Todo
siguió su evolución. El individualismo continuó progresando adecuadamente, y
los pocos que avisaron de tal peligro para la especie humana fueron enviados
cruelmente a las terribles “sillitas de pensar”, hasta que emergían como nuevos
seres no-ciudadanos ya convencidos del pensamiento imperante y único, o eran desechados y empujados al averno de
la invisibilidad, si el tratamiento no había dado su fruto. En el fondo, aunque
existían pomposos libros con gráficos y frases entrecomilladas demostrando que
dicha corriente intelectual era la única posible, era lo que toda la vida se ha
llamado “mirarte el culo”. Pero la genética es la genética, y posiblemente por
las mismas razones que el genio de Darwin encontró en las islas Galápagos,
todas las caras, al ser irrelevantes por la conducta descrita un poco más arriba,
acabaron convirtiéndose en culos, ya que la cara era una estructura inválida
ante semejante forma de pensar. Lo peor de todo es que al poco tiempo de la global
mutación, vinieron muchos seres de otros mundos en plateados platillos,
civilizaciones avanzadísimas que tenían la solución al cáncer, a las epidemias,
etc, pero que no nos dijeron nada debido el aspecto tan deleznable con el que
les recibíamos. Y fuimos el hazmerreír del universo, que los platillos ya ni
bajaban: abrían las ventanas, nos miraban, y proseguían viaje desternillándose……y
en cada alejamiento, un número elevadísimo de desesperados culos intentaban gritar
algo, pero que era verbalmente incomprensible, huelga explicar el porqué.
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