Estaba aterrorizada con la decisión que había fraguado en su interior, pero no tenía
otra. Era ya demasiado tiempo aguantando barbaridades, escuchando cada vez más
cerca y más fuerte burdas mentiras, que habrían sido aniquiladas con solo
mirarla, no digamos ya escucharla. Pero no, nadie la veía, nadie la oía, nadie
la leía. Daba igual lo clarito que dijera esta o aquella cosa, daba exactamente
lo mismo. Siempre estéril era la respuesta. A veces era tan ridículo, o eso le
parecía, que era como si aquella nefasta restauración, el Ecce Homo de Borja, se confundiera con un emotivo rostro de algún
cuadro del genial Murillo. Pero así era “la cosa”, como se dice en el lumpen.
Hacía ya tiempo que las noticias iban excluyéndola, porque si llevaban, aunque
sólo fueran trazas de ella, el número de lectores disminuía exponencialmente y “el
negocio es el negocio”. Viendo su estrepitoso fracaso, ejecutó por
tanto su decisión: materializarse en una mendiga. Creo que ella, la Verdad, vaga errante de
albergue en albergue, de cajero en cajero, burlando día a día a la muerte, y ya
sabemos que detrás de la muerte…está la nada. Hacia allí vamos, pues. FIN
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
martes, 30 de junio de 2020
jueves, 25 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 610. Coronavirus y mutación.
Y casi al final de la
pandemia, cuando las mascarillas y la lejía junto con su amante la solución
hidroalcohólica, tenían acorralado al virus, el último de ellos, no el más
listo pero sí el más observador de humanos, mutó. Pero no se convirtió en otro
virus más letal, como el de Ébola por ejemplo, que habría sido lo lógico desde
un punto de vista exclusivamente vírico, no. Se convirtió en humano, en
imitación de conductas humanas, quería decir, que él siguió con su forma de
virus. Y así se hizo eterno entre los hombres, ya que su entrada en las
víctimas no era mediante ataque a receptores de membranas, ni a bicapas
lipídicas, ni nada de eso. Lo hacía mediante la mentira, el engaño, las falsas
promesas, curriculums vitae robados, etc,
cualidades todas ellas muy humanas. Pero fue de listo, y en el paquete de
dichas características mayoritarias de esa especie, también estaba la de la incompetencia,
Así que cuando su material genético llegaba al núcleo celular, no tenía ni idea
de qué hacer, porque…, no se lo sabía. Así que tenemos un virus indestructible
y errante de cuerpo en cuerpo, sin consecuencias para ninguna especie, ni la
suya ni la humana, creyéndose muy listo, eso sí, que esa es otra cualidad muy
llamativa de la numerosa subclase humana denominada “los mediocres”.
domingo, 21 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 609. ¿A destiempo?
Cuando ya era muy mayor, un
enigma se le presentó a destiempo…, o no. Sentado frente al televisor de la
residencia sin escuchar nada no porque no se oyese el aparato, sino por falta
de interés que es la situación que más aísla a una persona para poder hablar
consigo misma, intentaba recordar muchas cosas que en teoría había vivido. Digo
en teoría porque hasta él mismo dudaba de si eran recuerdos ciertos o eran
implantes, que hasta dudaba de si pudiera ser un replicante como en aquella
vieja película, “Blade Runner”. Era capaz de recordar muchas cosas, pero la
cara de las mujeres que había amado, no. No entendía muy bien el porqué, y el
nerviosismo afloraba a sus manos, que hasta le echaban unas gotas amargas en un
vasito cuando ocurría esto; y no quería esa cosa,
ya que se le caía la baba y eso le parecía una pérdida de dignidad. Vaya mierda
de vejez, que soy capaz de recordar el tono exacto del verde de las judías que
comí ayer y la cara de mis amantes no, y así me es imposible decirles…, lo que
en su día no pude, pensaba nuestro anciano pintor.
sábado, 20 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 608. Sueños sólidos, líquidos y gaseosos.
Ya tenía una edad, una
edad suficiente, quiero decir, como para cosechar alguno de los sueños que
habían permanecido dentro de su bóveda craneal, o eso pensaba él. Por lo menos,
alguno. Pero parecía que la deseada solidificación de alguno de ellos, o vaporización
de otros, no llegaba, y los sueños seguían en ese estado intermedio muy
parecido a la mermelada, por no poner otro elemento de parecida consistencia y
extremadamente desagradable, sobre todo para la autoestima, cuando se nombra.
