A lo mejor, te diste cuenta de que el país de “Nunca
Jamás” era demasiado pequeño para albergar a todos los niños desamparados del
mundo; o a lo mejor, sólo tú sabías lo que era ser indigente en Nueva York; o a
lo mejor, aquellos alumnos a los que tanto te costó enseñarles lo que realmente
significaba carpe diem se pudrieron
de becarios en empresas gigantescas; o a lo mejor, nunca dejaste de oír los
gritos desesperados de los soldados en la guerra de Vietnam; o a lo mejor, no soportaste ver como Robert de Niro volvía a entrar en coma. Por lo que sea:
descansa en paz.
A Robin Williams