Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


sábado, 1 de octubre de 2011

Nanorrelato nº 149. Echarse a la mar

Surcaba la noche en su pequeña barca. Navegaba por esa delgada franja de océano, ese límite estrecho donde se besan el sueño y la vigilia. Era un valiente marinero, ya que, como toda “persona de mar” sabe, esa zona es la más peligrosa, donde las olas rompen de forma más desgarrada contra la bóveda craneal, donde las corrientes son de tal magnitud que arrastrarían al más saludable de los transatlánticos al fondo de los fondos en un santiamén, donde los sueños y la verdad tienen la misma tonalidad y se confunden, y peor: se amalgaman. Pero repito, aunque pareciera un cobarde, aunque creyese que lo era para ser más exacto, navegaba sin ser consciente de su valentía por el segmento de agua donde muy poca gente es capaz de “echarse”. Y encima, con una pequeña y cansada lancha, la fisquita.

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