— Bueno, me parece que todavía sigo aquí.
— Hola.
— Antes de nada, tengo una pregunta.
— Voy a apoyar la guadaña para hablar más tranquila, que mi naturaleza es la que es. Tú dirás.
— ¿Se está allí mucho más tranquilo, verdad?
— ¿Cómo? ¿No me digas que…, no lo sabes?
— ¿El qué?
— Que yo nunca he estado allí.
— ¿No? ¿Cómo es eso posible?
— Yo sólo me encargo de llevar gente. Pero yo vivo en la interfase. Así que realmente no sé ni cómo se está aquí ni que ocurre allí.
— ¿Pero…?
— No me fastidies. Normalmente no hablo ni ayudo a nadie porque esa no es mi función. Anda…, que el JEFE no está mirando: Métete los dedos y vomita todas esas pastillas. Ya nos veremos de nuevo, cuando te toque, tontorrón.
— Gracias.
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