Un día, de pura casualidad,
nuestro protagonista se enteró de que el frigorífico también se puede limpiar,
mejor dicho: se debe; que la limpieza pirolítica era sólo cosa del horno y que
por muy próximos que estuviesen en su exigua cocina, nunca se podría dar tal colaboración;
así que se puso manos a la obra y… debajo de una hoja de lechuga estaba él.
Recordó con exactitud el día que lo compró. Le encontró más delgado y con un
amarillo menos potente. Normal, había estado encerrado en el zulo de las verduras desde…el principio.
Al cogerlo le miró, se miraron: la injusticia y la incomprensión llenaron el
blanquecino habitáculo. << ¿Por qué? ¿Por qué me compraste y me
abandonaste como si fuera un elemento inanimado sin sentimientos?>>,
creyó oír nuestro valiente limpiador. Aunque enseguida desechó tal reproche ya
que el bisonte pintado en la amarillenta piel de nuestro olvidado cítrico le
hizo comprender que sería imposible que hablase en castellano por lo novedoso
del idioma, vamos. Pero algo tendría que decirle, no iba a quedar como un ordinario de
tres al cuarto. Así que…<<Rosa, rosae>> le dijo en bajito
intentando romper el hielo. << ¿Por qué? ¿Por qué no fuiste capaz de
apaciguar tu impulso consumista y me dejaste tranquilo en aquella impersonal
cesta del Centro Comercial?>> le respondió en un latín casi castellano.
Así que, muerto de vergüenza se preparó un gin
tonic, a las nueve de la mañana, intentando paliar la injusticia cometida. Y
la lección aprendida le sirvió de mucho el resto de su vida: fue mejor persona
desde ese encuentro, ya que entendió que como reza el dicho “ningún enemigo es
pequeño”, a nadie se le debe ignorar por
no ser enemigo. Que no sólo hay que “hacer caso” a los malos. Feliz
Navidad. FIN.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
miércoles, 23 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
Nanorrelato nº 430. Equis igual a....
A lo largo de toda mi existencia, incluidos los sueños como partes inseparables de ella, me consideré una persona singularmente especial. ¡No había ninguna duda! Y en este último instante, cómico y macabro, y... ya sin retroceso terapéutico posible, me doy cuenta de que sólo soy un vulgar suicida. FIN
jueves, 17 de diciembre de 2015
Nanorrelato nº429. ¿La condición humana?
Una vez que
asumió que nadie vendría, se relajó. Anduvo unos pasos, alejándose de la
gasolinera, y el aire limpio fue eliminando el olor a combustible con lo que
pudo empezar a pensar con claridad. Toda su perruna vida había estado esperando
algo: o que le pusieran la comida, o que le bajaran a la calle, o que alguien
llegara a casa para hacerle unas caricias. Pero todo eso ya se había terminado.
Sí. Esta era la última espera. Comenzó a andar y la ilusión llegó de repente al
imaginar las aventuras que viviría a partir de entonces. Se fundió con su
antiguo amigo recientemente desaparecido y, convirtiéndose en un organismo
mitad perro y mitad abuelo, alcanzó el éxtasis libertario: soy yo, por fin.
Tiró, al lugar que le corresponde, todas esas promesas y compromisos y sonrisas
de color gris marengo. Pero antes de partir quiso mirar al sol y en su camino tropezó con unos carteles
electorales cuyos individuos fotografiados tenían todos los mismos ojos que
su…en fin. Leyó algo de promesa o libertad o buen camino. Se
descojonó, es más: aulló de risa.
lunes, 14 de diciembre de 2015
Nanorrelato Nº 428. ¿Refugiado?
Érase un
refugiado que intentaba refugiarse en algún refugio que le refugiara, claro
está. Los supuestos refugios, que un día había visto en las imágenes de Google escribiendo
la palabra refugio, no los encontraba en su larga caminata. Había visto olas
como las que Melville describía en “Moby Dick”. Había sentido el hambre que
Steinbeck plasmó en “Las uvas de la ira”. Pero nada de refugios. Y un buen día,
reventándose una ampolla de uno de sus maltrechos pies pensó <<A lo mejor
es que yo no soy un refugiado. Igual me equivoqué. Pero…. ¿Qué es en verdad ser
refugiado?>>
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