No entendió en absoluto las tres,
quizás cuatro, razones que le habían esgrimido para echarle de su puesto de
trabajo. Bueno, no le echaron: le dejaron sin él. Desde aquel instante de
confusión comenzó una carrera de entendimiento negativo o a medias, siendo
generoso, de la mayoría de las cosas que asomaban a su vida. Después de algún
tiempo, tampoco se entendía consigo mismo, y sobre todo, no comprendía como los
cartones que tantas veces había tirado a la basura despreciándolos, podían
calentar tan requetebién.
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