— Bueno, tú dirás.
— No sé por dónde empezar, mejor dicho,
por dónde seguir.
— Tranquilo. Date tu tiempo. No hay prisa
— ¿Tengo
mucho?
—
El suficiente.
— ¿Para?
—
Para ponerte bueno.
—
¿Seguro?
—
Si no lo crees, difícil que ocurra.
—
Ya. Al final todo en esta vida se resume en creer o no
creer ¿verdad?
—
Oye, que el psiquiatra soy yo.
—
Ya, pero no te hablaba a ti.
—
¿Ah no? ¿Entonces a quién?
—
Al techo, que me mira y escucha. ¡A quién va a ser! ¿No
es él el que te cuenta la verdad cuando
dejo el diván?
"La verdad", quién estará en posesión de ella ¿el psicoanalista? ¿el techo? Cuantos quisiéramos saberlo.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
¡Sin duda! Un abrazo, amigo
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