El tiempo no transcurrió normalmente.
No. Se fue creando a trompicones, dejando espacios vacíos, espacios basura como
hay en las hebras cromosómicas y que sólo sirven como sustento estructural de
lo que sí tiene utilidad. Cada pequeño segmento duró lo que duró, quiero decir,
por ejemplo, lo que tardó realmente en perder su trabajo: muy corto; lo que
tardó en que le embargaran la casa, un poco más largo pero también muy corto.
Entre ellos, ese trocito sin tiempo, donde su sorpresa e incredulidad eran las
protagonistas. Al final, el milagro: metamorfosis. Sí queridos lectores. “…al
despertar una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama
convertido en un insecto horripilante”.
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo (65 x 46) |
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