Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


jueves, 31 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 69. Vejez

Merecía la pena estar a su lado. Era tranquilizador su silencio. Pero a veces, sin saber porqué, regalaba algunas palabras, frases que le hacían a uno temblar durante horas. Eran vivencias antiguas pero de rabiosa actualidad. Las podías amoldar a tu propia vida, y te ayudaban a ir un pasito por delante. Sabía lo que necesitabas en ese momento, incluso en cada momento me atrevería a decir. Era una vejez maravillosa.
                              Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

martes, 29 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 68. En un momentito


Cuando su vida pasó por delante de su mente, como cuentan en las películas, no estaba a punto de morirse, ni se encontraba inmerso en alguna situación peligrosa que le hiciese sospechar nada parecido, sino que estaba medio adormilado viendo la televisión. Pasó rapidísimamente. Claro, tenía su lógica: ya tenía una edad avanzada. Si lo hubiese hecho a una velocidad menor, perdería totalmente su sentido, si es que se le puede encontrar alguno a que tu vida pase por delante de tus narices. Pero lo curioso, lo que le dejó estupefacto, fue que realmente lo que se mostró en su mente no era su vida, sino la vida que hubiese llevado sin cometer los errores garrafales que, por lo visto, fue perpetrando una y otra vez. Y dentro de lo llamativo de la situación paralela, lo que más le asombró es que se vio con cuerpo de mujer.
                               Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez

lunes, 28 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 67. La última


Primero fue el trabajo con los niños complementado con el de fuera. Después sólo quedó el de fuera. Al cabo de los años, volvieron de nuevo los chiquillos. Su espalda, al igual que sus piernas y brazos, se resentía, pero nunca lo consideró algo pernicioso, sino propio de su vida. También sus ojos fueron perdiendo agudeza, pero seguía siendo parte del lógico desgaste evolutivo. A lo que nunca se acostumbró, lo que realmente nunca aceptó, lo que nunca jamás consideró parte de su existencia, fue cuando la última mariposa salió de su estómago para dejarlo yermo. Todo perdió sentido, su sentido, el sentido y quizás, digo quizás, por ello fueron pasando los años lenta, muy lentamente.

domingo, 27 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 66. Es lo que es

Estaba nerviosísima. Era su primer día de trabajo. Ya, ya sabía que la habían engañado, que no era “eso” lo pactado, lo hablado de forma amigable, distendida, pero los tiempos eran lo que eran, y lo peor de todo: El mundo “es lo que es”. El dinero se fijó en su mente como primer y único objetivo y de esa forma aplicó el bálsamo profiláctico tan necesario para dar el siguiente paso. Paró el primer coche.
                              Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

Nanorrelato nº 65. El combate


Llevaba bastantes días sin poder pegar ojo. Sabía porqué era, claro, pero le daba pánico pensar en ello, así que ni se le ocurría verbalizarlo. Posiblemente era la primera vez que se enfrentaba a él mismo, esa pelea que tantas veces había sido aplazada pero que ahora estaba a punto de empezar. Ya no había vuelta atrás. No quedaba ni una sola localidad libre, ni una sola neurona sin ocupar. Hasta las más alejadas, las de la digestión y cosas así, se habían vendido en la reventa a precios exorbitantes. Sonó la campana. Miró hacia atrás instintivamente y…recibió el primer golpe.

sábado, 26 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 64. Lo han llamado

 
Informe 23477x2: Regreso al planeta denominado Tierra, mejor dicho, me obligan a volver a dicho sitio. Alguien en las altas esferas me la ha jugado. Ya me enteraré. Como siempre, realizo  la transmisión de datos al ordenador central. Aquí siguen igual, los mismos muertos, las mismas injusticias, el mismo odio irracional, en fin, la leche cósmica, no han cambiado en nada. Bueno, me he hecho invisible para tomar datos en los alrededores de la zona de aterrizaje y he visto a un humano recién nacido. Lo han llamado “nene”. Quiero hacer resaltar dicha palabra en el informe para que se tenga en cuenta con especial importancia cuando dicha información sea evaluada. Creo que es uno de los datos más relevantes de todas mis misiones de exploración de la Vía Láctea. Por lo menos he empezado con mi fluorescente pie derecho. Fin de la transmisión.

