Y otro día. Y otras
ojeras (no sabía que pudiese haber tantas clases). Y otras bajas (esas son
todas iguales de dolorosas, no hay distingo). Y otros datos. Y más lucha. Y más
combate. Y …, otra vez a prueba, a examen. Y no me acuerdo qué he comido,
desayunado o cenado, o si he comido, desayunado o cenado. Y más camas disponibles donde antes se hablaba de arte, hoteles, y de las cosas más
variadas, y ahora se habla de linfopenia y ¡súbele el oxígeno! Y más gente cojonuda
dispuesta a luchar, a curar, a repartir alimentos, a …todo. Y más y más gente.
Y se pusieron malos, y se curaron, y volvieron al frente sin dudar. Y vuelvo a analizar
las gráficas con todo lo que me cuentan de sus miles de combates. Y una reunión,
y otra, y otra, y otra. Y una teleconferencia, y otra, y otra, y otra. Y doy
otra orden, rápida, que no hay tiempo que perder…para no perder lo más
importante, valga la redundancia. Y más de todo, hasta que dobleguemos a este
hijo de la gran puta. ¡Qué bien me sienta decir hijo de la gran puta!
A la generala Fuentes
No sabría decir si has escrito un relato, pero sí se nota que lo has hecho con toda la sinceridad del mundo y que te ha salido del alma.
ResponderEliminarMil gracias, Pedro, por no rendiros, por esa entrega. Cuánto os debemos.
Mucho ánimo y ahí va mi abrazo, mas fuerte que nunca.
Gracias, amigo. Era un día de "nna persona" real. No sé si es un relato o más bien es algo parecido a flujo de conciencia. Me salió así. Un abrazo, profesor.
ResponderEliminarAfortunadamente, la "Generala" tiene quien la escriba. Se trata de una nano-crónica muy realista, en mi modesta opinión. Un respetuoso saludo al cronista y, mi "Generala": ¡A sus órdenes!.
ResponderEliminarFGS
Gracias por leerme, majete. Un abrazo de corazón
Eliminar