Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


jueves, 28 de febrero de 2019

Nanorrelato Nº 531.Maldito siglo XXI

Se sorprendió con la rapidez que le contestaron. Apenas hacía unos minutos que se había dado de alta en aquella plataforma, que ya había oído en el trabajo su infalibilidad a la hora de ligar. Así que quedó, aunque un poco preocupado por su pequeña mentirijilla de poner como foto de perfil una muy buena que tenía, cuando todo “le iba bien”, de hacía cinco años. «Cinco años no son nada…, tampoco he cambiado tanto», se dijo en voz alta. Y como acabo de decir, quedó. No fue mal al principio, salvo al rato cuando le insinuó si le apetecía merendar las tortitas que allí hacían que eran muy buenas y que lo más importante es encontrar a alguien para continuar el viaje acompañado….
«Creo que hay páginas web, en latín, donde puedes encontrar lo que necesitas. Por cierto: quita esa mierda de foto»

Al día siguiente, en el trabajo, las carcajadas se oían en toda la oficina.

viernes, 22 de febrero de 2019

Nanorrelato Nº 530. Freud y el cine

« Hijo mío: eres un desastre. Ya llevas tres divorcios. No hago carrera de ti» le dijo el mismísimo Groucho Marx moviendo el puro y mirándole fíjamente a los ojos, lo que de inmediato hizo que pegara un salto en la cama empapado en sudor. ¡Vaya pesadilla!, le contestó frente al espejo del baño, afeitándose; además tú ¡Mi Groucho! Tenías que ser tú, la persona que más admiro. Has sido muy cruel. En fin, a ver si pasa ya esta época…, de nuevo. «Más madera que es la guerra…» le pareció oír desde el dormitorio cuando estaba a punto de salir. ¡Esta noche que venga Marilyn, o me voy al sillón si sigues encerrado ahí!, le contestó desde el otro lado de la puerta.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Nanorrelato Nº 529. El botoncito al cuello

Y llegó a viejecito. Lo supo porque casi sin darse cuenta llevaba, de pronto, un botón colgado al cuello. Estaba muy claro que eso era “cosa de sus hijos”, para estar ellos más tranquilos…como vivía solo, para ellos exculparse un poco de sus respectivos subconscientes, que como todo el mundo sabe siempre dicen la verdad; porque a él eso no le hacía falta, pero para qué iba a decirles nada a estas alturas de la vida. Lo importante era su vecina. El verdadero amor a la mejor edad, exclamaba en alto cuando la veía. Y mis hijos creen que nuestro amor es forzado, que es fruto del miedo, del miedo a morirme solo ¡Qué te parece, amada mía, con lo que me gasté en su educación y lo ignorantes que son! Ella también llevaba un botoncito por la misma razón contada un poco más arriba. Además, te voy a decir algo: en el fondo todo, menos tú, me importa un pito…, y miraban a la vez sus respectivos botoncitos de pitidos y se descojonaban de risa, con dos buenas copas de vino, utilizando como posavasos las cajas de los fármacos hipotensores que tomaban religiosamente, eso sí.
« Como no me des un beso toco el botón y lío una que pa qué»
«Tonto, estate quieto»