viernes, 25 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 63. Azul o negro

No sabía si escribir la carta con el bolígrafo azul o con el negro. Pensaba que las palabras que podrían salir de uno o de otro podrían ser tan dispares, que incluso variaran el contenido y, lo peor de todo, la finalidad de la carta. Estuvo largo tiempo pensándolo, meditándolo, como si fuera la decisión más trascendente de su vida, hasta que se decidió. Ojala hubiera elegido el azul, pienso yo, ya que de color negro era la letra que leyó el juez cuando le entregaron la misiva. Que carta de amor, de amor azul, más bonita habría salido. Estoy seguro.
 Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

jueves, 24 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 62. Un niño

No sabía si era un niño o un adulto. En verdad, que por más preguntas que se hacía, unas caían de un lado y otras del otro. Cuando parecía que la cosa se aclaraba en uno de los sentidos, la última cuestión enturbiaba todo el camino recorrido y…vuelta a empezar. Si pedía ayuda, le ocurría lo mismo: para su hermanita pequeña era todo un hombre, pero para sus compañeros no, para ellos era un niño, aunque eso sí, le decían que se portaba como un hombre. Al mirarse en el agua del estanque, si estaba tranquila, su cara imberbe le mostraba claramente que era un chiquillo, en cambio el brillo de su kalashnikov le gritaba todo lo contrario.

Nanorrelato nº 61. De la mano de la luna

El recuerdo iba y venía flotando sobre un mar de olvido, un mar que no acababa de tragárselo por completo. Parecía que sí, que por fin, que ya nunca más. Pero…no, aparecía. Cuando esto ocurría, volvía a asirlo fuertemente con las dos manos, como  cuando no era un recuerdo, como cuando era sólido, como cuando formaba parte de su ser, de su organismo, y lo lanzaba todo lo lejos que sus fuerzas le permitían . Pero una y otra vez regresaba, de la mano de la luna llena, que no entendía nada, que no comprendía qué había ocurrido, y por ello su luz desesperada lo volvía a dejar en la playa.

domingo, 20 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 60. Informe

Informe 23477x1: Abandono el planeta llamado Tierra, para proseguir mi misión exploratoria. Todos los datos han sido ya traspasados al ordenador central para su clasificación y posterior análisis rutinario. Sólo destacar uno de ellos. Vi  llorar a un humano hasta el extremo de caerse al suelo por el exceso en el número de aspiraciones de gas oxígeno. En ese momento y dado lo llamativo del suceso (y harto, la verdad, de perseguir cebras en las llamadas reservas naturales), le apunté con el analizador de respuestas y no obtuve ninguna. Aumenté la potencia, dada la rareza del suceso y así, llegando a todo lo que puede dar el analizador sin freírle el cerebro, el resultado obtenido es que el humano en cuestión “no tenía valor para ser feliz”. Menos mal que me voy ya, porque esto no lo aguanta ni el más pintado. Fin del informe.
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

Nanorrelato nº 59. Se apartó

Llegó el momento de apartarse. No podía seguir engañando a todo el mundo indefinidamente. Era preferible soltarlo a bocajarro, a que le descubrieran. Si eso llegase a pasar, la verdad se convertiría en mentira, y eso sería el infierno además del final. Ya sabía de antemano que no lo aceptarían. El precio sería el destierro, la exclusión, el viaje. Pero no podía continuar así, viviendo lo que no quería vivir, que es lo mismo que no querer vivir. ¿Cómo hacerles entender el hecho de su diferencia? ¿Cómo convencerles de que le encantaría seguir a su lado siendo lo que es? Una vez formuladas de nuevo estérilmente las preguntas, gritó su verdad y se apartó para siempre.
                                Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez

sábado, 19 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 58. El planeta


Cuando la nave se posó en el planeta sintió un escalofrío, ya que lo desconocido, lo imaginado, lo deseado, acababa de convertirse en real. Empezaría una nueva vida. Ya había dejado atrás, a muchos años luz, todo lo oscuro, todo el rechazo, a todos sus enemigos, a todos sus fantasmas. En definitiva, todo lo que le había impedido ser feliz. Ahora, comenzaría de nuevo a sembrar la tierra, a no cometer los mismos errores que le habían llevado al mismísimo borde del abismo. Miró por la escotilla y el paisaje que se le presentó le gustó, aunque era muy distinto al de los atlas de astronomía y comprendió que habrían sido dibujados, imaginados, por otras personas que también necesitaban escapar. En ese instante se dio cuenta de que todo iba a salir bien, ya que la imaginación se había quedado muy atrás. Ahora sólo estaba él.   

viernes, 18 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 57. Un día


Un día que volvía a su casa sudorosa de hacer mecánicamente mil cosas a la vez, como el resto de los días por otra parte, se fijó, mientras caminaba aceleradamente, en su silueta en el escaparate de una funeraria: y se encontró guapísima. Y en ese momento, tiró las bolsas de la compra a la basura, se metió en una pelu, se maquilló como una puerta, no volvió a aparcar en doble fila jamás, escribió poesía, veía como una posesa películas de Disney y hasta incluso jamás volvió a darle asco el recoger (con un guante, eso sí) las heces de su perrito, que también debió de encontrarse guapo ya que tampoco dejó de saltar de alegría nunca.

Nanorrelato nº 56. Para siempre


Tenía pánico a cruzar la calle. Ya sabía que debía hacerlo, pero el hecho de la obligatoriedad no le eximía del terror. Sólo quería vivir en una de las aceras, hacer su vida en ella, daba igual una que otra, la izquierda que la derecha, pero una sola. Sí, esa era su mayor ilusión, que digo ilusión, su descomunal sueño. Pero la vida, una y otra vez, la empujaba a atravesar el maldito asfalto, maloliente capa negruzca y de una peligrosidad infinita. Un día se le presentó la oportunidad de quedarse para siempre en una de las orillas. Sin pensárselo dos veces eligió y se instaló definitivamente. Estuvo durante muchísimo tiempo recordando el día en cuestión, el día en que fue libre, el día en que fue “perenne”. Lo que no comprendió fue el porqué dos personas se la llevaron primero a una habitación acolchada y después a otra muy rara, casi sin muebles. ¡Bueno — pensó— mientras esté en la misma acera!

martes, 15 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 55. La búsqueda

Y otra vez iniciaron la búsqueda. De nuevo reunieron todo lo necesario para llevar a buen término su objetivo. La ilusión era más fuerte que la vez anterior, y a su vez mucho más que la anterior y que la anterior y la anterior…y así hasta el infinito, porque nunca hubo una primera. No, la ilusión no tenía bordes temporales, era eterna. Así que, estando seguros de la solidez de su equipaje, iniciaron el camino. Y subieron y bajaron por problemas de magnitudes enormes, pero no infinitas  como su ilusión, así que volvieron a superar, no sin esfuerzo, todo lo que el camino les arrojaba. Y subieron y bajaron por desilusiones tremendas, de aspecto purulento, envueltas en sangre coagulada, pero como tampoco la superaban en tamaño, consiguieron vencerlas. Y después llegaron las montañas, y los ríos, y los continentes, y los planetas, y…en uno muy pequeñito, que siempre lo habían pasado de largo equivocadamente, engañados por su minúsculo tamaño, estaba él. Lo cogieron y lo guardaron en la maleta más maravillosa que nadie había tejido nunca, para ya juntos hacer el camino de vuelta (con un equipaje repleto de amor, mucho más eterno, más infinito, de lo que jamás habían imaginado)

A Raúl (Y a sus padres. Y a su búsqueda. Y a su encuentro)
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

lunes, 14 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 54. Sin sentido


Sintió la traición. Apareció como ella lo suele hacer, de golpe, con el sabor de un borbotón de sangre putrefacta. Era la primera vez. La más fácil, por cierto. No entendía nada, ya que nada hay que entender, aunque la necesidad de comprensión es imperiosa ante su manifestación. El que la provocó, tampoco entendía nada, y tenía el mismo sabor repugnante en su garganta. Así es la traición, sin sentido y purulenta.
                              Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez

domingo, 13 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 53. La rata

Nunca. Ni un año, ni un mes, ni una semana, ni un día, ni tan siquiera un infinitesimal momento de su vida, estuvo tranquila. Y la búsqueda de la tranquilidad era intensísima. Mientras limpiaba los despachos del edificio cuando ya no quedaba nadie, en cada apertura de puerta se le iluminaba la cara y el azulón de su bata esperando hallarla allí. Pero no, siempre era otro espacio sin fregar. Y así todos los días, todas las semanas… Sólo había dos causas para explicar tan insólito hecho: O  no sabía cómo era lo que estaba buscando o bien o no quería estarlo. Pero curiosamente ninguna de las dos explicaciones posibles eran ciertas. Pero como la vida siempre despeja la incógnita, siempre, tarde o temprano nos muestra la equis, llegó la tranquilidad (me lo dijo un roedor que pasaba por allí), aunque ella ya pendía de una soga en un lóbrego cuartucho de limpieza. Nunca se encontró la bata añil.
                               Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez

sábado, 12 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 52. El mensaje grabado

Año 300456. Transmisión 101: Uno de los androides diseñados para extraer el mineral de Rutinio en la minas del satélite Hiperión fue valiente una vez, pero enseguida su verdadera naturaleza apagó las consecuencias de su acto fuera de lo normal. Intentó rebelarse, pero la cobardía se disfrazó de valentía y…fue feliz el resto de su vida. Otros muchos le siguieron en su comportamiento, pero un androide de segundo nivel no. Se negó. No sabemos si fue feliz. No hay más datos Fin de la transmisión.

viernes, 11 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 51. El cítrico


Tenía que volver a soñar. Ya, ya sabía de antemano que soñar no era lo correcto, que tiraría todo el trabajo, todo el esfuerzo por la borda. Pero no, no pudo, no podía evitarlo…y volvió a soñar. Sintió un escalofrío al imaginarse el bienestar. Lo necesitaba. Bueno, la verdad es que era al revés, era el sueño el que lo necesitaba a él. Pero el orden de los factores no altera el producto así que…echó otro par de gotas de limón, calentó la cuchara y…

Nanorrelato nº 50. La educación

Cuando la inmaculada bata blanca le expresó lo de su enfermedad, lo de su final próximo y seguro, no sintió nada. Ni frío, ni calor, ni desesperación, ni tan siquiera se acordó de nadie querido… ni nada de nada. Una vez terminado el mensaje, hizo una pelotita con el papelito rosado de su macabro análisis, la cual guardó rápidamente en su chaqueta, y se levantó y se marchó. Según andaba hacia la salida del hospital pensó que de todos los puntos de vista, de todas las formas en las que se había imaginado a la muerte, su muerte, ese jamás había aparecido: Nunca supuso que la muerte fuera tan educada <<Qué buenos modales tenía la doctora>>
                              Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez

lunes, 7 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 49. El libro favorito


