Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 12 de diciembre de 2017

Nanorrelato Nº 487. El jardín y la primavera

Érase una vez un par de semillas que volaban juntas arrastradas por el viento. Durante su arduo viaje, repleto de peligros que fueron sorteando porque eran dos semillas muy tenaces, apareció una gran amistad que, con el tiempo, se transformó en un tórrido romance para evolucionar a un sólido amor, ya que tuvieron la gran suerte de caer muy cerca y así llevar a término todos esos planes maravillosos que imaginaron durante el vuelo. Con el tiempo dos árboles magníficos salieron de ambas simientes cuyas ramas, repletas de hojas, entrelazaban durante las primaveras. Pero…, eran de dos especies distintas y uno de ellos creció más que el otro, por lo que cuando llegaba la siguiente primavera, el más alto tenía que agacharse para abrazar a su amante. Y como la condición arbórea es parecida a la condición humana, se cansó del esfuerzo y una primavera dejó de agacharse. La verdad es que era un árbol altísimo y precioso; tan era así que el dueño del jardín lo arrancó y se lo vendió a un señor muy rico que lo quería en su palacio. El árbol pequeño se encontró muy mal cuando le vio partir, a pesar de que no le abrazase desde hacía varias primaveras, ya que sentía la misma intensidad amorosa que cuando eran muy felices juntos. Pero el otro no: se marchó altivo por estar llamado a grandes empresas y olvidó por completo al diminuto compañero. Pasó mucho tiempo y el más pequeño siguió en el jardín, que convertido en parque público, acumuló corazones de adolescentes enamorados que le cosquilleaban el tronco y decenas de nidos de ruidosos pajarillos y…, olvidó a su antiguo compañero, rehaciendo su vida con un simpático arbusto que desde que germinó se había fijado en él. El  otro está en un cementerio, solo,  rodeado de amargados cipreses, ya que su importantísimo dueño al morir quiso que le acompañase en su eterno descanso. FIN.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Nanorrelato Nº 486. La Tierra Soñada

Confundía el amanecer con la puesta de Sol: no era capaz de discernir si la dorada estrella subía o bajaba. El pasado y el futuro se intercambiaban de forma sarcástica, como si bailaran agarrados y una vez llevara uno y la siguiente el otro. Tampoco distinguía si la barca iba o venía, si la playa se acercaba o alejábase, si los gritos de los que se ahogaban aumentaban o disminuían. No era capaz de nada salvo de agarrar a su hijo, del que tampoco sabía si crecería grande y sano en la Tierra Soñada o el mar se lo tragaría transformándolo en un insignificante aborto.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Nanorrelato Nº 485. No sé querer

No sé querer: no tengo ni la más remota idea. Cuando me enamoro es tal la intensidad que pongo en ello, que dicho maremoto acaba por destruir la pareja. ¡Qué daño me ha hecho leer tanta poesía! Debería de guardar algo, algo de pasión quizá. La verdad es que me desespero porque sufro innecesariamente sabiendo de antemano la solución, que es lo gordo del tema. Prometo una y otra vez que voy a ser más conservadora, que voy a pensar un poco más en esa relación estable que tanto añoro y menos en mí…, pero nada, siempre meto la pata…, la pata frontal para ser más exacta. Si es que soy una mantis religiosa sin solución. ¡Otro que me como! Y mis ojos compuestos, de nuevo, llenos de lágrimas ¡Qué desesperación!

martes, 5 de diciembre de 2017

Nanorrelato Nº 484. ¿Útil? Cuidado

Érase un christmas dejado encima de una estantería, olvidado desde hacía muchas navidades. Los e-mails, whatsapps y mensajes de face, que viajaban por el éter camino del móvil, se reían de él, de su obsoleto mensaje y estática figura. De hecho, nada más llegar al teléfono, le enviaban una carcajada en modo de pitido o campanilla, que es como ellos muestran su desprecio, sobre todo los whatsapps, que son los más maleducados y abyectos. Pero nuestro christmas no les hacía caso y, a pesar del tiempo transcurrido, exhibía con orgullo el trineo dorado que llevaba pintado en su cubierta, creyendo además de vital importancia y rabiosa actualidad el mensaje manuscrito en su interior. Un día se oyó un estruendo, como un golpe seco. Miró con disimulo y vio como el teléfono móvil estaba desguazado en el suelo. Nuestro amigo pensó, de inmediato, en la muerte horrible que acababan de tener todos aquellos que tanto se habían reído de él. De pronto, sintió un dolor horrible en su cintura.
<< Eso, calza la mesita con esa tarjeta navideña que…, lleva lustros ahí. Si lo hubieses hecho antes, no me habría quedado sin móvil >>

lunes, 4 de diciembre de 2017

Nanorrelato Nº 483. El sitio correcto

<< ¿Qué…, estoy haciendo?>> Se preguntó el patito feo antes de frenar en seco, bueno en mojado ya que estaba en medio del lago. Las ondas producidas por el frenazo desconcertaron al cisne que llevaba al lado.
<< ¿Qué haces?>> le soltó rápidamente el precioso cisne hembra que nadaba justo delante de él. << ¿Por qué paras así? ¿No ves que tienes que seguirme? Tenemos que nadar en medio del lago para que nuestra belleza sea contemplada por todos. Somos cisnes >>
<<No. Me voy a la orilla a que me tiren pan. Tengo que dejar de ser “patito feo” y cisne. Yo no soy ninguna de las dos cosas. Soy un pato. De todas formas: gracias, preciosa >> Y con un sonoro ósculo seguido de un cuá muy sincero, se despidió nuestro ánade protagonista.
FIN

jueves, 30 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 482. La vasija embargada

Érase una vez un genio español. Digo esto porque su morada habitual no era una cobriza lámpara a la que bruñir para verle cara a cara, sino un botijo. Como todos los de su especie lo que peor le sentaba era estar dentro de su casa encerrado, situación en la que mataba el tiempo deseando que algún ser humano bebiese por el pitorro pequeño y por el grande unos segundos determinados y, como en el caso de sus congéneres arábigos cuando eran frotadas sus lámparas, salir al encuentro de la persona afortunada para satisfacerle en sus deseos, para una vez cumplidos (como todo el mundo sabe), volver de nuevo a su oscura e incómoda morada. Pero un día su aborrecido botijo se rompió, y fue libre. Al cabo de algún tiempo, la tristeza invadió su etéreo cuerpo dando paso a sensaciones que jamás había sentido pero que había observado infinidad de veces. Se dio cuenta de que al perder su casa ya no podía hacer de genio, ya no podía hacer feliz a ningún ser humano y, en una centésima de segundo, se arrepintió de tantos siglos de maldiciones a su botijo del alma: comprendió, por primera vez, la causa de la desesperación de esas personas cuando se encontraban al borde de perder “sus botijos”.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 481. Canción del pirata bueno

