Decidieron
darse otra oportunidad, la última; ese fue el pacto. Que era una empresa
difícil ambos estaban de acuerdo, casi en lo único. Decidieron aprovechar el
confinamiento obligado para esa nueva ocasión. Siguieron a rajatabla y más,
todos los consejos de salud pública para evitar enfermar: fregar con lejía al
5% con más asiduidad, llevar guantes en los supermercados, utilización de geles
hidroalcohólicos, estornudar en el codo o en un pañuelo y tirarlo de inmediato envuelto
en una bolsita a la basura, y por supuesto ponerse mascarilla y hablar a dos
metros de distancia. Y, como por arte de birlibirloque, la pareja empezó a sanar.
Quizá fuese por la distancia que guardaban, o por el olor a lejía que invitaba
a todo menos a discutir, o por no verse casi la cara, que lo mejor también
influía el hecho de que la mascarilla amortiguase la voz y casi no se
entendían. Lo que fuera, o todo junto. Y la pandemia del covid-19 pasó, pero
ellos siguieron con las mismas pautas, que ya se sabe que la pareja es lo más
importante y lo que más hay que cuidar, al precio que sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario