¿Así que estás ahí? ¿Qué pretendes? ¿Asustarme? No lo vas a conseguir. No, no insistas. Esta vez te pillé, sabía que ibas a aparecer de repente. Sí, no me preguntes por qué pero lo intuí. Creo que ya te voy conociendo. Créeme que no lo pretendía, ya que no me interesas en absoluto, pero a fuerza de darme sustos he ido aprendiendo, pero de forma mecánica, no te creas. Te venceré. De eso estoy seguro. Ya no me acojonas.
— ¿Con quien hablas en el baño cielo? ¿Te has llevado el móvil?
— Con mi calvicie.
— ¿Estás tonto?
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