Viéndola
recoger y disfrutar del premio, en un despiste de esos que se producen terapéuticamente
en la vejez a modo de poyete de descanso para la cabeza, recordó lo chiquitita
que era cuando le dijo «Mamá: yo soy una niña»
Todavía sentía el estruendo en su cabeza al oír esto, no porque le pareciese
mal, sino por el sufrimiento que estaba por llegar dada la crueldad innata de
la especie a la que pertenecían. Pero también algunos miembros de esa especie, poseen
tanta cantidad de valor como otros de crueldad, así que era cuestión de tiempo
y tesón, y de lucha por lo más maravilloso que se puede pelear que es por la
justicia, principal objetivo de los malos, que…allí estaba ella. Ya no era
niño, ni niña. Era una mujer hecha y derecha, recogiendo al vuelo del columpio
su premio y disfrutando de su risa. Mi nieta.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
lunes, 4 de abril de 2022
Nanorrelato Nº 650. Mi premio
Etiquetas:
amor,
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