Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 30 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 611. Hacia allí vamos.


Estaba aterrorizada con la decisión que había fraguado en su interior, pero no tenía otra. Era ya demasiado tiempo aguantando barbaridades, escuchando cada vez más cerca y más fuerte burdas mentiras, que habrían sido aniquiladas con solo mirarla, no digamos ya escucharla. Pero no, nadie la veía, nadie la oía, nadie la leía. Daba igual lo clarito que dijera esta o aquella cosa, daba exactamente lo mismo. Siempre estéril era la respuesta. A veces era tan ridículo, o eso le parecía, que era como si aquella nefasta restauración, el Ecce Homo de Borja, se confundiera con un emotivo rostro de algún cuadro del genial Murillo. Pero así era “la cosa”, como se dice en el lumpen. Hacía ya tiempo que las noticias iban excluyéndola, porque si llevaban, aunque sólo fueran trazas de ella, el número de lectores disminuía exponencialmente y “el negocio es el negocio”. Viendo su estrepitoso fracaso, ejecutó por tanto su decisión: materializarse en una mendiga. Creo que ella, la Verdad, vaga errante de albergue en albergue, de cajero en cajero, burlando día a día a la muerte, y ya sabemos que detrás de la muerte…está la nada. Hacia allí vamos, pues. FIN

jueves, 25 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 610. Coronavirus y mutación.


Y casi al final de la pandemia, cuando las mascarillas y la lejía junto con su amante la solución hidroalcohólica, tenían acorralado al virus, el último de ellos, no el más listo pero sí el más observador de humanos, mutó. Pero no se convirtió en otro virus más letal, como el de Ébola por ejemplo, que habría sido lo lógico desde un punto de vista exclusivamente vírico, no. Se convirtió en humano, en imitación de conductas humanas, quería decir, que él siguió con su forma de virus. Y así se hizo eterno entre los hombres, ya que su entrada en las víctimas no era mediante ataque a receptores de membranas, ni a bicapas lipídicas, ni nada de eso. Lo hacía mediante la mentira, el engaño, las falsas promesas, curriculums vitae robados, etc, cualidades todas ellas muy humanas. Pero fue de listo, y en el paquete de dichas características mayoritarias de esa especie, también estaba la de la incompetencia, Así que cuando su material genético llegaba al núcleo celular, no tenía ni idea de qué hacer, porque…, no se lo sabía. Así que tenemos un virus indestructible y errante de cuerpo en cuerpo, sin consecuencias para ninguna especie, ni la suya ni la humana, creyéndose muy listo, eso sí, que esa es otra cualidad muy llamativa de la numerosa subclase humana denominada “los mediocres”.

domingo, 21 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 609. ¿A destiempo?


Cuando ya era muy mayor, un enigma se le presentó a destiempo…, o no. Sentado frente al televisor de la residencia sin escuchar nada no porque no se oyese el aparato, sino por falta de interés que es la situación que más aísla a una persona para poder hablar consigo misma, intentaba recordar muchas cosas que en teoría había vivido. Digo en teoría porque hasta él mismo dudaba de si eran recuerdos ciertos o eran implantes, que hasta dudaba de si pudiera ser un replicante como en aquella vieja película, “Blade Runner”. Era capaz de recordar muchas cosas, pero la cara de las mujeres que había amado, no. No entendía muy bien el porqué, y el nerviosismo afloraba a sus manos, que hasta le echaban unas gotas amargas en un vasito cuando ocurría esto; y no quería esa cosa, ya que se le caía la baba y eso le parecía una pérdida de dignidad. Vaya mierda de vejez, que soy capaz de recordar el tono exacto del verde de las judías que comí ayer y la cara de mis amantes no, y así me es imposible decirles…, lo que en su día no pude, pensaba nuestro anciano pintor.

sábado, 20 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 608. Sueños sólidos, líquidos y gaseosos.


Ya tenía una edad, una edad suficiente, quiero decir, como para cosechar alguno de los sueños que habían permanecido dentro de su bóveda craneal, o eso pensaba él. Por lo menos, alguno. Pero parecía que la deseada solidificación de alguno de ellos, o vaporización de otros, no llegaba, y los sueños seguían en ese estado intermedio muy parecido a la mermelada, por no poner otro elemento de parecida consistencia y extremadamente desagradable, sobre todo para la autoestima, cuando se nombra. Pero ungido por la casualidad más rara que se pueda encontrar, algo así como aquello que contaba el humorista de alguien que se cae en un pajar y se clava la aguja, se le apareció un genio, en sueños claro. De inmediato, nuestro protagonista le pidió un deseo, no sea que se fuera a despertar y vuelta a empezar. Pero la petición, dado el nerviosismo del momento, no fue concreta, sino generalizada. Y cuando despertó apareció convertido, igual que le ocurrió al protagonista del genial libro de Kafka, no en un insecto horripilante, sino en el jorobado de la historia de la batalla de las Termópilas. ¡Me pediste ser muy importante, crucial, que tu existencia fuera un antes y un después en el destino, y ahí lo tienes, ya eres aquel jorobado que traicionó al rey Leónidas y gracias a eso perdió la batalla …de su vida!  Ya eres parte inmortal de la historia de la humanidad. ¿No era eso lo que pedías?¡ De qué te quejas, si te lo he concedido…,todo! 

viernes, 19 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 607. Coronavirus y fin.


Todo pasó. Todo fue acabando en tiempo y fecha. La palabra pandemia volvió al lumpen de los términos con sus antiguos compañeros que no son pronunciados prácticamente nunca, y que viven en la máxima indigencia lingüística. Otras como aplauso se recolocaron en su sitio de siempre, enfrente del partido de fútbol televisivo, y nunca más volvieron a los alféizares. Solidaridad y reconocimiento también regresaron a su limbo léxico de donde se las había sacado, lugar inodoro, incoloro e insípido por destacar tres de sus máximas características. Recuerdo perdió de inmediato su recién estrenado, unos meses atrás, carácter social, que parecía duradero, y volvió a ser un concepto tremendamente personal, como siempre había sido, y sobre dónde está…,eso ya depende de la intimidad de cada uno, no se puede por tanto asegurar su significado y posición. Nueva normalidad fue la equis resultante de esa compleja ecuación que se generó en su día y cuyo valor es exactamente el mismo que el de vieja normalidad y que no es otro que: todo atado y bien atado. FIN

miércoles, 17 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 606. El magnífico progreso


« ¡Qué maravilla esto de la informática!», musitó nuestro protagonista. « Puedo ser lo que quiera y no como antes, que me era imposible… ¡lo que sufría por no conseguir mi sueño! Ahora sí que soy…lo que me da la gana, lo que me gusta», siguió diciendo en el mismo tono, ese que solo lo oye uno, pero que parece que está vertido por el altavoz más potente. «El que esté en contra del progreso, vamos es que no tiene nombre. A mí esto que no me lo quiten…». Todo era pensado y dicho más o menos con las mismas frases pero en distinto orden, cada vez que mandaba un correo electrónico. «Puedo soplarle al jefe de todo sin parecer un chivato; sólo tengo que ponerle en copia y ya está: normalizado. Y además, si no quiero trabajar pongo “pvi” (Para vuestra información). Esto es una maravilla; puedo vivir de la chivatería y sin dar un palo al agua…porque claro, siempre hay algún desgraciado al otro lado del mail que lo va a hacer ¡Quién puede estar en contra del progreso!

domingo, 14 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 605. Coronavirus y la genética


Las investigaciones se multiplicaron como setas dada la gravedad del asunto. Un sinfín de universidades, empresas y demás, se lanzaron con la máxima ansiedad científica a intentar diseñar el mejor test que diese una respuesta rápida y fiable ante el coronavirus y los que pudiesen venir en un futuro, que querían dejar bastante allanado el camino en este sentido. Tanto esfuerzo y dinero puesto en juego dio su fruto, y los genetistas avanzaron una barbaridad. Uno de los grupos de investigación, que he de añadir que siempre hay alguien genial que destaca entre los muy sabios, se dio cuenta de que entre los receptores celulares descubiertos había dos cuya existencia era excluyente, es decir, solo podía haber uno de ellos en cada español, bueno, en sus células, para ser más acertado. Uno de los receptores correspondía a personas de izquierdas y el otro de derechas. Por tanto, toda esa libertad de pensamiento de la que los países democráticos presumen hasta el infinito y más allá, como diría el juguete de aquella película, resultó ser completamente falsa: todo estaba dirigido y sentenciado por la genética. Los libros fueron modificados y donde se hacía referencia a esas “dos Españas” se cambió por “alelos de España”. Así que nada se podía cambiar… ¡Y Machado acertó esto mucho antes de que nadie supiera ni tan siquiera de la existencia de la doble hélice…, vaya genio que era don Antonio!

miércoles, 10 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 604. La verdad....


Bueno, hoy vamos a repasar uno de los conceptos más complicados y difíciles de asumir, como ya os dije, pero que ha de quedar muy claro en vuestras dos cabezas, queridos alumnos, que como sabéis este asunto es de obligada memorización para todas las civilizaciones residentes en la Vía Láctea. Insisto en lo afirmado en anteriores clases: El motivo real de la aniquilación de la civilización que vivía en el tercer planeta del sistema cuyo centro es la estrella de tipo espectral G2 llamada el Sol, no fue ni las enfermedades, ni la contaminación, ni nada de eso. Todo lo que acabo de decir existían, pero solo eran síntomas de la verdadera causa, como la fiebre en una enfermedad. El verdadero motivo fue el desprecio absoluto hacia la verdad en todas sus variantes, política, judicial, y sobre todo científica. La verdad dejó de importarles; es más…, la despreciaban. No sabemos muy bien por qué, pero sí que eso ocurrió, ya que hemos encontrado evidencias primarias de época en las distintas expediciones a dicho planeta, llamado la Tierra. Marcaros a fuego esta idea en cada uno de vuestros dos cerebros, para que cuando crezcáis y tengáis responsabilidades, no permitáis que NOS ocurra algo parecido a nuestra civilización. NOS jugamos mucho. Recordadlo.

lunes, 8 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 603. Coronavirus y las máquinas.


Ha llamado usted a la empresa X. Si está nervioso diga “uno”, si está tranquilo diga “dos” «UNO». Si cree usted que el problema que tiene es real diga “uno”. Si piensa objetivamente que es inventado, fruto de su nerviosismo, diga “dos”  «UNO y DOS». Si está angustiado diga “uno” y si esa angustia proviene, como antes se le ha preguntado de algo que usted se imagina pero que no tiene una causa real, diga “dos” «DOS y UNO». Ahora se le pasará con un operador, aunque ya se le avisa que para los problemas inventados la plantilla es muy pequeña, porque en esta empresa nos preocupamos de problemas verdaderos. Nos interesa solucionar y no perder el tiempo en cosas ñoñas. Cuando termine el operador, si es que en algún momento queda alguno libre, le pediremos que nos valore. « ¡Ahí te espero, pájaro! Si he llegado hasta los cien años con una guerra de por medio, hambre y piojos en mi juventud para parar un carro, y a mi edad solo tengo un poco el azúcar alto y algo de reuma cuando hace frío, conmigo no vais a poder, sinvergüenzas.»

viernes, 5 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 602. La "antigua" normalidad.


El chiquillo lanzó la flecha con todas sus fuerzas y su mejor puntería. Blanco. Su abuelo cayó al suelo inmediatamente, ya que la saeta le dio en pleno ojo derecho. Las personas se repartieron en dos: los que fueron a socorrer al abuelo y los que regañaron al niño. ¡Vaya fatalidad!  Con ese ojo tan hinchado no le podemos dejar en la residencia. Al poco, cuando nadie estaba pendiente, el abuelo guiñó el ojo bueno al nieto que le correspondió con el dedo pulgar hacia arriba mientras iba sonriente camino de cumplir el castigo impuesto a su habitación.

jueves, 4 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 601.La verdad y la posverdad


