Todo pasó. Todo fue
acabando en tiempo y fecha. La palabra pandemia
volvió al lumpen de los términos con sus antiguos compañeros que no son
pronunciados prácticamente nunca, y que viven en la máxima indigencia
lingüística. Otras como aplauso se
recolocaron en su sitio de siempre, enfrente del partido de fútbol televisivo,
y nunca más volvieron a los alféizares. Solidaridad
y reconocimiento también regresaron a su limbo léxico de donde se las había
sacado, lugar inodoro, incoloro e insípido por destacar tres de sus máximas
características. Recuerdo perdió de
inmediato su recién estrenado, unos meses atrás, carácter social, que parecía
duradero, y volvió a ser un concepto tremendamente personal, como siempre había
sido, y sobre dónde está…,eso ya depende de la intimidad de cada uno, no se
puede por tanto asegurar su significado y posición. Nueva normalidad fue la equis resultante de esa compleja ecuación
que se generó en su día y cuyo valor es exactamente el mismo que el de vieja normalidad y que no es otro que: todo
atado y bien atado. FIN
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