Pero ungido por la casualidad más rara que se pueda encontrar, algo así como
aquello que contaba el humorista de alguien que se cae en un pajar y se clava
la aguja, se le apareció un genio, en sueños claro. De inmediato, nuestro
protagonista le pidió un deseo, no sea que se fuera a despertar y vuelta a
empezar. Pero la petición, dado el nerviosismo del momento, no fue concreta,
sino generalizada. Y cuando despertó apareció convertido, igual que le ocurrió
al protagonista del genial libro de Kafka, no en un insecto horripilante, sino
en el jorobado de la historia de la batalla de las Termópilas. ¡Me pediste ser muy importante, crucial, que
tu existencia fuera un antes y un después en el destino, y ahí lo tienes, ya
eres aquel jorobado que traicionó al rey Leónidas y gracias a eso perdió la
batalla …de su vida! Ya eres parte
inmortal de la historia de la humanidad. ¿No era eso lo que pedías?¡ De qué te
quejas, si te lo he concedido…,todo!
viernes, 19 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 607. Coronavirus y fin.
Todo pasó. Todo fue
acabando en tiempo y fecha. La palabra pandemia
volvió al lumpen de los términos con sus antiguos compañeros que no son
pronunciados prácticamente nunca, y que viven en la máxima indigencia
lingüística. Otras como aplauso se
recolocaron en su sitio de siempre, enfrente del partido de fútbol televisivo,
y nunca más volvieron a los alféizares. Solidaridad
y reconocimiento también regresaron a su limbo léxico de donde se las había
sacado, lugar inodoro, incoloro e insípido por destacar tres de sus máximas
características. Recuerdo perdió de
inmediato su recién estrenado, unos meses atrás, carácter social, que parecía
duradero, y volvió a ser un concepto tremendamente personal, como siempre había
sido, y sobre dónde está…,eso ya depende de la intimidad de cada uno, no se
puede por tanto asegurar su significado y posición. Nueva normalidad fue la equis resultante de esa compleja ecuación
que se generó en su día y cuyo valor es exactamente el mismo que el de vieja normalidad y que no es otro que: todo
atado y bien atado. FIN
miércoles, 17 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 606. El magnífico progreso
« ¡Qué maravilla esto de
la informática!», musitó nuestro protagonista. « Puedo ser lo que quiera y no
como antes, que me era imposible… ¡lo que sufría por no conseguir mi sueño!
Ahora sí que soy…lo que me da la gana, lo que me gusta», siguió diciendo en el
mismo tono, ese que solo lo oye uno, pero que parece que está vertido por el
altavoz más potente. «El que esté en contra del progreso, vamos es que no tiene
nombre. A mí esto que no me lo quiten…». Todo era pensado y dicho más o menos
con las mismas frases pero en distinto orden, cada vez que mandaba un correo
electrónico. «Puedo soplarle al jefe de todo sin parecer un chivato; sólo tengo
que ponerle en copia y ya está: normalizado. Y además, si no quiero trabajar
pongo “pvi” (Para vuestra información). Esto es una maravilla; puedo vivir de
la chivatería y sin dar un palo al agua…porque claro, siempre hay algún
desgraciado al otro lado del mail que lo va a hacer ¡Quién puede estar en
contra del progreso!
domingo, 14 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 605. Coronavirus y la genética
Las investigaciones se
multiplicaron como setas dada la gravedad del asunto. Un sinfín de
universidades, empresas y demás, se lanzaron con la máxima ansiedad científica
a intentar diseñar el mejor test que diese una respuesta rápida y fiable ante
el coronavirus y los que pudiesen venir en un futuro, que querían dejar
bastante allanado el camino en este sentido. Tanto esfuerzo y dinero puesto en
juego dio su fruto, y los genetistas avanzaron una barbaridad. Uno de los
grupos de investigación, que he de añadir que siempre hay alguien genial que
destaca entre los muy sabios, se dio cuenta de que entre los receptores
celulares descubiertos había dos cuya existencia era excluyente, es decir, solo
podía haber uno de ellos en cada español, bueno, en sus células, para ser más
acertado. Uno de los receptores correspondía a personas de izquierdas y el otro
de derechas. Por tanto, toda esa libertad de pensamiento de la que los países
democráticos presumen hasta el infinito y más allá, como diría el juguete de
aquella película, resultó ser completamente falsa: todo estaba dirigido y
sentenciado por la genética. Los libros fueron modificados y donde se hacía
referencia a esas “dos Españas” se cambió por “alelos de España”. Así que nada
se podía cambiar… ¡Y Machado acertó esto mucho antes de que nadie supiera ni
tan siquiera de la existencia de la doble hélice…, vaya genio que era don
Antonio!
