Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


domingo, 31 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 597. ¡Qué haría yo sin ti!


Su oponente la miraba fijamente mientras vomitaba frases intentando destruir sus argumentos con axiomas ideológicos totalmente falsos: lo que se escondía detrás de ese léxico fácil era dinero, mucho dinero. Muchísimo. Nada de ideología ni cosa que se le parezca. Ella lo sabía, llevaba mucho tiempo en estas lides y no se dejaba seducir por una “manzana”, por muy buen aspecto que tuviese…la serpiente. Sus compañeros, sentados al lado en la enorme mesa de reuniones cuyos brillos parecían ajenos a lo que allí se estaba diciendo, la apoyaban con minimalistas movimientos de cabeza, que lo que expresaban realmente era: a ver si te estrellas y te cesan…lista. Ella también lo sabía, traducía magníficamente en varios idiomas, idiomas amigos y enemigos, lo que se llama bilingüe vamos. Y mientras aguantaba el embate de unos y los puñales de otros interpretando su papel como si estuviese estudiando al mismísimo Beltor Brecht, a punto de desplomarse sonó un wasab:
“Ya no me quieres. Es evidente. Llevas tres horas sin decirme nada. Esto es el final. This is the end, como cantaban los Doors”
Después de sonreír casi imperceptiblemente, sacó fuerzas de donde no había e hizo una exposición que desconcertó a todos, a un lado y a otro; cuando salía de la sala dijo en bajito: gracias, marido pesadilla ¡Qué haría yo sin ti!

jueves, 28 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 596. Coronavirus y guerra civil.


Bueno, queridísimos alumnos, ya casi está acabando este curso de 2199, y ya el próximo que entréis será un poco más emocionante por el nuevo siglo que estrenaremos todos. Por ello, para afianzar algunas materias que hemos estudiado muy importantes, ya no recuerdo si mediante estudio convencional o implantes de memoria, para unificar toda la historia de España que hemos estudiado, me gustaría que, además del examen neuronal que os hará el computador sobre credibilidad y arraigo de los conocimientos adquiridos, me hicieseis un trabajo corto, de unas cinco páginas como mucho, de la siguiente materia: Analogías entre la primera guerra civil española de 1936-1939 y la segunda guerra civil de 2020-2023.

martes, 26 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº595. Coronavirus y derroche de lucidez


La sala de reuniones le parecía muy grande aunque acorde a su categoría, claro está; las banderas enhiestas con su saludo, se encargaban de afirmarlo. Siempre entraba en ella diez minutos antes de que empezase cualquier reunión. Le gustaba ver una  a una, en solitario, con el respeto y la solemnidad que provoca el sonido de tu propia respiración, las paredes en las que un poco más tarde sus palabras rebotarían raudas hacia sus “escuchantes”, superando si cabe la velocidad del sonido, ya que eran suyas, del ¡más importante! Una vez que todo el mundo estaba sentado y justo antes de empezar, siempre el mismo pensamiento mitad y mitad desprecio y regocijo, recorría su bóveda craneal « Estos imbéciles, que se creen muy listos, muy preparados, muy lúcidos, seguro que piensan que soy un mediocre…. ¡Panda de pringaos! Jamás estaréis en mí puesto por eso mismo: por estar preparados. »

miércoles, 20 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº594. Coronavirus y estigma.


Yo he mejorado, se dijo en bajito poniéndose colorado de la vergüenza tan tremenda que sintió al verbalizar esa afirmación…, ¡con la que estaba cayendo!, pero siguió su razonamiento hasta el final, hasta las últimas consecuencias como siempre había hecho, por cierto, con todas y cada una de las cosas que influían en su vida. Si, por ejemplo, veía a alguien, que cada vez iban mejor vestidos se fijaba, rebuscar en la basura en silencio, automáticamente eso le costaba quince días de no salir de casa por la mochila que le había clonado a dicho individuo y se había colgado sin mediar palabra. Su médico parecía un estibador ya que no hacía otra cosa que descolgar cargas y cargas, explicándole que él no era el responsable de nada. Pero era muy cabezón, y como empecé al principio, había mejorado, se encontraba más libre, que digo libre…,infinitamente más libre con la mascarilla quirúrgica puesta siempre, ya que podía hacer algo que no podía evitar y era hablar solo, sin que nadie le mirara raro y se apartara. Ahora siempre estaba a dos metros de cualquier persona, ¡como todo el mundo!, nadie le rechazaba, ninguna persona cogía rápidamente a su hijo y se lo escondía detrás, lo más lejos de él, cuando le veían hablar. He mejorado,volvió a repetir poniéndose más colorado, si cabe.

lunes, 18 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 593. Coronavirus y la química.


