Encerrado en su casa, su
mayor problema era que se sentía inútil. Le hubiese gustado estar en primera
línea ayudando, pero su empresa le mandó a casa cumpliendo a rajatabla con el
estado de alarma y, por ende, lo que mejor podía hacer era no salir. Pero a
pesar de cumplir con la sociedad, como individuo se sentía “un poco” desaprovechado.
Y dentro de esa olla a presión que era, no su casa, sino su cabeza, una
sinapsis milagrosa dio con la solución: “Escribe,
escribe lo que sea para ayudar a los que están fuera. Y si son cosas graciosas,
mejor”
Y, después de ducharse,
afeitarse y ponerse ropa limpia, que la que llevaba (ahora que no me oye nadie)
apestaba, se fue hacia su nuevo puesto de trabajo y empezó a escribir. Y surgió
el primero.
“Me acabo de comer un
metro cúbico de macarrones. Eran integrales, eso sí, que yo no soy ningún loco”
Y así, a veces cosas graciosas
y a veces cosas menos graciosas, que también son necesarias, cumplió con su
obligación…, que era, por supuesto, quedarse en casa. FIN
Algo parecido me pasa a mi. Soy mucho más útil siguiendo vivo. Me cuesta escribir, así que estoy pintarrajeando, Sigue escribiendo Pedro y cuídate.
ResponderEliminarGracias, jefe. Cuídate tú también. Y sigue pintando. Un abrazo
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