miércoles, 10 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 604. La verdad....
Bueno, hoy vamos a
repasar uno de los conceptos más complicados y difíciles de asumir, como ya os
dije, pero que ha de quedar muy claro en vuestras dos cabezas, queridos
alumnos, que como sabéis este asunto es de obligada memorización para todas las
civilizaciones residentes en la Vía Láctea. Insisto en lo afirmado en
anteriores clases: El motivo real de la aniquilación de la civilización que
vivía en el tercer planeta del sistema cuyo centro es la estrella de tipo
espectral G2 llamada el Sol, no fue ni las enfermedades, ni la contaminación,
ni nada de eso. Todo lo que acabo de decir existían, pero solo eran síntomas de
la verdadera causa, como la fiebre en una enfermedad. El verdadero motivo fue
el desprecio absoluto hacia la verdad en todas sus variantes, política,
judicial, y sobre todo científica. La verdad dejó de importarles; es más…, la
despreciaban. No sabemos muy bien por qué, pero sí que eso ocurrió, ya que
hemos encontrado evidencias primarias de época en las distintas expediciones a
dicho planeta, llamado la Tierra. Marcaros a fuego esta idea en cada uno de
vuestros dos cerebros, para que cuando crezcáis y tengáis responsabilidades, no
permitáis que NOS ocurra algo parecido a nuestra civilización. NOS jugamos
mucho. Recordadlo.
lunes, 8 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 603. Coronavirus y las máquinas.
Ha llamado usted a la
empresa X. Si está nervioso diga “uno”, si está tranquilo diga “dos” «UNO». Si
cree usted que el problema que tiene es real diga “uno”. Si piensa
objetivamente que es inventado, fruto de su nerviosismo, diga “dos” «UNO y DOS». Si está angustiado diga “uno” y
si esa angustia proviene, como antes se le ha preguntado de algo que usted se
imagina pero que no tiene una causa real, diga “dos” «DOS y UNO». Ahora se le
pasará con un operador, aunque ya se le avisa que para los problemas inventados
la plantilla es muy pequeña, porque en esta empresa nos preocupamos de
problemas verdaderos. Nos interesa solucionar y no perder el tiempo en cosas
ñoñas. Cuando termine el operador, si es que en algún momento queda alguno
libre, le pediremos que nos valore. « ¡Ahí te espero, pájaro! Si he llegado
hasta los cien años con una guerra de por medio, hambre y piojos en mi juventud
para parar un carro, y a mi edad solo tengo un poco el azúcar alto y algo de
reuma cuando hace frío, conmigo no vais a poder, sinvergüenzas.»
viernes, 5 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 602. La "antigua" normalidad.
El chiquillo lanzó la
flecha con todas sus fuerzas y su mejor puntería. Blanco. Su abuelo cayó al
suelo inmediatamente, ya que la saeta le dio en pleno ojo derecho. Las personas
se repartieron en dos: los que fueron a socorrer al abuelo y los que regañaron al
niño. ¡Vaya fatalidad! Con ese ojo tan
hinchado no le podemos dejar en la residencia. Al poco, cuando nadie
estaba pendiente, el abuelo guiñó el ojo bueno al nieto que le correspondió con
el dedo pulgar hacia arriba mientras iba sonriente camino de cumplir el castigo
impuesto a su habitación.
