Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


sábado, 30 de abril de 2011

Nanorrelato nº 82. Un buen sueño


Un buen día tuvo un buen sueño. La alegría que le produjo le levantó de un salto de la cama. Era la primera vez que le ocurría algo así, por lo que le dio una importancia extrema y sobre todo, dada la singularidad del hecho, le atribuyó la máxima confianza: lo clasificó como de verdad absoluta. Abrió la ventana y…no ocurrió lo que el maravilloso espejismo le había regalado. No, no voló, aunque tengo que decir en su favor, que durante la caída en ningún, pero en ningún momento, perdió la esperanza de remontar. Debió de ser un sueño maravilloso.

martes, 26 de abril de 2011

Nanorrelato nº 81. Lo correcto

Llegó un momento en su vida en el cual no era capaz de saber a ciencia cierta la edad que tenía. No es que no supiera el año en que nació, no. Lo que le ocurría es que toda su vida había pensado que lo correcto, lo no patológico, era  que existía una correlación exacta entre la edad real y los años que uno cree que tiene. Y eso no era así, ella se lo había demostrado día tras día, a pesar de su tozudez en defender semejante hipótesis. ¿Qué quién es ella? Pues ella, la felicidad.
                              Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

lunes, 18 de abril de 2011

Nanorrelato nº 80. Solo


Y un buen día una pregunta eclosionó en su cabeza: << ¿Soy bueno o malo?>>
A primera vista le pareció una cuestión trivial, de hecho tuvo un impulso casi instantáneo de contestarla, pero un segundo de duda surgido quizá de la prudencia, abrieron un abanico de posibilidades que embarraron dicha inmediatez inicial. Lo siguiente que amaneció fue el pedir ayuda,  pero  << ¿A quién? >> Era lógico pensar que en función de la persona a la que le formulara la pregunta, sobre todo dependiendo de cómo hubiera interaccionado con ella mejor dicho, la respuesta sería de un signo u otro. Así que volvía a estar solo. Y le llegó la respuesta: << Claro, está bien claro. Estoy solo >>

domingo, 17 de abril de 2011

Nanorrelato nº 79. Embobado

Un buen día, y recalco lo de bueno por lo que voy a relatar a continuación, la felicidad se le presentó de golpe. Al principio se quedó parado, perplejo ante lo diferente que era de lo que había imaginado en sus neuróticos sueños. Se acordó de la tan manida frase de que “la realidad siempre supera a la ficción”, y se dio cuenta de lo estúpido que había sido, que  nunca había estado más claro que ambas cosas, realidad y ficción, no tenían nada que ver, ni se podían superar ni mucho menos coincidir… salvo en algunas pequeñas cosas: el color azul del cielo, el color azul del mar, el color azul de tu pijama. Siguió un buen rato embobado.

jueves, 14 de abril de 2011

Nanorrelato nº 78. El final


    No sé yo. No creo que acepten el proyecto.
    ¿Y por qué no? Si es buenísimo.
    Puede ser. La verdad es que me gustaría saberlo ya.
    Todo a su tiempo.
    Hablando de otra cosa, todavía no me han llamado del taller. Verás como es una avería bestial.
    Tranquilo. Lo que sea, será. Se paga y punto.
    Ya, es que me gustaría saberlo, para hacerme a la idea. Bueno ¿y la niña?
    ¿Qué?
    Nada, que daría lo que fuera por saber si va a aprobar esa maldita oposición ¡Estudia tanto!
    Eso es lo que tiene que hacer. Si sigue así, todo le irá bien.
    Vale. A todo esto ¿no íbamos a ir al cine?
    Sí. Por mi vale ¿Vamos a ver esa policíaca, que nos dijo tu primo que era tan buena? Esa que el asesino es el marido de ella.
    Pero bueno ¡cómo me cuentas el final!
    Vaya ¿ahora no te interesa?

martes, 12 de abril de 2011

Nanorrelato nº 77. Por supuesto

    ¿Tan seguro estás? Bueno perdón  ¿estabas?
    Por supuesto.
    Yo creo que no.
    ¿Por?
    Porque siempre he oído idéntica respuesta, el mismo “por supuesto”, con exacto énfasis y aplomo, como producto de la vergüenza o qué sé yo, y…ya, ya verás como en un ratito te darás cuenta de que no estabas tan seguro, aunque tarde, eso sí. Pero no te preocupes, — le dijo mientras le abrazaba y le secaba las lágrimas para luego  recoger la guadaña que había apoyado en una mesilla — no pasa nada: Nadie es perfecto.
                     Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

domingo, 10 de abril de 2011

Nanorrelato nº 76. Un ratito


Y después de muertes, decepciones, enfermedades horripilantes a personas amadas que conllevan esfuerzos titánicos, traiciones viles (como todas) pero incomprensibles que las hace mucho peores, amistades milenarias hechas añicos, deseos no materializados ni “por el forro”, crisis monetarias que hacen mirar el precio hasta en los mercadillos, canas que no dejan de salir… se dio cuenta de que no había cambiado ni un ápice, que seguía creyendo en la vida como el primer día en el que fue consciente que estaba viva. Se pidió una caña y se rió un ratito con un viejo amigo.