Érase un dinosaurio, un velocirraptor para ser más exacto, que había conseguido llegar vivo hasta nuestra época. No sabe muy bien cómo, sus padres, abuelos, y demás progenitores, pudieron  mantener el anonimato de su especie. Pero así era y además se sentía muy solo como hijo único. Esa soledad  le empujó a entablar contacto con ese mono evolucionado del que le habían hablado sus padres antes de, ¡pobres! , tragarse una bolsa de plástico a medias y morir asfixiados. La verdad es que, salvo un científico que le sacó sangre para hacer más sólida su tesis doctoral sobre la vida en el jurásico, nadie le había hecho ni caso. Eso realmente no le importaba mucho; lo que sí que le chocaba es que esos “hombres” seguían buscando fósiles de dinosaurios y especulando sobre si tenían o no plumas, « ¡pero no me ven a mí!»,  o cómo sería su alimentación « ¿por qué no me lo preguntan...? » Así que no le quedó más remedio que buscar a la única persona que se había medio interesado por él, el científico, y le formuló sus dudas « ¿Por qué no le importo a nadie? ¿Esto es eso que dicen que a la gente le interesa más la posverdad? ¿Es eso, científico?» No, le contestó: creo que es porque eres un dinosaurio. Deberíamos estar pendientes del próximo meteorito que vuelva a caer para ponernos los primeros en su onda expansiva. Los dos estamos fuera de nuestra época.

miércoles, 3 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 600. Coronavirus y el gusanito


El parduzco gusanito, que odiaba profundamente llamar la atención, tuvo que gritar por la injusticia de la situación. Estaba muy harto, harto de sortear asquerosas mascarillas que llegaban volando a su árbol, que parece que a nadie le molestaba. Pero si él entraba en una manzana que “qué asco”, y si no “vaya repugnancia de bicho hay en esa hoja”. No sabía a qué atenerse. Tenía que sortear día sí y día también con las humaredas azuladas de veneno que… «Pero bueno…estos humanos ¿qué quieren que haga, por favor? …, y encima, tengo que soportar que me digan Animal invertebrado sin valor taxonómico con un cerebro simple ¡Y vosotros vais al terapeuta porque no encontráis vuestro sitio en la vida!  Iros a la mierda, enclenques vertebrados de complejo cerebro»

martes, 2 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 599. Coronavirus y la crisis.


No recuerda cuando se hizo asesino ni cuando el mercado le especializó en asesino a sueldo. Pero lo que nunca se le olvidará es cuando llegó la crisis…, ya que las crisis son para todos, para los que venden coches y para los que te meten una bala del calibre 7,62. En la nueva normalidad los encargos estaban muy mal pagados y, al no disponer de cash, sus disfraces ya no eran buenos. Una vez utilizó una peluca que le produjo un sarpullido y tuvo que ir al ambulatorio, donde sin tarjeta, claro está, no le atendían, así que dejó rastro de su identidad, algo impensable antes del COVID-19. Al último lo mató con un garrote. ¡Maldita crisis!, exclamó escondido en una pensión de mala muerte mientras oía a la dueña aporrear la puerta gritando que le debía una semana.

lunes, 1 de junio de 2020

Nanorrelato Nº 598. Coronavirus y la nueva normalidad


La nueva época se fue colocando poco a poco. Todo el mundo asumió que los cambios eran necesarios para alcanzar lo que se denominó como “nueva normalidad”. Los libros de papel fueron arrinconados por ser posibles vectores de expansión del COVID-19. Nadie se acercaba jamás a uno de ellos, por el pavor de contagiarse…, parecía lógico; aunque no se destruyeron para que su visión, allí amontonados en las esquinas de las principales calles, recordara a todo el mundo que el peligro seguía vivo. Sus homólogos digitales fueron borrados de todas las bases de datos para evitar que ningún terrorista los imprimiese y comenzara otra terrible pandemia. Todos los centros de conocimiento científico fueron desapareciendo, ya que poco a poco la sociedad dejó de consultarlos; cualquier tema médico, ingenieril, o de la índole que fuese era solventado por los call-center de los distintos partidos políticos, que al no referirse jamás en sus respuestas a ningún libro hizo aumentar enormemente su credibilidad. Al final, todos los partidos también se fusionaron en uno solo. La simplicidad era de obligado cumplimiento… en la nueva normalidad.