Avisté el navío desde lo alto del puente de mando y, presto, ordené rumbo hacia él. Una vez a su altura, mi tripulación lo cañoneó desarbolándolo a la primera andanada, quedando la malvada goleta a merced de nuestro honrado buque. Mis hombres, raudos como nadie, abordaron el barco de los malvados piratas, dando por fin un final feliz a tantas fechorías cometidas. Una vez encarcelados los bucaneros en la bodega, mis fieles marineros traspasaron todas las riquezas que habían sustraído durante sus execrables días de navegación, que rápidamente me puse a clasificar para devolvérselas a sus legítimos dueños…
<<Estás hablando en sueños, Ambrosio. Venga, vete despertando que hoy nos manifestamos prontito. Y no te olvides, como el otro día que ¡vaya disgusto me diste! de tomarte la pastilla de la tensión, del riego, del estómago y del corazón…Vamos, que no te olvides de ninguna>>

lunes, 27 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 480. ¡Jamás!

A diferencia de sus anteriores y posteriores reencarnaciones, esta, de la que vamos a hablar, le marcó más. Tanta fue su importancia que, a pesar de la imposibilidad divina en la existencia de la más mínima contaminación entre las distintas vidas, arrastró en todas las siguientes cierta parte indestructible. Sí, jamás pudo olvidar nunca ni siendo aquel capitán de barco, aquel carpintero bonachón, aquella lombriz lozana, aquella grulla comedora de lombrices, aquel caballo percherón, aquel feliz cocinero…, jamás pudo olvidar, repito, el dolor sufrido durante el maltrato vivido en aquel nefasto matrimonio. Jamás pudo deshacerse totalmente de las humillaciones, los golpes, las hirientes lágrimas tanto de ella como de su hijo, agarrado a su pierna, al palo mayor, rezando en bajito que pasara pronto la tempestad. ¡JAMÁS!

jueves, 23 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 479. Ángor

Tumbado en la motorizada camilla, los rectángulos, cuadrados y líneas que habitaban boca abajo en el techo, iban pasando a una velocidad pasmosa, mientras las luces, que se intercalaban entre ellos, se mezclaban como si fuese la paleta de un impresionista en pleno brote creativo. La respiración fuerte, decidida, que oía detrás, proveniente del protagonista de la motorización, apagaba con facilidad el resto de sonidos. De pronto, al frenar en seco, con la sorpresa que ofrece un guiñol callejero, llenaron el espacio tres caras amigables y preocupadas. Sólo hablaba una de ellas, con rapidez, mucha rapidez. El dolor desapareció a la par que varias manos se posaron sobre el dolorido pecho, reconfortándolo ¡Qué maravilloso color verde! Se acabó.


Se lo vuelvo a dedicar a mi amigo Leo, el cardiólogo

martes, 21 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 478. Las estrellas

No podía más. Estaba prácticamente agotado. La liza era “a muerte”.  Deseó con todas sus fuerzas no poseer ningún rasgo humano. Se desesperó, tembló y volvió a desesperarse. Y…, entró con su cuerpo. Un poco más tarde, eso sí, ya que su mente le había tomado la delantera y estaba apoyada en la barra. Miró las botellas como si de un gran planetario se tratara. Todas las “estrellas” le parecían maravillosas y… ¡estaban tan cerca!
—        ¿Qué quería, señor?
—        Eh…un vaso de agua, si es tan amable.
—        Aquí tiene.
—        Gracias ¿Qué le debo?
—        Nada, por Dios. Es sólo un vaso de agua.
—        No. Es mucho más, caballero.
—        Bueno, lo que usted diga, pero no le pienso cobrar nada.
—        Muchas gracias. Buenos días. 

Salió antes que su mente, con una sensación horrible y maravillosa.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 477. La gama de colores

Se despertó tranquilo y miró hacia el techo; casi de inmediato se dio la vuelta con el propósito de volver a conciliar el sueño. No tenía prisa, ni para levantarse, ni para dormirse. De pronto, le asaltó suavemente la respuesta que un día le ofertó su mujer:<<La gama de colores lo dirá>> ante la pregunta << ¿Crees que soy el hombre de tu vida?>> Estuvo años y años interrogándola por el significado de aquello, a lo que ella jamás le respondió << ¡Que cabezona!>>Se dio la vuelta, de nuevo, buscando una posición más cómoda y al acabar el giro vio sus plateados cabellos desordenados en la almohada y recordó como habían ido virando desde el negro más azabache y…, la respuesta vino flotando. Volvió a dormirse con el silencioso arrullo del argénteo reflejo.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Nanorrelato Nº 476. Angola

Cayó fulminada. Los ojos de la impotente madre se arrojaron sobre aquel todopoderoso occidental que no había podido salvar la vida de su hija, la cual sólo tenía hambre…, desde siempre. Por la  cabeza del formado médico, de forma automática, pasaron síndromes, niveles de electrolitos, ósmosis, dobles membranas lipídicas, proteínas diversas, y no sé cuántas jilipolleces más, intentando, como había hecho siempre, justificar científicamente el por qué se había muerto la paciente. Pero, de la misma forma que una brizna de hierba atraviesa el duro asfalto aunque parezca imposible, ese execrable acontecimiento hizo que fuera más humano para siempre, aunque…, como todo tiene su precio, sobre todo en el mundo de Freud, todas las noches cuando está solo se toca en el corazón las dos úlceras, una por cada ojo, que le tatuó  la madre al vomitar a ciegas la injusticia que llevaba dentro. Y no se lo dice a nadie. Es el dolor, su secreto, el que le recuerda que es mejor, mucho mejor.


