Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 26 de junio de 2012

Nanorrelato nº 208. Banquia

Cuando lo tuvo que hacer no le costó tanto, ya que a pesar de toda la información favorable que rebosaba seguridad, vertida durante meses atrás por todos los medios de comunicación fiables, él sabía con absoluta certeza lo que realmente ocurriría y, en consecuencia, fue recogiendo datos que le serían muy valiosos, como la diferencias de temperatura de los distintos suelos amigables o apuntando las marcas comerciales que utilizaban para envolver sus productos los cartones más resistentes. Además, observó de primera mano cómo el vino transportado en recipientes de cartón era mucho más cómodo que en recipientes de vidrio; fue adquiriendo por autosugestión el color cetrino inequívoco de aquel que no puede salvarse, del perdedor. Se entrenó día a día, concienzudamente, a tener los ojos medio cerrados ya que con esa abertura era “más que suficiente”. Aunque…, he de añadir que en el cartón que, aposta con faltas de ortografía como estrategia de mercado resumía su situación, su nuevo curriculum vitae, no iba firmado por un “gracias”, sino con un “bioquímico, gracias”.
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

jueves, 21 de junio de 2012

Nanorrelato nº 207. ¿Inalcanzables?

Los sueños, sus sueños, sí, esos que eran como pájaros de tonalidad rosada muy agradable (e inalcanzables, ya he dicho que eran sueños), fueron de repente perdiendo altura hasta que, ya a tiro de una “bandada” de crueles y certeras cazadoras, que portaban las mejores escopetas existentes en el mercado, empezaron a disparar contra ellos derribándolos a todos sin excepción. Una vez en el suelo, que no era un mullido colchón de hierba fresca como en las praderas de las películas del lejano oeste, sino un barro húmedo y pestilente, fueron pisoteados por una manada rabiosa y descontrolada de esos ñúes que salen tan frecuentemente en determinado canal televisivo, y cuyas pezuñas iban rematando a aquellos rosados sueños que habían tenido una segunda oportunidad después de la perdigonada recibida.
<< Ufff..., vaya sueño ¡Anda que no me quedan sesiones con el psiquiatra! >>

lunes, 11 de junio de 2012

Nanorrelato nº 206. De vuelta (Finalista en el VI certamen de relatos breves de RENFE)

No era capaz de aclararse si iba o venía. Imposible saber a ciencia cierta si acababa de salir o, por fin, regresaba. No conseguía orientarse, así que se levantó y se dirigió al vagón restaurante buscando... Pidió una copa de coñac que amablemente le sirvieron, pero de repente, y con voz enérgica, ordenó que se la cambiaran por un refresco. El camarero satisfizo su deseo, cerrando el trueque con un leve apretón en el antebrazo. Ahora sí, ahora sí sabía donde iba: Era un viaje de vuelta a su casa como un hombre nuevo.

domingo, 10 de junio de 2012

Nanorrelato nº 205. La cuarta

La primera vez que rompió una promesa se sintió muy mal. Le dieron arcadas como esas que le afligen a los policías inexpertos que salen en las películas cuando ven su primer crimen espantoso. La siguiente, también; aunque, a la par que ese negativo sentimiento, aparecieron otras percepciones que amortiguaron en parte dicho malestar. En la tercera la desazón había prácticamente desaparecido, he de añadir. Pero esta ausencia, curiosamente, le rememoraba y amplificaba lo que había destruido con la primera. En la cuarta…No, no hubo cuarta, ese numeral es incompatible con la bioquímica, con la vida. No.
Ilustración realizada por el pintor Jesús Oliván

miércoles, 6 de junio de 2012

Nanorrelato nº 204. Deprisita

Exactamente, como reza el título, así quería nuestro maduro protagonista que fuera pasando la vida: deprisita. Era a la máxima cota de felicidad que había conseguido llegar a base de amigos y psicoanálisis: deprisita. Ahí, ahí justo había logrado detener digamos… la ola. Bueno, tampoco estaba tan mal, podría haber sido peor. Sí, podría haber deseado que no pasase. ¡Qué barbaridad ! ¿Verdad?

domingo, 3 de junio de 2012

Nanorrelato nº 203. El amanecer

Era una espesa nebulosa la parte de su vida que le había traído hasta este precipicio. Por más que intentaba transparentar el puré, recordar cual fue el momento clave, en que instante tocó el negro monolito (gracias Kubrick), no conseguía recolectar un acertado resumen temporal. Quizás, y digo quizás, el momento más lúcido en el que casi lo atrapaba, era nada más levantarse…, con las primeras arcadas. Luego, después de varias copas, intentaba poner en claro los datos anteriores pero…, sin conseguirlo. Así que, día tras día, no le quedaba más remedio que esperar hasta el próximo amanecer.