Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


miércoles, 6 de julio de 2016

Nanorrelato nº 429. Doblemente eterno

No entendía las palabras. Le sonaban como si un coro de monjes ofertara su canto Gregoriano desde algún lugar lejano y el viento lo trajese incompleto, a borbotones. Se esforzaba por dilucidar algún significado que calmara su ansiedad, pero le era imposible. Y eso le ponía nervioso y le generaba angustia; aunque siempre que ocurría, en breve, una mano cálida y suave le agarraba la suya. Eso sí que lo reconocía. Era la misma, sin duda, que una vez asió inesperadamente hacía muchos años, cuando se declararon amor eterno, que siendo tan jóvenes es doblemente eterno. Los mismos dedos, los mismos dibujos imaginarios en la palma. Los distinguiría sobre cualquier cosa en la Tierra. Volvían las palabras, esta vez mezcladas de pitidos, como alarmas que avisaban de algo.
<< Voy a cambiarle el suero. Quédese el tiempo que quiera. Enseguida les dejo solos .>>

4 comentarios:

  1. El anhelo, reconocido o no, de toda persona, es tener una mano como esa con la que ser reconfortado. Realmente conmovedor, Pedro. Un abrazo

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  2. Acabas de evocarme la despedida de una persona muy querida. Lo expresas tan bien que he vuelto a sentir su mano. El poder de la palabra. Enhorabuena

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    1. Muchísimas gracias por tus amables y emotivas palabras. Da gusto escribir con personas como tú. Un abrazo, y gracias de nuevo.

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