Érase una vez una persona dada
por loca. Ella luchaba insistentemente por defender su cordura, pero el veredicto
le llegaba por muchos caminos: en alto, en susurro, escrito…, y a veces, con un
dedo girando en torno a una sien. Pero de repente, el mundo empezó a cambiar
según sus asertos científicos:
<< ¡A lo mejor no estaba
tan loca!>>
<< ¡Es posible que lo
supiera!>>
<< ¡Habría que pedirle
cuentas!>>
<< ¡Habrá que ver cuanto se
callaba!>>
<< ¡Ha sido por su
culpa!>>
<< ¡Eso!>>
<< ¡CLARÍSIMO!>>
…Y la loca acabó en el fondo del volcán para apaciguar la furia de los
dioses.
Cuántos buenos visionarios no habrá terminado de la peor forma.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
Sin duda....Un abrazo, Ángel.
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