Para mis amigos FER (Dr. de la Calle)  y Belén (Dra. Fernández). Allá en Angola…..

lunes, 23 de octubre de 2017

Nanorrelato Nº 475. La verdad que saben las larvas

La mariposa movía sus alitas rellenas hasta el último milímetro cuadrado de vivos colores. Miraba al resto de grisáceas larvas, unos metros por debajo de su cota de vuelo y recordó las palabras que le dijeron, hasta la saciedad, antes de su metamorfosis << No lo hagas. Haznos caso. Este es un mundo de larvas. ¿Por qué te crees que nosotras no queremos saber nada del cambio? Todas, absolutamente todas, podemos hacer lo que tú erróneamente vas a acometer. Pero no vale para nada…, la verdad que te va a dar la altura no sirve salvo para aumentar tu sufrimiento, que ahora sólo es curiosidad, y con eso se puede vivir. Con lo otro, no>> Así que, llegada casi a la extenuación, no tuvo más remedio que hacer el proceso contrario: volvió al suelo, se embadurnó de cómoda falsedad y al poco sus alas de libertad cayeron podridas.
 << ¡Chicas, ya está aquí la soñadora!>>, gritó una…, cualquiera.

viernes, 20 de octubre de 2017

Nanorrelato Nº 474. Incompetentes:¿por qué no os estáis tranquilitos?

Y la solución vino de las plantas. Sí, así fue, ya que los incompetentes (convencidos de casualidad, ¡que la suerte siempre es definitiva!), jugaron durante una semana a convertirse en geranios. Entonces, se dio el milagro. Por un lado: los bloques, los barrios, las regiones, los países, los continentes, los sistemas solares, las galaxias, los cúmulos de galaxias y hasta los agujeros negros, y por el otro: los individuos, los órganos, las células, los componentes celulares, las moléculas, los átomos, los electrones, neutrones y protones y los quarks, volvieron a su estado normal, con sus lógicos problemas, pero los de siempre. Fin. Todo se arregló. Otra vez, fin.

martes, 19 de septiembre de 2017

Nanorrelato Nº473. Libre, de todo

Los había leído todos. Y hasta alguno de ellos varias veces, para exprimir cualquier mensaje secreto que se le hubiese escapado en su búsqueda de la adaptabilidad. Si se hubiese publicitado, sería uno de los máximos referentes en libros de autoayuda. Tenía la casa llena de postits que rezaban mensajes del estilo “Hoy es único”, “Claro que puedes” o “Ahora empieza todo”. Cada vez que se asomaba a un espejo, verbalizaba con la imagen allí mostrada: “tú eres el mejor. A por todas”. En la nevera, alimentos que de ninguna manera proporcionaban metabolitos tóxicos que agravaran su estado. Crema hidratante para las rozaduras de la  mascarilla de nivel 2 para filtrar todos los gases, tanto invernadero como de entretiempo. Hasta consiguió una bala de material reciclable para evitar contaminar el mundo con las clásicas de plomo.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Nanorrelato Nº 472. Violencia de género

Los moratones de su joven y musculado cuerpo olían como las telas que inundaban el espacio tridimensional de los velatorios de antaño, gargajos púrpuras que van anunciando a muerto. Sentado al lado del cadáver, un muchacho agitado, con movimientos repetitivos, exactos en distancia y tiempo por el extenuante entrenamiento llevado a lo largo de toda su vida sin comprender nada. Sentado al lado del vivo, rodeado de cables y pitidos que intentan desesperadamente fintar la guadaña, el mismo muchacho con los mismos aspavientos. Ambas familias destrozadas en los purulentos escenarios que la maldad ha conseguido clavarles a escoplo. Futuro y presente unidos en una singularidad cuántica.

P.D ¡Aúpa, valientes! Se les puede derrotar

viernes, 1 de septiembre de 2017

Nanorrelato Nº 471. Lo normal

Se pasaba todo el mes de vacaciones intentando recordar las contraseñas que usaba en el trabajo y en su vida habitual, ya que en su día le dijo, un chico muy serio y muy listo que llevaba una camiseta con la cara de Darth Vader, que era un error garrafal apuntarlas en un post it. Bueno, las palabras exactas habían sido “agujero de seguridad”; y claro eso sonaba fatal, sobre todo en los tiempos que corren. Así que, repito, como cada media hora o así las repetía ayudándose de la musiquilla con la que había aprendido de niño las tablas de multiplicar:” la de Windows…,ésta; la del banco...,aquella; la de internet…,laquesea; la de twitter...,esta otra; la de Facebook...,lademásallá” Y así ¡cada media hora!, porque era enorme la complejidad y el número tan elevado de passwords, cada una con una mayúscula, una minúscula y un número como mínimo, por supuesto. Así que el día, que por razones… ¡vaya usted a saber! decidió quitarse la vida, encriptó la carta de despedida con el algoritmo más potente que existía en ese momento. Al forense, por tanto, no le quedó otra que encogerse de hombros dada la imposibilidad de saber la motivación, a lo que un colega de veraneo del finado apuntó:
 «¿Por qué lo habrá hecho? ¡Y estando de vacaciones! Si era un tipo normal. Ayer mismo me tomé una caña con él, y a la media hora me dijo que tenía que irse a casa para repasar las contraseñas. Vamos…, lo normal, lo que hacemos todos » 

domingo, 28 de mayo de 2017

Nanorrelato Nº 470. El gran día



Ya no lo podía demorar más. Había llegado la hora, el momento de la verdad. Sí, ya sabía que estaba preparado porque lo había estudiado a conciencia. Pero a pesar de todos esos argumentos que apuntalaban su éxito, los nervios eran inevitables. Había tardado mucho en decidirse <<Mejor ir con absoluta seguridad>> A lo largo de toda su vida siempre había sido una constante el ir “bien ilustrado”, como le repitió en su niñez hasta la saciedad su abuela en su educación paralela a la formal, que a ella siempre le parecía insuficiente. Sí, era el momento. Se abrió la puerta y…gran parte de las personas allí sentadas le miraron de inmediato, debido a la invisible e irresistible llamada que provoca la curiosidad. Con una inclinación rapidísima del cuello echó una mirada de reojo a su vestimenta y se volvió a dar el aprobado, como las otras cien veces que se lo había preguntado. Una vez llegado al sitio, se detuvo en seco y comenzó: <<Señoras y señores, muy buenos días. Me veo el la onerosa obligación de pedirles una ayuda, unas monedas sobrantes…. >>

