Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº9



Estoy dentro, bueno, ya estoy arriba. He tenido suerte, tengo donde elegir, hay varios asientos vacíos. Surge la primera duda: ¿dará igual donde me siente? ¿Mí destino será el mismo? ¿No cambiará nada? ¿No cambiaré yo? Me acomodo en el que he decidido será el mejor asiento, para el mejor final. Las estaciones van pasando y, aunque no se lo pueda contar a nadie, son distintas, mi asiento las hace distintas. Llego a mi destino y allí está ella, con la sonrisa iluminando el andén. Gracias a mi asiento todo ha terminado bien. << ¿Nos vamos al cine?>>

domingo, 26 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº8


 Todo había salido a la perfección; el editor había hecho un trabajo magnífico y la prensa también, estaba en todas las grandes librerías; pero algo en su interior maltrataba la alegría provocada; no había conseguido su objetivo. Sí, ya sabía lo difícil que era sacar la cabeza en este mundo. Sí, su talento había sido un arma eficaz para tumbar a tantos y tantos competidores en una loca carrera por unos centímetros de estantería. Sí, todo eso lo sabía, pero no confortaba en nada a ese sentimiento ardiente que no se había aplacado en ningún momento del proceso de flotación literaria. No, no era famoso…. no como él quería. Ese había sido el motor de tanto derroche literario: la fama. La fama hasta sus últimas consecuencias, expresada en forma de no poder salir a la calle sin un paparazzi pegado, de no tener ni un solo ápice de vida privada, de no volver a decir la verdad nunca más. Era un escritor suficientemente conocido, pero lo que le importaba a la gente eran sus libros y no él. Llegar a esta conclusión,  la cual se había presentado de una forma diáfana, era lo más doloroso que recordaba. No, no puedo quedarme parado, volvió a exclamar en silencio. Ahora o nunca. Tengo que encontrar una solución, una fórmula magistral que cambie de dirección lo que nunca debía de haberse desarrollado de una forma tan burda. Pero qué, ¿qué debo hacer, qué derrotero debo tomar?
-Ya está -exclamó, esta vez en alto-, mentiré, diré que yo no he escrito la novela.
Mientras pensaba, sonó su móvil; cortó sin descolgar, no podía permitirse una distracción. Eso era; la mentira. La mentira le llevaría en volandas al mundo que realmente deseaba. Dicho y hecho. Nada más comunicar la repugnante acción empezó una escalada de entrevistas, programas, reportajes; magnífico, magnífico, retumbaba constantemente en su cabeza. Por fin era él lo importante y no su mente.
Sonó el timbre y ante él apareció la figura de un hombre derrotado, abatido por la injusticia.
-           Hola, ¿ya no me saludas?
-           ¿Cómo? ¿Quién eres?
-           ¿Ya no te acuerdas de tu hermano? Te he llamado varias veces a tu móvil, pero no has tenido cojones de descolgar. Por lo menos has reconocido que tú no escribiste “La necesidad del olvido”. Te venía a dar las gracias por ese alarde de valor.
-           ¿Cómo?

viernes, 24 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº7


    Lo siento, pero no me voy a tomar la medicación.
    No le acepto ese no. Ya sabe las consecuencias de ello.
    Por eso mismo.
    Ahora no le entiendo.
    No hace falta que me entiendas.
    Mire usted, como su médico, debo de decirle que…
    Y yo, como tú padre, te digo que no.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº6


    ¿Alguna vez te has fijado en mis pies?
    ¿Cómo? No te entiendo.
    Sí, que si te has parado a observar mis pies. Si te has interesado por ellos, pregunto.
    Pues…no sé.
    O sea ¿que no?
    Ni sí ni no. No me acuerdo.
    ¿Alguna vez te has fijado en mis manos?
    Sí, claro.
    ¿Y en mis ojos?
    También.
    ¿Y en mis pies, no?
    No sé donde quieres llegar, cielo.
    A que me dijeses que me quieres, de otra forma.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº5

