— ¿Hoy? Perfecto.
— Sí. Esta misma tarde.
— Le habrás echado.
— Claro; cómo iba a hacer otra cosa…
— Perfecto. El jefe se pondrá muy contento. Pronto…otra alma que…en fin.
— Me dio un poco de pena…no ayudarle.
— Sssh. No digas eso. No se te ocurra volverlo a decir ¿No ves que “él” te podría oír? Imagínate lo que te haría si intuyese que eres débil, que puedes abandonar, traicionar al “lado oscuro”.
— Llevas razón. Pero me dio pena. Parecía un buen tipo. Con una pequeña ayuda…
— Ya te dije que tendrías que olvidar por completo que eres médico. Ahora sirves a otros ideales.
— Ya.
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