lunes, 22 de mayo de 2017

Nanorrelato Nº 469. Doctor Pollino


Érase una vez un burro fuera de lo corriente, en lo que a inteligencia y honestidad respecta. Era cultísimo. Sabía de todo y lo que es más importante: quería que su dueño se diese cuenta de su cultivado saber para, según él, ser más productivo para la sociedad. Mientras daba vueltas al molino, no hacía más que hacerle señales a su jefe para que se diera cuenta de su sabiduría: le escribía con la pata en la tierra el teorema de Gauss, miraba hacia el cielo para que se diese cuenta del efecto Doppler manifestado en el cambio de color de las galaxias, rompía los trozos de granito que encontraba a su paso para que su dueño supiese que realmente estaba formado por cuarzo, feldespato y mica y rebuznaba intentando recordarle que la novena sinfonía de Mahler fue la última que compuso antes de morir, por poner algunos ejemplos. Un día, mientras se miraba en un charco para enseñarle a su patrón el concepto de la reflexión de la luz y la diferencia de velocidad de ésta respecto de la que tenía en el vacío, sintió un golpe tremendo en la espalda y, a la par, con el rabillo del ojo, observó como su dueño se le acercaba a una de sus enormes orejas por estribor << Me importan tres cojones si Holden Caulfield, el protagonista del “Guardián entre el centeno” sufría en extremo. Me importa una mierda si el Universo es cóncavo o convexo o si las células malignas inhiben la apoptosis, es decir, la muerte celular programada. Aquí sólo hay dos puestos, el tuyo y el mío. Y yo no quiero el tuyo. Es más, para conservar el mío, sólo tienes que dar vueltas en ese puto molino de agua y mi Jefe político, que es analfabeto perdido, que como bien sabes pasa de vez en cuando por el camino de la montaña, vea que te mueves sin parar. Así que la próxima vez que te vea titubear te muelo a palos>> Fin.

P.D: No es una montaña, es una colina (La esperanza jamás se pierde)

jueves, 11 de mayo de 2017

Nanorrelato Nº 468. La auténtica lagartija

Érase una vez una lagartija que, enamorada del Sol, intentaba llamar su atención desde que salía hasta su ocaso sin obtener respuesta. Día tras día, recién acicalada, bailaba y bailaba intentando inútilmente que el lejano astro se fijara en ella. Por la noche, leía novelas de amor y se imaginaba que aquellas escenas tan maravillosas le ocurrían a ella, y esa ilusión era el motor para volver a intentarlo al día siguiente. Pero un día, cansadísima de tanto fracaso, se quedó debajo de su piedra, quieta, callada, sin gesticular…, y amaneció el día más nublado que jamás se había visto. A la mañana siguiente, subió de nuevo a la piedra en la que habitualmente hacía sus piruetas, pero esta vez se quedó quieta, sin llamar la atención, siendo como realmente era ella, haciendo lo que le apetecía. Y el Sol la abrazó con sus rayos anaranjados, para juntos ser felices siempre.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Nanorrelato Nº 467. Asbjorn III. El vikingo (de la lira) de Blade Runner

— ¿Escuchaste algo que resaltar cuando fuiste al futuro, Asbjorn? - preguntó el capitán.
— Pues oí a alguien, detrás de una ventana muy rara que llaman cine, decir algo muy pero que muy profundo. Hablaba de la vida y la muerte…
— ¿Un vikingo?
— No lo sé. Decía algo así...aquí lo apunté: “Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir"
— ¿Era rubio y fuerte?
—  Sí.
—  Un vikingo, clarísimo. ¡Chicoooos: Los vikingos somos los dueños de la Tierra en el futuro! (gritó el capitán desde la proa del barco contestado al unísono por el bramido de la tripulación al completo)
<< ¡Por Odín, que cruz tengo con ellos!>>

viernes, 28 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 466.Asbjorn, el Vikingo (II). La carcajada

O sea, que me dejan en tierra vamos (exclamó Asbjorn, mentalmente). ¡Será posible! Después de tantos años acompañándolos en sus ataques, convirtiendo en arte sus hazañas…injustificables, que es lo que tiene el arte, que es mágico y puede transfigurar en bueno lo malo y hacerlo inmortal, claro está. Además, ejerciendo de terapeuta de todos, porque muy chulitos en público alardeando de ser un vikingo feroz. Pero en privado, muchos hombretones he visto desmoronarse por esa lucha interior que aparece después del combate. ¿Y quién estaba ahí, siempre?: Asbjorn. Y con mi lira y mis poemas, calmé y humanicé a  todos los monstruos que se les aparecían en el duermevela.
 Y me van a  dejar aquí, en el poblado... ¿Por qué? Porque soy viejo. ¡Increíble!
<<Asbjorn, tienes que entenderlo: no podemos parar cada medio reloj de arena a que orines, porque tengas la próstata grande. Que para un vikingo, el factor sorpresa es fundamental>>
<<Pues recordad lo que os digo: Sin arte en el barco, vuestros días y vuestra...perdón, nuestra cultura, está perdida. Que las espadas no son nada sin la música y la poesía >>
<< ¡Jajajajajajajajajaja!  (fuerte carcajada)>>

jueves, 27 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 465. Asbjorn, el vikingo

Corría el año 1017 en una pequeña aldea vikinga. Sus componentes masculinos, cuando lo consideraban, montaban en su flamante barco e iban a saquear pueblos lejanos. Nuestro protagonista, Asbjorn, era un vikingo de pura cepa, sólo que la espada la llevaba de adorno. Su arma real era la lira, y durante el viaje de ida y el de vuelta, animaba a sus compañeros en su ardua tarea. Pero realmente Asbjorn estaba un poco harto de su cometido ya que tenía la sensación de que era algo parecido al hilo musical, que hace más liviano el trabajo pero que nadie le da importancia. Y Asbjorn tocaba y recitaba a lo más importante de su vida: el amor y el desamor. Claro, el siempre bajaba el último en los ataques (así se lo había ordenado el capitán)  y cuando llegaba a la saqueada aldea con su lira, en las mujeres y hombres a los que acababan de robar todo sus colegas, no despertaban mucho interés sus rimas amorosas. Así que a la vuelta de uno de los viajes, le contó al hechicero su problema, y éste, que era un mago acojonante, le proporcionó una pócima para que se adelantara mil años exactamente y viera si en esa época futura su arte tendría mayor consideración <<Algún día estos bárbaros dejarán de saquear. Mira a ver si eso es cierto. Yo creo que te irá bien. De hecho te doy un segundo frasco de poción por si decides quedarte allí para siempre>> Y allí fue Asbjorn, al 2017. << ¿Ya estás aquí? Cuéntame, ¿cómo es el futuro? >> Y nuestro vikingo poeta le relató que le habían llamado perroflauta, que: ¡cómo iba por ahí con una lira!; y que un niño, cuando decidió volverse a su época y tiró la pócima de la permanencia a un río, le dijo que era un sinvergüenza porque eso se deja en el contenedor de orgánicos. <<Malos tiempos…siempre, para los poetas, pues>>, exclamó el mago.

martes, 25 de abril de 2017

Manorrelato Nº 464. La mora

Se esforzó por ser una buena mora. Sus pinchos, escogidos y afilados, daban dignidad a toda la planta, que a ella le importaba “el todo”. Su color morado era espectacular, sin igual. Incluso, con tiempo y mucho esfuerzo, llegó a conseguir la excelencia de las moras: que su mancha, si se diese, jamás se quitaría con otra verde. Pero no se dio. No. Nadie la recogió. A todas las personas que por enfrente de su zarza pasaban, ninguna se interesaba por ella. Unos que si iban a hacer mermelada y que claro, si la mezclaban con las otras de sabor más normal, pues eso, que el bote no tendría un sabor continuo. Otros, que iban comiendo según cogían, pues que para qué, si ya estaban acostumbrados al sabor mediocre ¡No querían sorpresas! Preferían comer...lo de siempre. Y allí, sola entre espinos, que también estaban enfadados con ella ya que nunca habían pinchado a nadie,  se pudrió nuestra esforzada, honrada y muy preparada mora. Fin. 

jueves, 20 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 463. Vientos de sintasol

    ¿Te has enterado?
    ¿De qué?
    ¡Hija, es que estás más despistada! Pero si no se habla de otra cosa.
    Ya, es que llevo una actividad frenética. Dime
    Pues eso, que parece ser que nos van a sustituir.
    ¿A nosotras? ¿Por?
    El porqué, no lo sé realmente. Pero sí por quien: por un sintasol.
    ¿Sintasol? Pero…eso no puede ser. Si el sintasol es una imitación barata de baldosa. Anda, anda, que vaya tonterías se comentan.
    Te lo juro. Es totalmente cierto.
    Pero… ¡si nosotras hemos cumplido siempre con primor nuestras obligaciones!
    Eso no tiene nada que ver, por lo visto. Vamos, es lo que dice la que está más cerca del escritorio del jefe que oye todo a la perfección. Creo que lo que más preocupa ahora es la posibilidad de cambiar más fácilmente.
    ¿De cambiar? ¿Por un sintasol?
    Claro, nosotras somos fijas. Para quitarnos tienen que hacer mucha obra, contratar a mucha gente, pedir licencias costosas y cosas así. En cambio con el sintasol  el compromiso es menor. Lo quitan y lo ponen cuando quieren.
    Pero, no entiendo nada ¿Y todo este tiempo cumpliendo con nuestra obligación? ¿Te acuerdas de aquel año, el del problemón, de todos esos cigarrillos apagados con el pie y nosotras sin rechistar, brillando a pesar de la adversidad? ¿Te acuerdas de los saltos tan tremendos en aquella fiesta y nosotras tan resistentes? Ah ¿y recuerdas aquella vez que aquel jefazo se tumbó con su amante…y nunca dijimos nada de nada? Fuimos discretas para evitar cualquier problema a la empresa. ¿Y todo eso? ¿Ya  no les importa?
    Pues por lo visto no. Creo que lo más relevante es “disminuir el compromiso”
    Estoy perdida. Vamos a ver: ¿van a hacer una obra costosísima para sustituirnos por un plástico?
    No, no has entendido nada. No nos van a quitar. Nos lo van a pegar encima. Así, de esa forma, se ahorran todo lo demás. En teoría, legalmente hablando, no nos quitan y por tanto…bueno no sé exactamente lo que quieren decir, pero es algo así como vacío legal.
    Pero si nos ponen encima un plástico nosotras ya no existimos. Ahora lo entiendo menos.
    Yo tampoco comprendo nada amiga mía.
    Dios mío ¿qué es ese olor tan horroroso?
    El pegamento. Y luego, vendrá la oscuridad y el olvido.

miércoles, 19 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 462. ¡Qué razón llevaba!

Miró la radiografía del derecho y del revés. La alejaba y acercaba con el objetivo de que esos cambios de distancia, como hacía con el crucigrama del dominical para no confundir verticales con horizontales, le diesen alguna pista. No veía nada reconocible o que tuviese algún sentido, salvo una mancha, parecida a un borrón de esos que de chico echaba en el cuaderno. Sonrió levemente al recordar cuando su maestro, don Agapito, le repetía hasta la saciedad, adornada de coscorrones: «Cuidado con los tachones, Marianito: te pueden costar muy caros». « ¡Qué razón llevaba!», dijo en voz alta dando otra vuelta a la radiografía.

miércoles, 12 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 461. Los seres invisibles

Una vez, en un viejo pañuelo, fueron a encontrarse una lágrima y una gota de lluvia . En un primer instante no se dijeron nada, pero al poco empezaron cada una a esgrimir sus poderosas razones de posesión de la tela.
   Este pañuelo es de mi propiedad, ya que el dueño se secó en él el resultado de un desastre amoroso, que soy yo.
   De eso nada. Este pañuelo fue tirado en la calle y yo, caída del cielo, fui a posarme en él. Por tanto es mío.
Después de un buen rato discutiendo, oyeron un grito desesperado:<< ¡Dejadme en paz. Respetad mi silencio y…mi soledad! >> Les dijo el pañuelo, que empezaba a ser agitado por el viento de la madrugada.

martes, 11 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 460. ¿Psiquiatra o siesta?

Los sueños, sus sueños, sí, esos que eran como pájaros de tonalidad rosada muy agradable, fueron de repente perdiendo altura hasta que, ya a tiro de un grupo de crueles y certeros cazadores que portaban las mejores escopetas existentes en el mercado, empezaron a disparar contra ellos derribándoles a todos sin excepción. Una vez en el suelo, que no era un mullido colchón de hierba fresca como en las praderas de las películas del lejano oeste, sino un barro húmedo y pestilente, fueron pisoteados por una manada rabiosa y descontrolada de ñúes, cuyas pezuñas iban rematando a aquellos rosados sueños que habían tenido una segunda oportunidad después de la perdigonada recibida.
<< Ufff..., vaya pesadilla ¡No sé si debería ir al terapeuta o no volver a quedarme dormido viendo estos programas de animales!>>

jueves, 6 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 459. Siguiente sitio

No encontraba su lugar. De nunca, esa es la verdad, aunque se engañaba constantemente: trampeaba a su subconsciente ya que iba de sitio en sitio, siendo sitio un comodín, es decir, cualquier cosa: pareja, amigos, playas, ciudades, lugares de vacaciones, consultas médicas…vamos, repito, cualquier cosa en neutro, femenino o masculino.
Se preguntaba, en los momentos lúcidos que tenía por desgracia, si sería una equivocación de su ¡última reencarnación!  Hasta en eso se engañaba, ya que sabía antes de hacerse la pregunta, que no creía en la reencarnación.

…Siguiente sitio…éste parece bueno.

lunes, 3 de abril de 2017

Nanorrelato Nº 458. La casa de paja

Cuando se terminó de verdad todo lo que tenía ahorrado no se desesperó. Curiosamente, lo que le vino a la mente fue su cuento favorito, aquel que tantas y tantas veces su madre le había leído hasta grabarlo en su mente a prueba de demencias. No dejaba de resonar la frase «y soplaré y soplaré y tu casa derribaré». Se sentó en el suelo.
—¿Qué haces, papi?
—Esperando al lobo, hija.

jueves, 30 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 457. A mejorar

Llegó uno de los momentos más duros de toda su vida, el de la separación. Inevitable. Sí, inevitable. Lo había intentado todo. Todo, todo, cuantitativamente todo. Ya no podía más. Los ojos llenos de lágrimas, la cabeza a reventar, asfixia. Los médicos, todos a los que había acudido, nada pudieron hacer. Visitó a los mejores y nada, no hubo solución. Después de cinco años juntos, cinco años intensísimos, cinco años de la mejor y más gratificante compañía, todo se acabó. «Aquí vas a estar muy bien. Vendré a verte». Después de esa breve despedida salió a la calle, cogió el autobús y regresó al hogar, ahora vacío. Se tomó la medicación de la alergia, alergia al epitelio gatuno. Empezó a mejorar.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 456. Salta al hiperespacio

—Mira qué planeta más bonito, parece una bola azul. ¿Nos acercamos, Levo?
—No sé…, Dextro. Bueno, venga.
—Allí parece un buen sitio para cotillear. Anda, activa la invisibilidad, Levo, no vayamos a darles un susto innecesario.
—Vale.
—Hummm, qué curioso. Qué construcciones más llamativas realizan estos organismos.
—Estoy de acuerdo. Vámonos a otro sitio. Hagamos un pequeño estudio de homogeneidad, Dextro.
—Bien. Mira allí, en aquella esquina de ese continente, esa zona que tiene forma de cuerno de mamut gorditiano. Parece un buen lugar.
—Qué raro…, que abdómenes más abultados. ¿Son otra especie?
—No lo creo. El analizador genético no señala diferencias al respecto.
—¿Entonces?
—Creo recordar, pero es sólo un vago recuerdo de estudiante de biología universal, que en determinados organismos, a consecuencia de una falta proteica, el agua invade los tejidos. Pero… te repito que hace mucho tiempo y no estoy muy seguro.
—Pero…, Dextro, un déficit proteico implicaría que se están muriendo de hambre. ¿Cómo van a permitir entre seres vivos, y más de una misma especie, que se mueran de inanición? ¡Tienes cada cosa!
—Llevas razón. Siempre he tenido la polaridad más negativa que positiva. Pero, por lo que más quieras, Levo, vámonos de aquí que hay algo oscuro que me hace temblar las antenas. Salta al hiperespacio, por favor.

martes, 28 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 455. El siguiente

Era un paciente más. No lo digo en tono despectivo, no, sólo en numeral. Era el siguiente. Además, eso era muy importante. Sí, parece trivial, pero ser el siguiente es crucial. Le miró, le dijo lo que tenía que decirle; en buen tono, pero con la inmutable verdad siempre por delante. No eran buenas noticias, pero ahora lo importante es que el enfermo supiese que tenía un médico delante. Una vez terminada la conversación, una vez dicho todo y agradecido por ambas partes el haber sido un magnífico paciente y un buen médico, justo antes de darse ambos la vuelta, limpiaron una mancha que tenía el espejo.

Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"

lunes, 27 de marzo de 2017

NanorrelatoNº 454. Su música

Entró decidido a no entrar. Necesitaba medirse, a ver qué tal iba de fuerza, a echar ese pulso que tantas y tantas veces había perdido por muchísima diferencia. No la miró, aunque sabía más que de sobra que ella sí le había visto: sentía sus ojos, su magnética luz. Una vez allí se dio cuenta de que era muy pronto para hacerse el chulo. El sudor frío de su frente le delató. Oyó su voz, su música celestial, su suerte. Ya era muy tarde para darse la vuelta. «Perdón, camarero, ¿me cambia para la máquina?».

Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"

viernes, 24 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 453. El velocirraptor

A aquel que haya encontrado y, por supuesto, abierto esta botella, quie­ro comunicarle que no pretendo ayuda, solo charlar un rato. Para ello, quería decirle que durante muchos años trabajé muy duramente en el continente, jornadas de doce horas con finales horribles del tipo «mis hijos ya dormidos» y «cariño, hoy me he arrastrado un poco más que ayer». Así que un buen día decidí, siempre dentro de mis cabales, ha­cerme náufrago y, me lancé en una liviana nave a la inmensidad del océano, con el objetivo como digo, de convertirme en náufrago. Cuando dicho propósito estaba a punto de cumplirse gracias a que mi débil em­barcación estaba haciendo aguas como loca, se me presentó como en un sueño, una maravillosa isla de un verde fluorescente. Hacia allí fui nadando con mi antiguo objetivo muy mejorado, es decir, convertirme en un náufrago pero de primera especial. Llegué hasta la playa, desde donde ahora mismo le escribo esta carta y me tumbé y, por primera vez en mi vida, dormí, en el más estricto sentido de la palabra, ya que lo que había hecho hasta entonces era descansar. Pero un buen día, que estaba intentando pescar con un palo afilado, se me presentó un veloci­rraptor que, lo primero que intentó, como ya habrá adivinado usted, fue tragarme, no ya de un bocado sino despedazándome. Y, hasta hoy. Des­de aquel instante, no paro de correr delante de él, que nunca logra al­canzarme porque como tiene tantos miles de años, pues eso, tiene poca velocidad. Pero el caso es que no estoy tranquilo, todo el día vigilando y corriendo. He intentado hablar con él, y me ha dicho que no quiere comerme, que después de tanto tiempo comiendo cocos le sería impo­sible digerir la carne. Que sólo quiere matarme, porque le he «jodido su soledad». Y ahora me planteo volver a ser náufrago, pero, volvería a mi vida anterior y, la verdad, casi prefiero seguir corriendo delante de este anormal.


Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"

martes, 21 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 452. Al otro lado

Al salir por la puerta, cuando todavía estaba próximo a ella mientras se abrochaba el abrigo mirando los botones uno a uno por no mirar a ningún otro sitio, notó como el reproche musitado al otro lado atravesaba la mirilla y se alojaba en su espalda cual certera saeta. Sabía, porque no era tonto, que era el final, ¡y de los peores! que son aquellos en los que no existe ni tan siquiera la leve anestesia de un simple aspaviento. El tiempo que tardó en alcanzar el portal fue más que suficiente para recordar toda la vida vivida. Sí, toda.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 451. A dos horas

Desde hacía algún tiempo, todos los dioses del Olimpo estaban muy preocupados. Sentados, cabizbajos, viendo cómo su jefe, Zeus, daba vueltas y saltos de forma compulsiva. Jamás le habían visto así. Era cómo si él hubiese perdido la paciencia, algo del todo imposible dada su posición y curriculum.
<<Dos horas, dos horas. La distancia…>> exclamaba mientras realizaba las extrañas piruetas.
<<No me miréis así ¿No lo entendéis? Pues…, mirad hacia abajo: aquellos dos chiquillos que desde aquí parecen juntos, uno está llorando porque se le ha roto su plumier y el otro porque su nuevo hermanito ha muerto de hambre, igual que el anterior y el anterior y el anterior…. ¿Comprendéis? Me equivoqué, pensaba que estaban juntos…, y están a dos horas de avión. No le di importancia a esa distancia. No supe verlo. Me equivoqué.>>

lunes, 13 de marzo de 2017

Nanorrelato Nº 450. ¡Buen número!

Un excelente día se puso a caminar. Bueno…mejor dicho y para no ser exagerado: un día cualquiera empezó a andar. Era lo que todo el mundo (muy preocupado) quería, que caminara, que avanzara de una vez, que ya estaba bien, que quedarse parado no sirve de nada, que la vida es ir siempre hacia delante. Bien, pues armándose de valor y realizando un esfuerzo (¿sobrehumano?) lo hizo. La primera vez dio unos pasos temblorosos que provocaron el júbilo de los que ‘le querían’. Poco a poco, con tesón y esfuerzo esos incipientes movimientos inestables se fueron convirtiendo en zancadas seguras, firmes, hasta tener por completo dominada la ‘técnica’ y ofrecer ya, sin pensarlo, paseos que eran la delicia de todo el mundo.

<< Mira que son graciosos estos perritos que andan sobre dos piernas como si fueran hombres, ¿verdad, hijos? Después vienen los leones…>>

viernes, 24 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 449. Papiroflexia

    ¿Cómo quién seré? ¿A quién me pareceré? ¿A don Quijote? Umm… ¿Madame Bovary?  ¿El Guardián entre el centeno? ¿Bartleby el escribiente?
    No veo nada de eso en mi bola, amiguita.
    Y... ¿qué ve?
    Agua.
    ¡El mar! Eso es: El viejo y el mar. La segunda parte, estoy convencida.
    Puede ser. Pero podría ser un río o un arroyuelo...no estoy seguro.


De pronto la consultante sintió un dolor agudo a lo largo de todo su cuerpo, un dolor ‘rasgado’, como si la arrancaran de algún sitio. A éste le siguieron otros dolores articulares, como si la doblaran en partes más pequeñas. Y… en forma de barquito, escrupulosamente blanca, la hoja de papel fue a perderse en la alcantarilla más próxima.

jueves, 23 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 448. El techo


      — Bueno, tú dirás.
      — No sé por dónde empezar, mejor dicho, por dónde seguir.
      — Tranquilo. Date tu tiempo. No hay prisa
— ¿Tengo mucho?
    El suficiente.
— ¿Para?
    Para ponerte bueno.
    ¿Seguro?
    Si no lo crees, difícil que ocurra.
    Ya. Al final todo en esta vida se resume en creer o no creer ¿verdad?
    Oye, que el psiquiatra soy yo.
    Ya, pero no te hablaba a ti.
    ¿Ah no? ¿Entonces a quién?
    Al techo, que me mira y escucha. ¡A quién va a ser! ¿No es él el que te cuenta la verdad cuando dejo el diván?

miércoles, 22 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº447. ¡Tan requetebién!

