Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


miércoles, 29 de agosto de 2018

Nanorrelato Nº 519. Malentendidos fatales

« ¡Mierda, me picó! » exclamó mientras sacaba rápidamente la ampolla de adrenalina del bolsillo.
« Un poco más arriba, así si se te edematiza la glotis te hará el efecto más rápido..,ah y perdona, no sabía de tu alergia>> le dijo la agonizante abeja por perder su aparato digestivo con el aguijonazo.
«En vez de darme consejos me podrías no haber picado»
«Y tú no dar manotazos a quien no se mete contigo»
«Me ibas a picar»
«Falso. Estaba de paso hacia mi colmena. Y ahora voy a morir por tu culpa»
«Habérmelo dicho.»
«Habérmelo preguntado. Por cierto, me estoy muriendo y no me dices nada. Yo te aconsejo de dónde debes pincharte y tú….»
«Siempre me ha dado reparo el tema de la muerte…»
«Y a mí. Tu ampolla lleva tiempo caducada…»

lunes, 27 de agosto de 2018

Nanorrelato Nº 518. Soy muy importante

Saltó de la superficie solar, donde la temperatura ronda los seis mil grados centígrados, impregnado con la ilusión que otorga ir hacia lo desconocido. ¡Qué alegría llevaba..!, y con razón ya que no había nada ni nadie más rápido en todo el universo lo que para él justificaba su presentimiento: he sido creado para hacer algo especial. «Eso pensamos todos, le dijo otro fotón que paralelamente corría a su vera. Todos los seres de este universo piensan lo mismo, que han sido creados para hacer algo importante. Pero no, hermano energético, sólo eres una onda o una partícula según se te mire. Nada más» Nuestro protagonista hizo caso omiso a las palabras de su acompañante y siguió a trescientos mil kilómetros por segundo totalmente concentrado en su mundo interior y en su misión tan especial. Y cuando habían pasado más o menos unos ocho minutos, atravesó la atmósfera del tercer planeta y a través del espacio diáfano que dejan dos de los barrotes de la prisión Real de Sevilla, impactó en el entrecerrado ojo derecho de alguien que estaba allí porque debía dinero, despertándole de golpe:

« ¡Lo tengo! En un lugar de la Mancha…, y se llamará Alonso Quijano. »