Sabía muchas cosas,
nuestra protagonista. Sabía que todo está relacionado en medicina, que lo más
dispar podía convertirse en lo más igual por arte de birlibirloque; de hecho, los físicos afirman que nuestros átomos
provienen de estrellas…. ¿puede existir mayor relación entre las cosas? Sabía
que un virus que ataca a los pulmones, podía hacer daño a la cabecita de sus
enfermos. Sabía que ese mismo virus podía matar a sus familiares más frágiles.
Sabía que el enfermito que entraba en la consulta, también podía estar infectado. Sabía, por la
primera impresión al ver a su paciente, si el tratamiento estaba siendo
efectivo o tenía que darle otra vuelta. Sabía que sus hijos pequeños no entendían muy
bien lo que estaba pasando. Sabía que se podía agotar. Sabía el ritmo de
crecimiento de las raíces blancas cuando no va a la peluquería. Sabía que el
estornudo que acababa de golpear el reverso de su codo, era alérgico. Pero, de
pronto, el mismísimo Lacan le dio un puntapié, y la sacó de todos esos
“saberes”, y le susurró al oído: “Ya sabes que la verdad tiene estructura de
ficción. Adelante, di la frase mágica”
«Que pase el primero»
Y se puso a “curar”
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