Un excelente día se puso a caminar. Bueno…mejor dicho y para no ser exagerado: un día cualquiera empezó a andar. Era lo que todo el mundo (muy preocupado) quería, que caminara, que avanzara de una vez, que ya estaba bien, que quedarse parado no sirve de nada, que la vida es ir siempre hacia delante. Bien, pues armándose de valor y realizando un esfuerzo (¿sobrehumano?) lo hizo. La primera vez dio unos pasos temblorosos que provocaron el júbilo de los que ‘le querían’. Poco a poco, con tesón y esfuerzo esos incipientes movimientos inestables se fueron convirtiendo en zancadas seguras, firmes, hasta tener por completo dominada la ‘técnica’ y ofrecer ya, sin pensarlo, paseos que eran la delicia de todo el mundo.
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