Al final, la presión mediática, política, y por supuesto monetaria, fue sosegada incluyendo el número de muertos producidos en las epidemias como un valor en bolsa. Fue aceptado el devenir, que subiera y bajara como cualquiera de las otras acciones, aunque ese nuevo valor creado era repartido entre las grandes compañías que cotizaban en todos los mercados mundiales, de esta forma la responsabilidad no era de nadie, sino de todos, así era imposible que nadie cargase con ningún tipo de culpa, y en este sentido la ciencia siempre dice la verdad, tanto que se la nombra, porque ya se sabe por la química que cuanto más alta es la dilución, menos concentración hay de soluto y menos rasca en la conciencia, claro está. Y el planeta azul (bueno, no tan azul) siguió dando vueltas, un poco más ignominioso si cabe, porque después de haber gaseado a millones de personas, haber dejado morirse de hambre a ni se sabe el número de chiquillos, mirar para otro lado ante la prostitución de niñas y yo que sé cuántas barbaridades más…., y aceptando el destino como madre de todas las ciencias: cada ser humano ocupó su sitio, ganador o perdedor, ya decidido desde el mismísimo momento de la concepción. Como siempre, vamos.

sábado, 16 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 592. Coronavirus e individualismo.


Todo siguió su evolución. El individualismo continuó progresando adecuadamente, y los pocos que avisaron de tal peligro para la especie humana fueron enviados cruelmente a las terribles “sillitas de pensar”, hasta que emergían como nuevos seres no-ciudadanos ya convencidos del pensamiento imperante y único, o eran desechados y empujados al averno de la invisibilidad, si el tratamiento no había dado su fruto. En el fondo, aunque existían pomposos libros con gráficos y frases entrecomilladas demostrando que dicha corriente intelectual era la única posible, era lo que toda la vida se ha llamado “mirarte el culo”. Pero la genética es la genética, y posiblemente por las mismas razones que el genio de Darwin encontró en las islas Galápagos, todas las caras, al ser irrelevantes por la conducta descrita un poco más arriba, acabaron convirtiéndose en culos, ya que la cara era una estructura inválida ante semejante forma de pensar. Lo peor de todo es que al poco tiempo de la global mutación, vinieron muchos seres de otros mundos en plateados platillos, civilizaciones avanzadísimas que tenían la solución al cáncer, a las epidemias, etc, pero que no nos dijeron nada debido el aspecto tan deleznable con el que les recibíamos. Y fuimos el hazmerreír del universo, que los platillos ya ni bajaban: abrían las ventanas, nos miraban, y proseguían viaje desternillándose……y en cada alejamiento, un número elevadísimo de desesperados culos intentaban gritar algo, pero que era verbalmente incomprensible, huelga explicar el porqué.

viernes, 15 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 591. Coronavirus y el poder


En el final de toda batalla hay un perdedor y un vencedor, que nada tiene que ver con lo bueno o lo malo y muchísimo menos con lo justo e injusto. Las batallas son así, se comportan como si fuesen pequeños universos que siguen sus propias leyes físicas. Os explico esto, queridos alumnos, porque eso es lo que ocurrió en un planeta muy lejano, objeto de la clase de hoy. La lucha a la que me refiero se dio entre el poder económico y la ciencia. Y ganó el primero. Y con la rapidez que se dan siempre los vencedores de cualquier liza, empezaron a distribuir su verdad. La primera fue la total modificación de todos los libros de medicina, porque ya sabéis que no hay mejor campo de batalla que la sanidad. Se modificaron los parámetros fisiopatológicos que llevaban siglos demostrando su valía para alargar la vida de aquellos seres. Quedan algunas páginas de algunos compendios médicos, concretamente de cardiología, donde el hallazgo de un infarto de miocardio no dependía de lo que reflejase el electrocardiograma o los datos analíticos. No: el diagnóstico dependía de lo que comunicara su jefe laboral, de si podía faltar al trabajo o no. Ese era el parámetro decisorio. Suponemos que ese libro sería de obligado estudio para todos los médicos de aquel planeta. Y así ocurrió con todos los textos, creemos. Pero uno de ellos, que no se ha encontrado, pensamos que explicaría su extinción: el libro de salud pública, que como sabéis define cómo actuar ante una pandemia. Esa es, según todos los arqueólogos, la causa definitiva de la total aniquilación de aquel mundo. Lo más curioso de todo es que ese valor tan importante que llamaban dinero y que estaba representado por ceros y unos, según algunos restos arqueológicos, no se ha hallado ninguna prueba de su existencia. Es un misterio que algo considerado tan importante, como para jugárselo todo, no quede nada de nada. Como digo, solo hay de aquella maravillosa civilización, esqueletos y algún libro petrificado.

