Se sentía raro. Cualquier acción que realizaba parecía distinta a pesar de que se reprodujesen al milímetro las mismas condiciones que en actuaciones anteriores. Todo era muy extraño aunque no pudiese ser catalogado de malo ni de bueno, sólo chocante y punto. ¡Claro!— chascó los dedos — ¡eso es! Llevaba poco tiempo con su recién estrenada ropa de ‘cordialidad’ y no se había percatado de la invisibilidad que produce dicho tejido. Eso era: Invisible.
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