viernes, 8 de abril de 2011

Nanorrelato nº 75. Zeus

Todo el día, todos los días vamos, y a todas horas, tenía siempre el mismo pensamiento. No era una obsesión, pero casi. Tan era así, que desde el mismísimo Olimpo se interesaron en ver que pasaba, y el propio Zeus se personó ante él. Le pareció tan importante, que no delegó la misión en ninguno de sus dioses menores. Y aquí descendió, con su barba blanca, expectante ante lo que habría de oír (dada la recursividad provocada en el humano)  ¿Y que le pidió? : Pues lo que le pediría cualquiera.
<< Si es que parezco nuevo. Es la última vez que bajo. Mira que son pesados estos humanos en solicitarme lo que sólo ellos pueden hacer>>
                              Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

jueves, 7 de abril de 2011

Nanorrelato nº 74. Cardiología

Cuando terminó, de un golpe seco, el último latido de felicidad, el corazón adquirió un ritmo constante, monótono, periódico, sin sobresaltos. La sensación fue extraña aunque no desagradable, cómo de “todo ordenado”. Lo que sí que ocurrió de forma rapidísima, casi inmediata, fue un salto en el tiempo, y al instante siguiente a la terminación de la última palpitación dichosa, fue la aparición de un ser viejo y enjuto donde apenas unos segundos antes había hermosura y juventud. De tal hecho quedó constancia en el espejo del baño, por si algún incrédulo necesitase hacer una consulta.

martes, 5 de abril de 2011

Nanorrelato nº 73. Su fantasma

Cuando se le apareció el fantasma se quedó de piedra, lógicamente. Era un espectro en toda regla: sábana blanca, dos cuencas negras a modo de ojos, y por supuesto la cadena. Una vez superado el susto inicial  un manto de decepción le arropó, dado el aspecto tan manido del espíritu. La criatura se dio cuenta del sentimiento provocado  y también fue partícipe de cierta desilusión. Pero antes de irse le dijo <<Mejor así, de esta forma nunca sabrás si soy de verdad o fruto de tu imaginación, perdón, de lo poco que te queda de ella>>
                              Dibujo realizado por el pintor Jesús Oliván

domingo, 3 de abril de 2011

Nanorrelato nº 72. No lo entendía


Y por fin llegó el día. Sus padres habían trabajado muchísimo para poder realizar el viaje. Era su ilusión de siempre, por lo visto. La verdad es que fueron ellos los que le contagiaron la alegría. Sí, estaban tan radiantes siempre que hablaban de ello, que hasta se les olvidaba lo cerca que estaba él para oírlo todo. Aunque, a decir verdad, no entendía mucho tanta alegría, tanta felicidad durante tanto tiempo, tanto deseo, tantos abrazos, para ir en un bote de goma, a oscuras, con los niños llorando y…sus padres sin hablar, sin dirigirse la palabra. No lo entendía. 
                              Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez

sábado, 2 de abril de 2011

Nanorrelato nº 71. El molinero


Érase una vez un molinero viudo que en su lecho de muerte se dispuso a repartir las pertenencias que tenía entre sus tres hijos.
    Hijo mío, tú el mayor serás el que reciba el molino para que así te ganes la vida honradamente.
    Hijo mío, tú el mediano te quedarás con los animales de la casa, para que con ellos saques a tu familia adelante cuando la tengas.
    Hijo mío, tú el pequeño, el que más te pareces a mí, recibirás como herencia éste par de magníficas botas.
El hijo pequeño, acercándose cuidadosamente al oído de su moribundo padre le susurró:
    Yo no tengo tú personalidad padre, yo jamás sería molinero.
    Ni yo tampoco — le contestó él de inmediato —, si hubiera tenido la oportunidad y este par de botas para salir corriendo.

Nanorrelato nº 70. La llamada

Llevaba cuarenta y ocho horas mirando fijamente el móvil, esperando una señal, un pitido sanador de su mal. El sueño estuvo a punto de vencerle varias veces, pero su irracional cabeza se lo impidió las mismas, ya que era importantísimo conseguir la medicina al precio que fuera. Pero no sonó. Ya lo había hecho cuarenta y ocho horas y un minuto antes. Cayó rendido.