soy un hombre de poca palabra, que lo importante no es el aspecto.
<< Que no, abuelo. Ese ramo hay que tirarlo. Está podrido. No se preocupe que su Dulcinea lo entenderá>>
<< Con lo que me costó rellenar esa hoja del ordenador donde me dijiste que se encontraba novia …que vergüenza pasé, como para que piense que soy un frívolo. ¡Ni hablar, yo no lo tiro!>>

miércoles, 1 de abril de 2020

Nanorrelato Nº 576. Coronavirus y el último de la Nueve


¿El mortal silbido de las balas?  No. ¿Un mal paso dado sobre una mina antitanque?  Tampoco. ¿Quizá, una bomba tirada desde un mortífero Stuka? Nada. ¿Un interrogatorio de la Gestapo? No. ¿Una granada despistada? Que no. ¿Un francotirador de élite? Frío, frío. ¿Entonces? En las cartas me sale que te va a matar algo muy chiquitito. Bueno, pitonisa, tengo que seguir con mi compañía que vamos hacia París… gracias por avisarme, aunque no sé qué quieres decir con eso de “chiquitito”, ¿Que me va a matar una hormiga o qué? Eso es lo que dicen las cartas, soldadito español.



A Rafael Gómez, último superviviente de la Nueve, muerto por coronavirus.

lunes, 30 de marzo de 2020

Nanorrelato Nº 575. Coronavirus y el infectado

En medio de la inmensidad no me atrevía casi a moverme, no sea que perdiese el agarre a la tabla. Como si fuese un náufrago en el centro del océano, asido a mi cama, en algún cuadrante de aquel inmenso hospital creado para mí y los que se “parecían “a mí, esperaba alguna señal entre tiritona y tiritona, algún barco mercante despistado que me echara un flotador blanco y rojo con el nombre escrito en él. Me puse nervioso ya que me vino a la mente, seguro que fruto de la calentura, la escena del Carpathia llegando tarde al naufragio del Titanic. Pero en seguida llegó alguien, sin el rostro reconocible, con una mascarilla verde dentífrico y unas manos azules, como las de Shrek y …todo se me pasó. El miedo desapareció al oír las palabras tranquilizadoras ………..

<< ¡Jo, abuelo, cuéntalo bien que no te entiendo!>>

domingo, 29 de marzo de 2020

Nanorrelato Nº 574. Coronavirus y el final


Y todo terminó. Y los que tuvieron bajas cercanas guardaron y honraron las cenizas de sus héroes y las dejaron en algún sitio fácil de ver, para nunca perder de vista el norte de la nueva brújula. Y los que por suerte no tuvieron que despedir a nadie les pidieron a los que sí, que ese sitio también se viese por ellos, así todos mirarían en la misma dirección si necesitaban recordar para decidir. Y todo el mundo olvidó lo que había sido, restó importancia a su individualidad, para convertirse en una parte imprescindible de un todo. La conciencia social se extendió y arraigó en la mayoría del material genético de la gente, y dicho gen de nueva creación ya formó parte del genoma de la nueva raza humana. Y los mares se llenaron de peces y se vaciaron de plásticos. El aire de las ciudades era tan fresco y limpio como en la mismísima cumbre del Everest. Y ningún político jamás de los jamases se le ocurrió mentir al pueblo. Y nadie viajaba a hacer turismo sexual ni barbaridades mayores. Los extremismos religiosos fueron apagándose hasta desaparecer. Las armas que portaban las fuerzas y cuerpos de seguridad de los países tenían un tono de herrumbre por no ser usadas. Y un sinfín de cambios se fueron perpetrando en los años siguientes al 2020. Y, ahora que soy muy viejo y viví todo aquello, quería contároslo mis nietecitos del alma, que nunca dudéis que este mundo es mejor que el que yo viví, salvo por los que se fueron, que los echamos mucho de menos.