Venga, arriba. Venga,
arriba. Le volvió a despertar la misma voz interna de todas las mañanas. Era una
voz suave, melodiosa, reparadora, la misma que ella empleaba con sus dos hijos…,
y a veces también con su marido, pero nunca la había oído para ella. Cafetera y
tostadas para todos, menos para el enano que tiene su papilla. Lavadora, plancha...,
no ya ha planchado mi media naranja confitada casera, lentejas, ordenador, se
cae el pequeño, lloros, ea, ea, ea. Se cae el mayor, lloros y gritos, más ea,ea,
ea. Qué estará pasando en casa de mis padres, allá lejotes…, ahora el ea, ea, ea
es para mí. A jugar, a cantar, a ver cromos de fútbol, a ver la tele, lo que
sea, da igual. No mamá, no da igual, dibujos. Pues dibujos. Echo de menos al
pato Lucas y al gallo Claudio. ¿Qué dices, mamá? Nada, cosas mías. A la
terraza, esa es la calle, nuestra calle. Mirad a los vecinos, están como
nosotros, encerrados para curarnos ¡Vamos, vamos! Aplaudid y reíd. Cena, a
dormir todos. Hasta mañana, chicos.
Venga arriba. Venga,
arriba. Le volvió……
A mi amiga Abi, y a todas la Abis, claro.
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