El recuerdo iba y venía flotando sobre un mar de olvido, un mar que no acababa de tragárselo por completo. Parecía que sí, que por fin, que ya nunca más. Pero…no, aparecía. Cuando esto ocurría, volvía a asirlo fuertemente con las dos manos, como cuando no era un recuerdo, como cuando era sólido, como cuando formaba parte de su ser, de su organismo, y lo lanzaba todo lo lejos que sus fuerzas le permitían . Pero una y otra vez regresaba, de la mano de la luna llena, que no entendía nada, que no comprendía qué había ocurrido, y por ello su luz desesperada lo volvía a dejar en la playa.
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