Por fin, la decisión se hizo materia en el centro exacto de su mente y lo más escorada posible de su alma. Ahora, a partir de ahora, de una vez por todas tenía un proyecto. Todo se detuvo, y la ‘importancia’ se convirtió en una débil pátina que recubría ciertas ideas. La libertad, en su más pura forma, invadió cada uno de sus poros; esos que antaño habían servido para introducir las sensaciones más poderosas que pueden albergarse en el universo. Todavía sus poros, su piel, servían para algo. La fatalidad no se los había inutilizado del todo. La decisión era correcta entonces. Sonrió. Por fin
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