Una vez tuvo un sueño. Fue uno especial, de los que se recuerdan después de despertarse, de los que parece que no lo has soñado sino vivido. De todas maneras, tengo que apuntar que no era difícil el hecho de rememorarlo, ya que estaba compuesto de imágenes muy sencillas: soñó exclusivamente con los colores blanco y azul. Sí, ambas tonalidades jugaban en el espacio, se fundían como dos gases para luego separarse y adquirir una intensidad arrolladora, una ola de felicidad. Así que, haciendo caso a su subconsciente, se propuso buscar el resto de su vida ambos colores, es decir, se puso manos a la obra para ser feliz.
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