No pudo más. Sencillamente fue incapaz de no entrar. Deseó con todas sus fuerzas no poseer ningún rasgo humano. Se desesperó, tembló y volvió a desesperarse. Entró con su cuerpo. Su mente ya le había tomado la delantera y estaba apoyada en la barra. Miró las botellas como si de un gran planetario se tratara. Todas las “estrellas” le parecían maravillosas y…estaban tan cerca. Se fundió con el deseo de su parte inmaterial.
— ¿Qué quería señor?
— Eh…un vaso de agua, si es tan amable.
— Aquí tiene.
— Gracias ¿Qué le debo?
— Nada por Dios, es sólo un vaso de agua.
— No. Es mucho más caballero.
— Bueno, lo que usted diga, pero no le pienso cobrar nada.
— Muchas gracias. Buenos días.
Obra del pintor Andrés Calderón Sánchez
Eh.... no te creas que lo he entendido muy bien, pero desde luego imaginación no falta en el cuento.
ResponderEliminarEstaba en otra y pide agua pura que no se cobra? Tino
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