    ¿Papá, que es un cobarde?
    Uf hijo, eso es muy complicado de definir. Si te soy sincero, no te lo podría decir.
    ¿Y un valiente?
    Ah, eso es más sencillo.
    ¿Y por qué es más sencillo definir valiente que cobarde?
    Porque a lo mejor, hay que ser muy valiente para saber realmente qué es un cobarde.
    ¿Entonces? ¿Tú eres un cobarde?

sábado, 18 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº4


    Hola.
    ¡Perdón! Eh… ¿Quién es usted?
    ¡Hombre! Con este traje rojo, este gorro rojo, ¿usted quién cree?
    Ya, bueno, entonces le dejo hacer su trabajo.
    No, si venía  a hablar con usted.
    ¿Conmigo?
    Es que…desde que era un becario no recuerdo que me ocurriese nada igual.
    ¿El qué?
    Usted ya lo sabe.
    No. No sé a que se refiere.
    ¿Ah no? Pues, como le diría, que es usted la única persona en el mundo a la que jamás le he puesto un regalo.
    ¿Cómo que no? ¿Y todo lo que está ahí con mi nombre debajo del árbol?
    Nada. Ninguno es un regalo.
    Pero bueno. ¡Qué tontería es esta!
    Sí, de verdad, no se ofenda. Por eso estoy aquí, ya le digo.
    Pero… ¿esto no es un regalo? — dijo mientras levantaba una caja envuelta en papel de color rojo.
    No. Vamos por partes: ¿Usted sabe lo que es un regalo?
    Claro.
    A ver.
    Pues, algo que se compra…perdón, que se desea que te traigan en una noche tan especial como ésta, en agradecimiento o no sé...cualquier motivación.
    Ni puta idea.
    ¿Cómo?
    Eso no es un regalo.
    ¡Ah!, ¿no?
    No.
    ¿Entonces?
    Un regalo es algo que se desea que tenga otra persona. Sin más. No es un trueque, ni un agradecimiento, ni nada de nada.
    No lo entiendo.
    Perdone mi indiscreción ¿usted a qué se dedica?
    Soy banquero.
    Ya. Buenas noches señor. Sigo con mi tarea.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº3

Miró a la serpiente. Era la primera vez que estaba a solas con ella. El color verduzco de su piel brilló de forma majestuosa. Pensó que la soledad a veces realza lo vulgar. Miró su redonda boca negra, también era maravillosa a pesar de la ausencia de color. Pero… volvió a su pensamiento, a su meta. Sabía que a ella le gustaría. Sí, estaba completamente convencido de que el áspid sí le escucharía, de que le encantaría su “conjura”. Era consciente del precio. Tendría que despertarla. Dudo, la miró, dudo, la volvió a mirar, dudó…y abrió la puerta del coche, fue hacia la parte de atrás y observó la también negra boca del tubo de escape. Serpiente y tubo se fundieron en un beso, un beso de despertar. La serpiente se desperezó. Él empezó a leerle y ella le regaló su aliento.

A John Kennedy Toole (17 de diciembre 1937- 26 de marzo de 1969)

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº2


Volvió a mirar. Volvió a mirarse y, volvió a mirar. Intentaba buscar, encontrar, explicar el porqué había tanta diferencia entre lo de fuera y lo de dentro. En que momento se habían distanciado ambos estados. Parpadeó de cansancio y….le llegó la repuesta: había perdido el tiempo en la búsqueda.

martes, 14 de diciembre de 2010

Nanorrelato nº1

Gritó, brincó, lloró y rió. Se paró.
    ¿Que haces papi?
    Enseñarte.
    ¿A qué?
    A vivir.
    Entonces, ¿por qué te paras?
    Ja — sonrió — ya lo sabes todo entonces.

lunes, 13 de diciembre de 2010

¡Y se hizo realidad!

Buenas a todos y a todas, por fin existe el blog. Después de las sucesivas broncas de mis amigas/os como Yolanda, Alena, Mariano, Pablo y un sin fin de indivíduos e indivíduas que de alguna u otra  manera me llamaban capullo. Aquí está. Ah, lo de los contenidos....eso es harina de otro costal.