Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 22 de enero de 2013

Nanorrelato nº 246. Tedio


Un día, de repente, sonrió. La sensación fue tan sorprendente que durante algunos minutos estuvo desorientado, como si hubiese dado tres vueltas de campana dentro de un coche. Una vez recompuesto, su primera preocupación era que no recordaba qué había ocasionado tan sorprendente hecho. Lo intentó, y lo intentó, pero nada…, No lo pudo esclarecer. Como buen ser humano, al cabo de un tiempo, el cansancio se transformó en tedio, que es la siguiente etapa, y dejó de buscar la causa. Y eso es todo. Fin. Bueno…, también olvidó la sonrisa. Ahora sí: fin.
Témpera sobre papel

domingo, 20 de enero de 2013

Nanorrelato nº 245. Tan sencilla


Como la más suave de las brisas marinas, su mano le acarició la frente colocándole el flequillo lejos de los ojos, casi sin tocarle, deslizándose sobre su piel con la misma elegancia de una patinadora en los metros finales de su actuación. Acto seguido, le estalló un beso sonoro en la piel despejada momentos antes, cuya onda expansiva los noqueó a ambos unos instantes. Fue tan violenta la explosión, que olvidaron, de nuevo, la edad que tenían. Sí, así, de esa forma tan “sencilla” se transformaban un día tras otro en dos jovenzuelos.
Óleo sobre lienzo

miércoles, 16 de enero de 2013

Nanorrelato nº 244. Amigo, dueño.


La perrita Laika ladraba lo más fuerte que le era posible desde hacía un buen rato. Miraba muy contenta a la escotilla del Sputnik2 esperando que su dueño, su amigo, la abriese.  
Témpera sobre papel

sábado, 5 de enero de 2013

Nanorrelato nº 243. Un poeta


Un día, armado de valentía nuestro protagonista, cogió lápiz y papel y se dispuso, sin más, a escribir una poesía. Se sentó tranquilamente en un buen sitio, bien cómodo, y esperó. Al cabo de un tiempo razonable observó, llevándose la mano a la frente en signo de cansancio, que la cuartilla elegida para tan alto menester seguía blanca y expedita (de cualquier obstáculo de grafito). Al cabo de otro segmento temporal de la misma amplitud que el anterior, más o menos, volvió a llevarse la misma mano hasta la frente en signo parecido. Nada había cambiado salvo su frente, que ahora estaba totalmente perlada. Después de otro tiempo mucho más corto en extensión que los dos anteriores, la cuartilla y la frente habían cambiado un poco: dos lágrimas jugueteaban entre ellas buscando el camino más fácil para salir del rectangulado universo, y él yacía muerto hacia atrás, con la frente bien alta. Ése es (quizás) el precio real por tener la osadía de escribir una poesía, de ver escrita la verdad.
Acrílico sobre lienzo (91 x 66)

martes, 1 de enero de 2013

Nanorrelato nº 242. Amnesia


Otra vez al suelo: resbalón y golpetazo. De nuevo ese dolor agudo, desagradable a más no poder de las piedritas clavadas en las rodillas y en las palmas de las manos, y repartido por el resto del organismo, a partes iguales, como con espíritu navideño, vamos. Y luego ese frío horroroso que llega tras la caída, que te deja claro lo que creías que ya no existía << ¡Ja!>>. Y…, a levantarse. Después, a intentar olvidar, es decir, a esperar.
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo (91 x 66)