— ¿Cómo quién seré? ¿A quién me pareceré? ¿A don Quijote? Umm… ¿Madame Bovary? ¿El guardián entre el centeno? ¿Bartleby el escribiente?
— No veo nada de eso en mi bola, amiguita.
— Y... ¿qué ve?
— Agua.
— ¡El mar! Eso es: El viejo y el mar. La segunda parte, estoy convencida.
— Puede ser. Pero podría ser un río o un arroyuelo...no estoy seguro.
De pronto, la consultante sintió un dolor agudo a lo largo de todo su cuerpo, un dolor ‘rasgado’, como si la arrancaran de algún sitio. A éste le siguieron otros dolores articulares, como si la doblaran en partes más pequeñas. Y en forma de barquito, escrupulosamente blanca, la hoja de papel fue a perderse en la alcantarilla más próxima.
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