Mientras escurría la fregona, mientras el agua negra se iba blanqueando, la frase “solo sí es sí”, que oía en el pequeño transistor que le hacía compañía, penetraba en su cabeza con la misma decisión y facilidad que la leche caliente entra al mojar un bizcochón. Pensaba en su sirvienta madre , y cuanta falta le habría hecho ese “solo sí es sí” …en su día. Pero de la misma forma que ya no se fregaba de rodillas, volvió a escurrir su fregona, que dinerito le daba para que su hija terminara medicina, y se atusó con mucho orgullo la bata azul y pensó lo bien que le quedaría esa frase cogida con un imperdible en el pecho. «¡Mañana, sin falta!»
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