jueves, 4 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 601.La verdad y la posverdad
Érase un dinosaurio, un
velocirraptor para ser más exacto, que había conseguido llegar vivo hasta
nuestra época. No sabe muy bien cómo, sus padres, abuelos, y demás
progenitores, pudieron mantener el
anonimato de su especie. Pero así era y además se sentía muy solo como hijo
único. Esa soledad le empujó a entablar
contacto con ese mono evolucionado del que le habían hablado sus padres antes
de, ¡pobres! , tragarse una bolsa de plástico a medias y morir asfixiados. La verdad
es que, salvo un científico que le sacó sangre para hacer más sólida su tesis
doctoral sobre la vida en el jurásico, nadie le había hecho ni caso. Eso
realmente no le importaba mucho; lo que sí que le chocaba es que esos “hombres”
seguían buscando fósiles de dinosaurios y especulando sobre si tenían o no
plumas, « ¡pero no me ven a mí!», o cómo
sería su alimentación « ¿por qué no me lo preguntan...? » Así que no le quedó
más remedio que buscar a la única persona que se había medio interesado por él,
el científico, y le formuló sus dudas « ¿Por qué no le importo a nadie? ¿Esto
es eso que dicen que a la gente le interesa más la posverdad? ¿Es eso,
científico?» No, le contestó: creo que es porque eres un dinosaurio. Deberíamos
estar pendientes del próximo meteorito que vuelva a caer para ponernos los
primeros en su onda expansiva. Los dos estamos fuera de nuestra época.
miércoles, 3 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 600. Coronavirus y el gusanito
El parduzco gusanito,
que odiaba profundamente llamar la atención, tuvo que gritar por la injusticia de la situación. Estaba muy harto, harto de sortear
asquerosas mascarillas que llegaban volando a su árbol, que parece que a nadie le molestaba. Pero si él entraba en una manzana que “qué asco”, y si
no “vaya repugnancia de bicho hay en esa hoja”. No sabía a qué atenerse. Tenía
que sortear día sí y día también con las humaredas azuladas de veneno que… «Pero
bueno…estos humanos ¿qué quieren que haga, por favor? …, y encima, tengo que
soportar que me digan Animal invertebrado
sin valor taxonómico con un cerebro simple ¡Y vosotros vais al terapeuta
porque no encontráis vuestro sitio en la vida!
Iros a la mierda, enclenques vertebrados de complejo cerebro»
martes, 2 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 599. Coronavirus y la crisis.
No recuerda cuando se hizo asesino
ni cuando el mercado le especializó en asesino a sueldo. Pero lo que nunca se le olvidará es cuando llegó la
crisis…, ya que las crisis son para todos, para los que venden coches y para
los que te meten una bala del calibre 7,62. En la nueva normalidad los encargos
estaban muy mal pagados y, al no disponer de cash, sus disfraces ya no eran buenos. Una vez utilizó una peluca
que le produjo un sarpullido y tuvo que ir al ambulatorio, donde sin tarjeta,
claro está, no le atendían, así que dejó rastro de su identidad, algo
impensable antes del COVID-19. Al último lo mató con un garrote. ¡Maldita
crisis!, exclamó escondido en una pensión de mala muerte mientras oía a la
dueña aporrear la puerta gritando que le debía una semana.
lunes, 1 de junio de 2020
Nanorrelato Nº 598. Coronavirus y la nueva normalidad
La nueva época se fue
colocando poco a poco. Todo el mundo asumió que los cambios eran necesarios
para alcanzar lo que se denominó como “nueva normalidad”. Los libros de papel
fueron arrinconados por ser posibles vectores de expansión del COVID-19. Nadie
se acercaba jamás a uno de ellos, por el pavor de contagiarse…, parecía lógico;
aunque no se destruyeron para que su visión, allí amontonados en las esquinas
de las principales calles, recordara a todo el mundo que el peligro seguía
vivo. Sus homólogos digitales fueron borrados de todas las bases de datos para
evitar que ningún terrorista los imprimiese y comenzara otra terrible pandemia.
Todos los centros de conocimiento científico fueron desapareciendo, ya que poco
a poco la sociedad dejó de consultarlos; cualquier tema médico, ingenieril, o
de la índole que fuese era solventado por los call-center de los distintos
partidos políticos, que al no referirse jamás en sus respuestas a ningún libro
hizo aumentar enormemente su credibilidad. Al final, todos los partidos también
se fusionaron en uno solo. La simplicidad era de obligado cumplimiento… en la
nueva normalidad.
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