Y un día dejó de escribir. Lo que más le agradaba en el mundo…y se marchitó. Al principio no le dio mucha importancia <<algo pasajero>> Pero conforme pasaban los días, que a su vez fueron convirtiéndose en semanas, la desesperación empezó a arraigar en su mente. Viajó, observó, escuchó, sintió, bebió y nada. De ningún acto brotó el más simple sintagma. Y hasta coqueteó con la muerte, pero ni de su afilada guadaña salió una mínima nota de despedida. Y tuvo que aprender a vivir sin escribir, a ver sin colores.
La vida te la quitan cuando te llega, te la quitan o te la quitas. Tino
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