No entendió en absoluto las tres razones, quizás cuatro, que le habían esgrimido para echarle de su puesto de trabajo. No tenían ni pies ni cabeza…ni cuerpo de dónde salir.  Y aquel instante incomprensible se estiró como un chicle, y comenzó una carrera de entendimiento negativo o a medias, siendo generoso, de la mayoría de las cosas que se asomaban a su vida. Al poco tiempo, tampoco se entendía con su familia, ni con amigos, ni tan siquiera consigo mismo. Y sobre todo, no comprendía cómo los cartones, que tantas veces había tirado a la basura, podían calentar tan requetebién.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 446. Que pase el siguiente

Érase un hombre honrado. Mucha gente importante desconfiaba de él. Bueno, no quiero exagerar: desconfiaban muy pocos, la verdad, lo que pasa es que al resto le importaba una mierda su cualidad, que es prácticamente lo mismo que desconfiar. Y no hay mucho más que decir. Es triste, sí, pero me cuesta añadir algo más. Bueno, no quiero ser un narrador omnisciente injusto y me voy a explayar un poco. Nuestro protagonista era médico, y a pesar de todas las órdenes absurdas, incoherentes, egoístas y que en el fondo nada tenían que ver con la curación de las personas, él seguía siendo médico. Y, diciendo día tras día la frase mágica qué, como si de la mismísima piedra filosofal se tratara, hacía resistir al Sistema Sanitario para el cual trabajaba convirtiendo el plomo en oro: << Que pase el siguiente>> Fin.

jueves, 9 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 445. Bipartición

Érase una vez una bacteria muy buena. Digo buena porque no quería hacer daño a ninguna célula, aunque pudiese de sobra. Todas sus compañeras de cepa se reían vehementemente mientras colonizaban y atacaban sin piedad  sus objetivos, mientras que ella no lo hacía. Nuestra amiga simplemente se dividía, y su bondad era repartida entre sus dos hijas recién nacidas, las cuales seguían siendo objeto de mofa. Pero curiosamente, las risas sólo estaban dirigidas a una de ellas, ya que la otra bacteria resultante de la división dejaba rápidamente de ser buena y se convertía en mala; vamos, en normal, como el resto. Así que, por ahora (hasta el término de este nanorrelato), siempre quedaba una buena.
 — ¡No está todo perdido, chicas!— se decían unas a otras, las células supervivientes.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 444. Las gafas oscuras

<<Pero… ¿por qué?>> se preguntaba ante la sacudida que le volvía a ‘regalar’ la vida. << ¡Otra vez en el mismo carrillo!>> De nuevo, todo el proceso de encontrar una razón a tantas bofetadas, inundó su cabeza. Volvía a comenzar la búsqueda con el manido <<Pero si yo no soy mala persona >> Doy fe, como narrador, que así era. Era una persona buena, muy buena y con unos valores de esos que ahora se consideran ‘pasados de moda’. Lo que sí que era evidente, es que hasta algunos (menos mal que no todos) de los seres a los que había ayudado, por ejemplo, de una muerte existencial segura, le habían devuelto semejante acción con un amargo mandoble (por no decir un hostia tremenda). Hasta que… en su desesperación consultó a un adivino; sí, de esos que piden la voluntad. <<Cómprese unas gafas de sol>> le diagnosticó. Y así hizo. Y todo mejoró: disminuyeron drásticamente los mamporros. ¿Por qué?  Pues porque  nadie podía verse reflejado en sus ojos como realmente era, cualidad que suelen tener los órganos visuales de las buenas personas. Por tanto, gracias a la oscura barrera cristalina, la ‘mala gente’ siguió engañándose, debido a que el espejo de la reina del cuento Blancanieves dejó de estar disponible. Bueno, se las quitaba ante quien le daba la gana. Claro, ¡no van a ganar los malos!

lunes, 6 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 443. La Conjura de...

Érase una vez una persona dada por loca. Ella luchaba insistentemente por defender su cordura, pero el veredicto le llegaba por muchos caminos: en alto, en susurro, escrito…, y a veces, con un dedo girando en torno a una sien. Pero de repente, el mundo empezó a cambiar según sus asertos científicos:
<< ¡A lo mejor no estaba tan loca!>>
<< ¡Es posible que lo supiera!>>
<< ¡Habría que pedirle cuentas!>>
<< ¡Habrá que ver cuanto se callaba!>>
<< ¡Ha sido por su culpa!>>
<< ¡Eso!>>
<< ¡CLARÍSIMO!>>

…Y la loca acabó en el fondo del volcán para apaciguar la furia de los dioses.

viernes, 3 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 442. El pescador

Érase una vez un hombre que no creía en lo que hacía, a pesar de salir todos los días en su barca a pescar. No creía en su trabajo pero no era ningún sinvergüenza, así que madrugada tras madrugada recorría con su minúscula barquita la distancia que él consideraba prudencial y óptima para llevar a cabo su objetivo. Un buen día le adelantó una barca mucho más pequeña que la suya, lo que le llamó mucho la atención. No sólo le rebasó, sino que se adentró en el mar una distancia ‘enorme’ según sus cálculos, realizados mentalmente y dados por buenos por su larga experiencia. Se preocupó por el probable destino fatal de aquella embarcación, así que decidió esperarla por si, a la vuelta, necesitaba cualquier tipo de ayuda. Al cabo de unas horas, la barquita volvía a puerto y, al cruzarse con el honrado pescador, éste entabló una conversación:
    Con esa barca tan pequeña, amigo mío, no debería adentrarse tanto en la mar.
    Ya, pero las sirenas se encuentran mucho más lejos de donde tira usted la red.

jueves, 2 de febrero de 2017

Nanorrelato Nº 441. Bálsamo profiláctico

Estaba como un flan. Era lógico por otra parte, ya que era su primer día de trabajo. Ya, ya sabía que la habían engañado, que no era “eso” lo pactado, lo prometido,  lo hablado de forma amigable y distendida con su “jefe”<< Pero los tiempos son lo que son, y lo peor de todo…el mundo “es lo que es”>>. El dinero, tan necesario para su familia, se fijó en su mente como primer y único objetivo, y de esa forma aplicó el bálsamo profiláctico tan necesario para dar el siguiente paso laboral: paró el primer coche <<Hola guapo, ¿quieres compañía?…>>

martes, 31 de enero de 2017

Nanorrelato Nº 440. Tú, que sientes.

Tres vertical: amor; valor determinado como bien común: justicia; dos horizontal: acción y efecto de proteger…facilísimo; cinco vertical: compasión. ¡Chupado!
<< Psst. ¿Te parece normal lo que estás haciendo?
<< ¿El qué?>>
<< Hombre…, no sé. Ponerse a hacer un crucigrama cuando está en juego la cuantía de la fianza…>>
<< ¿Qué más da?>>
<< ¿Cómo que qué más da? Me estás poniendo nervioso, y además te está mirando el juez y verás…>>
<< Tranquilo. ¿Tú crees que va a variar algo el que haga o no crucigramas estando acusado y siendo un asesino múltiple? Anda, atiende tú… que sientes.