Llevaba bastantes días sin poder pegar ojo. Sabía porqué era, claro, pero le daba pánico pensar en ello, así que ni se le ocurría verbalizarlo. Posiblemente era la primera vez que se enfrentaba a él mismo, esa pelea que tantas veces había sido aplazada pero que ahora estaba a punto de empezar. Ya no había vuelta atrás. No quedaba ni una sola localidad libre, ni una sola neurona sin ocupar. Hasta las más alejadas, las de la digestión y cosas así, se habían vendido en la reventa a precios exorbitantes. Sonó la campana. Miró hacia atrás instintivamente y…recibió el primer golpe.
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