Madrid, me has hecho
llorar muchas veces. Cuando no encontraba un taxi a las 3 de la mañana
lloviendo, cuando me tenía que tragar toda la línea 5 de golpe en el mes de
julio, cuando me fui a dar una vuelta solo por el retiro al ver el suspenso de
selectividad, cuando nació mi hija y no cabía por la calle de O´Donnell al ir a
recogerla, cuando el Atleti hizo doblete , cuando me comía dos o tres raciones
de bravas para cenar y por la noche me tragaba los Almax de tres en tres y me caían lágrimas como uvas moscatel, cuando
nos pintamos todos las manos de blanco en aquel fatídico día, y ahora , por
desgracia, todos los días cada vez que oigo las cifras de muertos. También me
has hecho reír pero no las voy a contar, porque ahora toca zafarrancho de
combate. Voy a esperar a que acabemos con el maldito Coronavirus y cuando eso
ocurra, me acercaré a la plaza Mayor, mi amada plaza Mayor y ahí, en medio,
sentado a los pies de la estatua de Felipe III, me reiré contigo, y lloraré,
dalo por seguro. Y entonces te diré que te amo, en bajito. Hasta entonces,
Madrid de mi corazón.
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