martes, 12 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 590. Coronavirus y otros planetas


Corría el año 343450 de su era. En un planeta alejado del suyo unos veinte mil años luz, un grupo de arqueólogos encontró restos de una civilización extinguida. Sus teorías, respecto a la causa del evento ligado a la extinción, están reflejadas en todos los libros universitarios. La más aceptada es que la infección del virus no pudo ser erradicada ya que aquellos seres poseían cinco narices y claro, mantener correctamente cinco mascarillas sin contagiarse pues debería ser, según el grupo mayoritario de arqueólogos que afirmaba esta teoría, muy complicado. Aunque había un pequeño grupo, muy minoritario, que afirmaba que, al encontrar la mayoría de sus esqueletos petrificados muy juntos, que podían ser semejantes a reuniones “festivas”, lo que en su planeta se llama “botellón galáctico”, la muerte les vino porque necesitaban imperiosamente divertirse, aunque dicha teoría era considerada casi una tontería, ya que no cabe en ninguna cabeza, sea del universo que sea, que nadie anteponga por delante de su vida nada. Por eso era tan minoritaria esa teoría.

sábado, 9 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 589. Coronavirus y La Fuentes


Escuchadme, queridos nietos. Una cosa quería contaros aunque digáis que soy un abuelo pesadísimo, pero entre mis obligaciones está la de la docencia. Ya sabéis que vuestra abuela y yo, hace algunos años, sobrevivimos a la terrible epidemia del Coronavirus. Recordad que lo más importante para que los miedosos, entre los que tu abuela y yo estamos entre las primeras posiciones, sobrevivamos, lo más importante es que los valientes sean valientes, y digan que NO en el momento más difícil. Vuestra abuela y yo lo vimos, vimos ese “NO”, tuvimos esa suerte.  Ha habido muchos hombres y mujeres que lo han hecho a lo largo de la historia de la humanidad, y gracias a ellos y ellas la humanidad ha podido seguir su tortuoso camino hacia el futuro. No lo olvidéis nunca. Y si tenéis la suerte de conocer a alguno, recordad su nombre y darle las gracias si tenéis la ocasión, y si alguno reza, que alguna de sus oraciones vaya para esa persona que la oísteis decir “NO”. Con eso basta. Los valientes no piden nada, de hecho lo que hacen, lo hacen “para sus adentros”.

domingo, 3 de mayo de 2020

Nanorrelato Nº 588. Coronavirus y la pareja


Decidieron darse otra oportunidad, la última; ese fue el pacto. Que era una empresa difícil ambos estaban de acuerdo, casi en lo único. Decidieron aprovechar el confinamiento obligado para esa nueva ocasión. Siguieron a rajatabla y más, todos los consejos de salud pública para evitar enfermar: fregar con lejía al 5% con más asiduidad, llevar guantes en los supermercados, utilización de geles hidroalcohólicos, estornudar en el codo o en un pañuelo y tirarlo de inmediato envuelto en una bolsita a la basura, y por supuesto ponerse mascarilla y hablar a dos metros de distancia. Y, como por arte de birlibirloque, la pareja empezó a sanar. Quizá fuese por la distancia que guardaban, o por el olor a lejía que invitaba a todo menos a discutir, o por no verse casi la cara, que lo mejor también influía el hecho de que la mascarilla amortiguase la voz y casi no se entendían. Lo que fuera, o todo junto. Y la pandemia del covid-19 pasó, pero ellos siguieron con las mismas pautas, que ya se sabe que la pareja es lo más importante y lo que más hay que cuidar, al precio que sea.