Un día, de repente, sonrió. La
sensación fue tan sorprendente que durante algunos minutos estuvo desorientado,
como si hubiese dado tres vueltas de campana dentro de un coche. Una vez
recompuesto, su primera preocupación era que no recordaba qué había ocasionado
tan sorprendente hecho. Lo intentó, y lo intentó, pero nada…, No lo pudo
esclarecer. Como buen ser humano, al cabo de un tiempo, el cansancio se
transformó en tedio, que es la siguiente etapa, y dejó de buscar la causa. Y
eso es todo. Fin. Bueno…, también olvidó la sonrisa. Ahora sí: fin.
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Témpera sobre papel |
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