Tantas veces leyó su libro favorito, tantas y tantas veces jugó con el deseo, que un día ocurrió lo que repetidamente le había maravillado: se despertó convertido en un insecto horripilante. Sí, la metamorfosis era real. No, no piensen ustedes que fue a mirarse en el espejo y ¡zas! No, al ir a ver la hora, como todas las mañanas justo al despertarse, se dio cuenta de que el reloj se encontraba en la patita más alejada, pudiera ser la séptima o la octava. Inmediatamente después se tapó con la manta (es posible que con la tercera o la cuarta) e intentó no ponerse nervioso en exceso, porque no hacerlo habría sido imposible. Y ahí siguió tapado, ya que era ridículo hacer cualquier cosa como intentar esgrimir a su familia una explicación o buscar alguna escapatoria, porque ya sabía el final de la historia, el final del libro, del libro favorito.

domingo, 6 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 48. El gran día

Ya no lo podía demorar más. Había llegado la hora, el momento de la verdad. Sí, ya sabía que estaba preparado porque lo había estudiado a conciencia. Pero a pesar de todos esos argumentos que apuntalaban su éxito, los nervios eran inevitables. Había tardado mucho en decidirse <<Mejor ir con absoluta seguridad>> A lo largo de toda su vida siempre había sido una constante el ir “bien ilustrado”, como le repitió en su niñez hasta la saciedad su abuela en su educación paralela a la formal, que a ella siempre le parecía insuficiente. Sí, era el momento. Se abrió la puerta y…gran parte de las personas allí sentadas le miraron de inmediato, debido a la invisible e irresistible llamada que provoca la curiosidad. Con una inclinación rapidísima del cuello echó una mirada de reojo a su vestimenta  y se volvió a dar el aprobado, como las otras cien veces que se lo había preguntado. Una vez llegado al sitio, se detuvo en seco y comenzó: <<Señoras y señores, muy buenos días. Me veo el la onerosa obligación de pedirles una ayuda, unas monedas sobrantes…. >>
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

viernes, 4 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 47. Y...cumplido


Y por fin su sueño se hizo realidad. Y en ese mismísimo instante, algo semejante a una hoja afilada se materializó y su alma fue seccionada en dos, y ambos trozos al ser conscientes de la división producida desaparecieron, dada la absoluta estupidez de su existencia por separado. Y se quedó sin alma. Y dejó de ser lo que era. Y  triunfó, se enriqueció, su autoestima se elevó hasta cotas inimaginables. Y su piel se endureció. Y…sobre todo: nunca más supo con certeza si era verdad o no lo que las personas que se le aproximaban le mostraban. Y, como sin alma se puede vivir pero sin la verdad no, en pleno éxito, en el momento más álgido de su carrera, se pegó un tiro. Y nadie se lo podía creer. Y al poco tiempo de ocurrir lo acaecido, se volvió a cumplir otro sueño, y en ese mismísimo instante, algo semejante a una hoja afilada...

miércoles, 2 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 46. Casi


Y (casi) toda su vida se la pasó preocupado. Y a lo largo de (casi) toda su existencia trató de saber que iba a ocurrir, de predecir. Y (casi) siempre dejó cosas “para el final”, creyendo firmemente que el tiempo no pasaba, que en algún momento las haría, que la vida es muy larga... Y llegó ese final, y lo entendió todo. Y al comprenderlo, aprovechó  ese último segundo…e hizo lo que le dio la gana. Y fue feliz, inmensamente feliz. Y su vida mereció la pena.

martes, 1 de marzo de 2011

Nanorrelato nº 45. El techo

      — Bueno, tú dirás.
      — No sé por donde empezar, mejor dicho, por donde seguir.
      — Tranquilo. Date tu tiempo.
— ¿Tengo mucho?
    El suficiente.
— ¿Para?
    Para ponerte bueno.
    ¿Seguro?
    Si no lo crees, difícil que ocurra.
    Ya. Al final...todo en esta vida se resume en creer o no creer ¿verdad?
    Oye, que el psiquiatra soy yo.
    Ya, pero no te hablaba a ti.
    ¿Ah no? ¿Entonces a quién?
    Al techo. A quién va a ser ¿No es él el que te cuenta todo?
Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván