Aunque se negaba a asumirlo, tenía perfectamente claro el objetivo de escribir en un papel cómo era él. Claro, no fue instantáneo ya que el miedo, la angustia, la cobardía paralizaron un buen rato los músculos necesarios para que se diese la escritura. Pasado ese ratito, con trazos temblorosos, comenzó a decorar la hoja. Pero curiosamente no aparecieron características personales de ningún tipo. No. Sólo había un nombre escrito en una esquinita, en pequeño, aunque marcado con tanta fuerza que el papel había sido atravesado. El sonido seco del disparo confirmó fehacientemente el objetivo.
Acrílico sobre lienzo 65 x 46 cm |
No hay comentarios:
Publicar un comentario