Érase
un hombre antiguo que se enamoró de una mujer moderna. Así que, a nuestro
protagonista, no le quedó más remedio que hacerse una cuenta en Twitter, un perfil en Facebook
y, por supuesto, conectarse al todopoderoso WhatsApp. Llevaba apuntado en una libreta, que escondía de su amada
por ser un signo claro de obsolescencia, qué tenía que decir y por donde, ya
que confundía constantemente los distintos canales de comunicación y, datos
privados, secretos entre enamorados, eran volcados a la pública red, con la
consiguiente regañina de ella. Pero a pesar de la disciplina impuesta por los
apuntes del cuaderno, cada cierto tiempo volvía a cometer errores de
privacidad, aumentando el mal rollo entre ellos. Hasta que un día, su moderna
amante, sospechando que algo raro ocurría, buscó y le encontró el cuaderno que,
de inmediato, lo tiró a la basura. Y, curiosamente, desde aquel momento, nuestro
vetusto enamorado, no volvió a cometer ningún error.
Érase
una mujer moderna que estaba locamente enamorada de un hombre modernísimo….,
para siempre. Colorín, colorado (# FF0000, en moderno).
Muy bueno, Pedro.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Gracias, Humberto
EliminarMe he reído hasta las lágrimas, sobre todo con el final.
ResponderEliminarBuen descubrimiento, éste de tu blog. Llegué desde el de Humberto.
Saludos.
Muchas gracias, Taty.
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