Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


viernes, 28 de septiembre de 2012

Nanorrelato nº 219. La alegría y Freud


El hombre, sueco o finlandés, no hablaba español…, ni francés, ni inglés, ni esperanto, ni nada de nada; ni tan siquiera hacía señas, ni movía los ojos y apenas pestañeaba. La única conexión con el otro ser que tenía delante era una frente perlada, la cual indicaba el sufrimiento que circulaba a gran velocidad dentro de su bóveda craneal. Con esa parca información, su médico intentaba disminuir la presión para, a su vez, aminorar el dolor. En un rato no muy largo, ambas frentes se encontraban igual de sudorosas. En ese instante de equivalencia se produjo la magia del inicio de la curación, y el sudoroso más histórico rompió a llorar tumbándose de verdad en el diván, con lo que la frente del médico se secó de inmediato gracias a la alegría producida.
Acrílico y esmalte sintético sobre lienzo (90 x 71)

sábado, 15 de septiembre de 2012

Nanorrelato nº 218. Campos de color


Abrió la puerta de lo que había sido su espacio sagrado y percibió el cálido olor a pintura. El color blanco inmaculado de un lienzo virgen, le recordó lo terapéutico que siempre había “el principio”. Se quedó parado en medio del sacrosanto volumen mirando en derredor los maravillosos campos de color que, por alguna execrable razón, habían perdido el poder sanador contra ese maldito y primitivo subconsciente que sólo se rige por la ley del Talión. Sólo le quedaba por ver el último: el rojo sobre el blanco del lavabo. A eso había venido, expresamente.

A Mark Rothko
Acrílico y esmalte sintético sobre lienzo (55 x 46)

martes, 11 de septiembre de 2012

Nanorrelato nº 217. La llave


Otra puerta cerrada. Vuelta atrás. Otro pasillo, de distinto color que el anteriormente recorrido, pero… pasillo. La sorpresa que otrora le producía los distintos colores que iba encontrando, había desaparecido hacía ya muchos kilómetros. Al final se veía una puerta ¿Sería ésta? ¿Estaría abierta? Pues no: también cerrada. Vuelta a la derecha y…otro pasillo. Y otra puerta. Cerrada.
<<No me va a quedar más remedio que utilizar “la llave”. Ya no puedo más>>
Y…los barbitúricos fueron introducidos muy (muy) despacio en su cerradura.

A Marilyn Monroe
Acrílico y esmalte sintético sobre lienzo (92 x 73)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Nanorrelato nº 216. Cinco minutos


Érase una vez un hombre con dos subconscientes. Cada mañana se despertaba él primero, y esperaba un ratito a que uno de los ‘dos’ le hablase. No había una regla fija, ni nada de nada, con la que adivinar cual de ellos estaría acompañándolo el resto de día y…, como siempre que existen dos opciones, pues eso, uno de ellos era bueno y el otro malo. Así que, independientemente del resultado, el tiempo de desfase entre su amanecer y la manifestación de cualquiera de sus subconscientes, que solía ser de unos cinco minutos, era el único segmento de su vida en el que se sentía solo…, y libre, claro está. El bueno sólo le aconsejaba y le repetía constantemente, machaconamente, mañana tras mañana en las que ganaba la existencia:
<< Aprovecha esos cinco minutos para hacerte preguntas, no para buscar respuestas. Esas no existen, sólo hay cuestiones>>
…a diferencia del malo que le decía justo lo contrario (como habrá adivinado el lector, si es que lo hubiese)
Acrílico y esmalte sintético sobre lienzo (90 x 71)