— Estoy desesperado. Necesitaría algún adelanto, doctor, alguna respuesta que me hiciese incorporarme un poco.
— ¿Una respuesta? Cómo… ¿una adivinación?
— Sí. Sí. Exacto.
— Un momento…ahora que voy hilando… ¿usted no es el que ayer estuvo en el gabinete de mi mujer?
— ¿Su mujer? No le entiendo.
— Sí. Mi mujer es tarotista y ayer, por lo visto, un tipo que la había cagado tirando su futuro por la taza del water, fue a que se lo leyera. ¡Qué poca vergüenza! Sí, es usted, no me diga que no, el del nanorrelato anterior.
— Eh…sí. Pero usted es terapeuta.
— Por eso, lo mismo que le dijo ella le contesto yo. Bueno, yo no tengo el mismo arranque que ella así que no le voy a echar de la consulta, pero…cuando quiera puede levantarse e irse, caballero.
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