Llegó el momento de apartarse. No podía seguir engañando a todo el mundo indefinidamente. Era preferible soltarlo a bocajarro, a que le descubrieran. Si eso llegase a pasar, la verdad se convertiría en mentira, y eso sería el infierno además del final. Ya sabía de antemano que no lo aceptarían. El precio sería el destierro, la exclusión, el viaje. Pero no podía continuar así, viviendo lo que no quería vivir, que es lo mismo que no querer vivir. ¿Cómo hacerles entender el hecho de su diferencia? ¿Cómo convencerles de que le encantaría seguir a su lado siendo lo que es? Una vez formuladas de nuevo estérilmente las preguntas, gritó su verdad y se apartó para siempre.
Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario