Se despertó tranquilo. La verdad es que le hacía gracia pensar que estaba sosegado, ya que siempre lo había estado. Se dio la vuelta con el propósito de volver a conciliar el sueño. No tenía prisa, ni para levantarse, ni para dormirse. Le asaltó suavemente la respuesta que un día le ofertó su mujer:<<La gama de colores lo dirá>> ante la pregunta << ¿Crees que soy el hombre de tu vida?>> Estuvo años y años interrogándola por el significado de aquello, a lo que ella jamás le respondió << ¡Que cabezona!>> Un día, también al despertarse, vio sus plateados cabellos y recordó cómo habían ido virando desde el negro más azabache y… la respuesta vino flotando. Volvió a dormirse con el silencioso arrullo del argénteo reflejo.
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