Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


jueves, 27 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 620. Coronavirus y negocio

- Y digo yo, Dextro, que a quién le habrás pisado los tres dedos gordos del pie central, en la Dirección General, para que nos vuelvan a mandar de misión a esta mierda de planeta.

- Ya sabes, Levo, que soy un bocachancla. La computadora sigue diciendo barbaridades de esta especie. Yo creo que se va a cansar y se va a reiniciar ella misma, que aunque sea una máquina, estas cosas duelen.

- Pues guarda bien ese informe que he oído que se han filtrado los anteriores y que ya se está vendiendo, a buen precio y subiendo, la superficie del azulado planeta.

- ¿Vendiendo? ¿Para qué?

- Jopé Dextro, con lo listo que eres para algunas cosas…. Para que va a ser, pues para venir de vacaciones. ¿Has visto las playas que tienen?

- Pero, ¿Van a venir y convivir con estos deleznables habitantes?

- Dextro: La computadora central, gracias a nuestros informes, ha cuantificado los niveles de cobardía, sumisión, mentira, deshonor, traición y mediocridad, los ha metido en un algoritmo y:  ¡que van a desaparecer! Eso es lo que se ha filtrado a las inmobiliarias de nuestra galaxia.

- O sea, que nosotros soportamos esta barbaridad como funcionarios sin protestar, para el bien común, y otros hacen negocio…..igual ese es el principio de nuestra desaparición.

- Como acojonas, Dextro.



martes, 25 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 619. Coronavirus y la banalidad del mal.

-    Mira Dextro lo que ha encontrado la computadora. Por lo visto esto que está ocurriendo en ese planeta azul, ya había ocurrido antes.

-     ¿Otras epidemias parecidas?

-     No me refería a eso, vamos yo no, la computadora. Habla de una filósofa, una humana llamada Hannah Arendt, que dejó escrito en un libro que un tal Eichmann, que hizo barbaridades contra los de su especie, pero que cuando le juzgaron realmente él no estaba de acuerdo, que lo hizo por cumplir órdenes sin sopesarlas éticamente.

-      Están perdidos, Levo. Lo que te dije antes: sin jefes valientes y moralmente armados....bueno, que quizá es lo mismo. Con el planeta tan bonito que tienen….

-     Pues eso. Vámonos ya, acelera el platillo, que creo que este análisis es definitivo como para que no nos vuelvan a mandar aquí.





viernes, 21 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 618. Coronavirus......

 

- Pero bueno, Dextro ¿No pasamos con el platillo por este planeta hace unos seis meses?

- Sí. Estaban en medio de una pandemia acojonante, Levo.

- Pues mira los datos: van a pasarlo peor. No lo entiendo; pero si tenían claro lo que había que hacer para evitar que ocurriese lo mismo.

- Ya, pero si te acuerdas del informe que mandamos a nuestra galaxia, quedamos en que una de las causas más importantes de la catástrofe era que mandaban los peores.

- Me acuerdo, Dextro. Pero lo que me llama poderosamente la atención es que los que sí saben no hagan nada.

- En eso estaba, Levo. He analizado sus ondas cerebrales de algunos de sus mandos bien formados del siguiente nivel , y por lo visto hay una cosa que les bloquea: una síntesis elevada de unas hormonas que en esa especie se generan cuando sienten miedo, una preocupación por no perder…, su puesto directivo o algo así. Parece que eso provocaría que no pudiesen pagar todo el dinero que deben a alguien que llaman “Banco”. Eso es lo que dice la computadora.

- Pero vamos a ver ¿Les da igual que se puedan morir sus abuelos? Y eso que tienen solo cuatro…si fueran como nosotros que tenemos veinticuatro, diez maternos, diez paternos y cuatro neutros ¿Qué harían? Porque te digo yo a ti una cosa: te juro por mis ocho antenas que no permitiría que ninguno de ellos se muriera injustamente.

- Pues ya ves. No tienen claro que la cualidad más importante de un jefe es la valentía, seguida de la honradez y la formación. Estoy hasta mis fosforescentes huevos de este planeta. Termino el informe y salto a la velocidad luz, que esta especie da un asco…..


jueves, 20 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 617. Coronavirus y otra vez.

Se desplomó. No, no me refiero a que se cayese al suelo o cosas de ese estilo. Se desplomó de desplomarse, de plomo en su cabeza y en su corazón, de peso, de carga inaguantable, pero que tengo que resistir, y no sé si voy a ser capaz. Otra vez, otra vez, cómo es posible, se decía repetitivamente viendo la pinta de la curva, de la maldita gráfica. Otra vez, otra vez el aire del respirador chocando contra la guadaña. Otra vez esa mirada perdida ante la desesperación. Otra vez el hielo sembrado de cadáveres que no les había llegado la hora, que les faltaban muchos besos y partidas de julepe. Otra vez el terror. Otra vez esa aleación entre gritos y silencio, ese oxímoron inexplicable salvo para quien ha estado ahí. Otra vez sin dormir a pierna suelta. Otra vez que no sé qué voy a llevar a mi casa, a los que amo, esos que me miran con admiración nada más llegar mientras me desnudo casi antes de entrar. Pero si estaba todo muy claro…solo había que hacer caso a los libros. Aplausos…., otra vez. Otra vez.


martes, 18 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 616. Coronavirus y poderoso caballero.....

Y el Covid-19 hizo su siguiente movimiento: invertir en bolsa. Y ganó, ganó varias veces seguidas, lo que en ese mundo se denomina “un chicharro”. Y concomitantemente a ese éxito, y por ende aumento de dinero en su poder,  subió su imagen, y ya no se le veía tan malo, sino que aparecieron voces, sobre todo de los periódicos en los que invirtió ingentes cantidades de dinero, periodistas totalmente independientes (demostrado) que dijeron de él que era un buen tipo, “Duro pero justo”, creo que se llegó a poner en algún titular. Y después vino el premio literario Covid-19, el más prestigioso de la literatura española que ganaban los mejores, los que sus letras eran las más valientes, claro.  También se creó un galardón científico llamado, como no puede ser de otra forma, “I+D+i Covid, sí sí sí” donde ganaban aquellos que su ciencia combatía las enfermedades más terribles, siempre en defensa de la salud. Y los que en su día lucharon en las UCIs, vieron como borraban todo rastro en internet, eso que se llama derecho al olvido, para evitarles problemas….” ¡Qué necesidad de señalarse!”, les justificaron desde el poder político a través de los distintos boletines oficiales, mientras veían indefensos como desaparecían de la pantalla del móvil, como azucarillos en el café, artículos y entrevistas. Y el mundo siguió dando vueltas alrededor del Sol, las vacaciones en agosto, las olimpiadas cada cuatro años, y como decía uno de los pensadores más influyentes de la época: somos un poco mejores.


martes, 11 de agosto de 2020

Nanorrelato Nº 615. Coronavirus y una UCI.

 

Parecía otra dimensión, otro lugar donde las leyes físicas no se cumpliesen, donde arriba fuese abajo y viceversa, donde muerte y vida no estuviesen totalmente separadas, debidamente distantes. Esa fue su primera impresión nada más cruzar, la puerta de la U.C.I. de su hospital. Una vez dentro, de forma inmediata, ya formaba parte de todo aquello, ya sentía la deformidad en inconsistencia de las leyes que habitualmente rigen el universo, y tenía que moverse entre aquellos agujeros de gusano donde la transportaban de un enfermo a otro, instantáneamente. En todos estaba el mismo protagonista, ese ser invisible por su extrema pequeñez, pero de lenguaje atroz, de amenaza real. De uno a otro, detrás de un sinfín de capas de papel, de plástico y las que uno se pone irremediablemente, iba regando con agua de vida para ganarle unos segundos a esa cuenta atrás iniciada por ese enemigo invisible. Y a algunos, ese tiempo añadido, les fue fundamental. A otros, no. Cuando está sola, y se seca las saladas lágrimas que a nadie quiere enseñar, se imagina las risas de los nietos de aquellos a los que su aportación espacio-temporal les valió; y piensa que ese es su mejor premio, el único que conseguirá cicatrizar su alma en carne viva, que duele, que duele.

 

P.D. Dedicado a mi hermana y a todos aquellos que le plantaron cara, muy de cerca, al Covid-19.

Nanorrelato Nº 614. Coronavirus y evolución.

 

¿Veis cómo llevaba razón?, gritó el coronavirus más viejo de toda la división a sus soldados, y responsable de ella con el grado de coronel, que no general, porque era bastante chabacano y muy bocachancla. Os dije que era cuestión de tiempo, de ser resilientes, como dicen ellos. Que ni caso a todos los aplausos que intentaban desmotivarnos. ¡Na! Ni caso. Todo mentira o, para ser justos, verdad temporal, porque al poco, palabras, emociones, juramentos y lo que se os ocurra, se disuelven en el olvido tan rápido como una molécula de glucosa en el plasma. Os repetía una y otra vez el refrán popular, “que más sabe el virus por viejo que por virus”, porque sabía a ciencia cierta que podríamos atacar en una segunda oleada. Os repetí hasta la saciedad que no se quieren unos a otros, que eso del amor que tanto repiten en poemas, canciones y demás, les dura… ¡Na! Y lo peor de todo, y más incomprensible, es que colocan a los más incapaces en los puestos de poder. No me preguntéis el porqué, que ni idea. Y encima se creen, mejor dicho, se apropian del primer puesto en la evolución…jajajajjajajajajajja. Perdón por la risa descontrolada de vuestro coronel.