Por fin se decidió y
aquella camiseta tan molona fue a parar a su propiedad, sin pagar. Cuando llegó
a su domicilio, se dio cuenta de que tenía colgando la alarma. «Me da igual, si
es para estar por casa» Y así quedó el asunto, salvo que cada vez que va al
baño, el cual comparte pared con un comercio, salta la alarma. Nadie entendía
lo que pasaba; de hecho, los directivos de la cadena dueña de la tienda
denunciaron por incompetentes a la empresa que instalaba los sistemas anti
hurto. Actualmente expertos en fenómenos extraños peregrinan a la tienda con
aparatos medidores de no sé qué energías intentando dar una explicación
paranormal a los pitidos, los cuales se compaginan con el ritmo intestinal de
nuestro pequeño ladrón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario